27. Haciendo de tripas corazón.

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Irune

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Irune

—No me voy por eso, Aiden. Me voy porque creo que esto no debe continuar —digo y se me pone la piel de gallina. No quiero que lo nuestro termine pero he de hacerlo, por su bien.

Él se ha quedado pasmado por mi respuesta, he visto un rastro de confusión en su mirada pero aún así se acerca hacia mi y me dice, intentando que yo le mire:

—Pero ¿de qué estás hablando? —Al ver que no tengo intención de responder, añade:—. Tú me gustas y yo sé que también te gusto; ¿por qué no podemos seguir como hasta ahora?

—Porque no, Aiden...

Porque se me ha ido de las manos. Y no pensé que fuese a enamorarme de esta manera.

—Esa respuesta no me sirve.

—Pues no voy a darte otra.

—¿Por qué te alejas de mí?¿Por qué no quieres que lo nuestro continúe?¿Qué te ocurre? ¿Qué he hecho mal?

Porque no me fío de mí y no sé de qué soy capaz.

—Nada —respondo sintiéndome como una arpía por estar haciendo esto, por mentirle, por todo—. Es solo que quiero recuperar mi vida y mi espacio.

—¿Recuperar tu vida y tu espacio?

—Sí, lo estás invadiendo. —Miento.

—Yo puedo darte espacio cuando lo necesites solo...

—No —digo con rotundidad, él me mira a los ojos y yo hago lo mismo durante unos instantes.

—Entonces ¿todo se ha acabado? —pregunta rompiendo el silencio que se había creado.

—Sí.

—No, siento muchas cosas por ti como para ser tu amigo, Irune. Contigo soy muy terrenal, por si no te has dado cuenta.

Yo no respondo, tengo unas ganas infinitas de llorar, esta situación puede conmigo y no puedo permitir que me vea así, ni él ni nadie, nunca. Llorar es para débiles, para aquellos que no saben controlar lo que sienten o, en mi caso, para aquellos que han llorado tanto a lo largo de su vida que han decidido no derramar una mísera gota nunca más.

—Eres especial, ¿sabes? Tú has hecho que tenga ganas de estar con alguien. Por ti haría cualquier cosa.

Cuando dice eso, mi corazón se rompe a cachitos, duele y mucho. Deseo correr hacia él y abrazarle y contarle la auténtica razón de porqué estoy haciendo esto, sé que no estoy siendo justa con él, pero he de hacerlo. Sin remedio, cojo aire y me armo de valor para acabar con la conversación.

—Yo no siento lo mismo que tú, para mi solo eres uno más. ¿Te acuerdas de los retos? —pregunto y él asiente—. Pues quiero usar el mío. Déjame irme y no me busques, por favor.

Ratoncita de BibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora