26. Cena de empresa.

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Aiden

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Aiden

Ayer me dejé las persianas subidas y está empezando a entrar claridad, serán las seis de la mañana, supongo. Me levanto, bajo las persianas y, esta vez, me voy a la cama a dormir otra vez porque me pesa todo.

Cuando me vuelvo a despertar son casi las cuatro de la tarde y hasta las ocho no tengo que hacer nada así que me giro para quedar bocarriba y me quedo mirando el techo pensando en cosas triviales durante un buen rato hasta que unos pensamientos fugaces pasan por mi mente.

¿Qué pasaría si Irune y yo dejáramos esto que tenemos?¿Qué coño siento por ella?

No tengo respuesta para la primera pregunta pero sé que acabaré hecho polvo porque ella se ha colado hasta en mis huesos. En cuanto a la segunda... la segunda pregunta es fácil, me he enamorado de ella hasta las trancas, mucho más que de Tess en su momento y me jode bastante, porque me prometí que no volvería a pasar por ese calvario nunca más. Y con ella he caído como un cazurro. No se porque me hago promesas que sé que no acabaré cumpliendo.

En fin, voy a comer algo y luego saldré a correr para despejar mi mente porque no puedo seguir así. Me levanto de la cama y me dirijo hacia la cocina, abro la nevera y veo...¿Fruta? No recuerdo haber comprado eso, excepto las manzanas. Rarísimo. Sigo mirando lo que hay en mi pobre y vacía nevera hasta que al final me decanto por unos cereales con leche, así que saco la leche de la nevera justo antes de cerrarla con el pie para, seguidamente, abrir el armario que hay a la derecha para sacar la caja de cereales con chocolate. Me siento en la mesa y como mientras leo la caja de cereales. Cuando acabo, me pongo ropa deportiva, conecto mis audífonos al móvil para poner música y salgo a correr mis diez kilómetros por las calles de Madrid.

Después de 40 min corriendo, vuelvo a casa y me voy directo a la ducha. Cierro los ojos y dejo que el agua tibia caiga y recorra mi cuerpo mojándome por completo hasta que cojo el jabón y me empiezo a enjabonar para quitarme toda la mugre y el sudor de encima. Cuando acabo, salgo, cojo una toalla, me sacudo el pelo con esta y luego me la enrosco en la cintura, justo antes de ir hacia la habitación y tirarme boca arriba sobre la cama. Busco mi móvil a tientas y, cuando lo cojo, abro el WhatsApp para escribirle a la Ratoncita de Biblioteca.

YO: A las 20:30 te paso a buscar para la cena de empresa.

IRUNE: Ok.

YO: ¿Qué haces?

IRUNE: Hablar contigo.

YO: 🙄

IRUNE: Iba a nadar.

YO: Bueno, pues no te molesto más. Hasta luego, ratoncita.

IRUNE: Ok. Ciao, guapo.

***

Estoy esperándola, pero no baja y soy el centro de atención porque todas las chicas se me quedan mirando, ya sé que me queda bien el esmoquin pero joder, podrían cortarse un poquito con esas miradas lascivas que me lanzan.

Ratoncita de BibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora