Aiden
Estoy en casa, espatarrado en la cama mirando el techo, en silencio. Irune está tumbada a mi lado jugando con el vello de mi pecho, también en silencio. Hoy ha sido un día agobiante y abrumador, a la par que ruidoso. Hace unos años, cuando aún iba al instituto, me di cuenta que necesitaba ratos de completo silencio en mi día a día porque sino me saturaba y explotaba. Así que esos momentos mudos, se volvieron muy importantes para mi. También me he percatado de la falta de respetabilidad que, hoy en día, la gente le tiene a esos momentos de calma y silencio y de la importancia y dificultad de encontrar a una persona que los entienda y los respete. Siento que me ha tocado la lotería encontrando a Irune.
Así que me gustaría explicar lo que son para mí los silencios. Los silencios. Así, en plural, porque cada uno de ellos nos habla a su manera de algo diferente.
A esos pocos segundos, aparentemente mudos, de cuando todo está en calma, les crecen alas. Aquellos silencios vacíos de palabras, están sin embargo llenos de mundos por decir, a esos silencios les crecen cuernos. A esos pocos segundos de afonía, que nos invade al mirar a una persona con la que conectamos, a esos, les crece la intimidad. Cuando no hay calma, el silencio hace ruido, y puede llegar a ser ensordecedor, tanto, que duele en los oídos. Otros son silencios evasivos, descuidados, te manipulan a su antojo, te debilitan.
De todos los silencios, el silencio sereno, el de los mundos posibles, el que te engulle... me quedo en el silencio que te mantiene en vilo, en el filo de un hilo equilibrista y en los que yo soy un simple funambulista que intenta no caerse por el miedo a que no todo vuelva a ser igual porque, al fin y al cabo, el silencio es el antídoto para no causar daño con las palabras.
Hay personas que tienen la necesidad de rellenar torpemente estos segundos que me gusta llamar mudos. Esas personas no entienden que esos instantes silenciosos reparan al gentío. Que nos echan una mano para ordenar el caos de nuestra mente. No entienden que, con ellos, podemos comprender al resto de seres humanos con los que convivimos. Que ayudan a lidiar con los problemas. El silencio resulta reconfortante, como los arrullos de las madres a sus hijos, como las tardes frías de lluvia en casa con un libro y una taza de chocolate caliente en mano, como cuando has estado mucho tiempo corriendo y trabajando y, de repente, alguien se para detrás de ti y te dice «Tranquilo, ya puedes caerte. Yo te sostengo» y tú te dejas caer silenciosamente.
Los silencios son eso... una mano invisible que te ofrece espacio, en los días grises, te brinda un espejo donde volver a encontrarte a ti mismo, para salir solito del pozo gritón en el que nos caemos.
Y sí, me he puesto poético pero es que no encontraba una manera mejor para expresarme y que me entendieseis. También se que ha sido un poco denso pero consideraba que tenia que explicar este matiz de mi vida para que me conocieseis mejor, así que si, ahora comprendéis un poco mejor lo que pasa por mi cabeza y mis sentimientos respecto a Irune.
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Ratoncita de Biblioteca
RomanceIrune Ortiz es una chica fuerte, responsable y decidida. Aiden Moore es engreído, muy inteligente, aprovechado, cabezota y mujeriego. *** Ella nunca se ha enamorado. Él no quiere volver a enamorarse. Ella pasa de él. Pero él no de ella. Una noche, e...