Capítulo 4.1.

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Pasábamos por una carretera un poco solitaria y Taylor me pidió que mantuviera la moto en línea recta, yo lo hice y él se soltó de mi cintura para lanzar los brazos al aire y comenzar a reír como loco. Aceleré más y el viento comenzó a golpear más fuerte en nuestros rostros. Grité y Taylor también; se sentía genial, pero igual me recordó la vez que él me dijo que nosotros no corríamos solos, sino que las nubes lo hacían a nuestro lado.
Nos bajamos en un puente en lo que mi primo cargaba gasolina. Bajé para relajar las piernas.
Él me miró y sonrió.
—¿Qué harás en San Valentín?
—Creo que te estás tomando lo del novio muy en serio—dije y él rio.
—Nop, sólo que quiero saber si irás a la escuela.
—¿Por?
—En la universidad van a hacer una fiesta para celebrar, y quiero llevarte.
—¿No sería mejor si llevas a Sharon?
—No. Quiero llevarte a ti—negó con la cabeza y se sentó junto conmigo en la banqueta.
—Una banda de la escuela irá a tocar—le dije.
—¿Ese día?
Asentí.
Taylor volvió a negar con la cabeza y se levantó.
—Irás conmigo.
—Lleva a Sharon.
—No quiero. Iré contigo a ver cómo toca esa banda y después nos iremos a la fiesta.
Lo miré y me levanté.
—Suena bien.

—Dewey me invitó a salir—dijo Lina y Taylor y yo casi nos atragantábamos con la ensalada de manzana.
Dewey era un idiota. Ya había sido novio de Lina, pero era un chaparro cerebrito pervertido que había intentado más de dos veces llevársela a la cama.
—¡Lina, dime que le dijiste que no!
—¿Cómo podía decirle que no a una cosita tan tierna?
Taylor hizo cara de asco.
—Es un idiota.
—¡Taylor!
—¡No, Lina!
Lina volteó a verme totalmente ceñuda.
—Lo siento—dije—. Estoy de acuerdo con él.
—Pues me invitó a salir éste sábado, o sea mañana—dijo ella ignorando las caras de su hermano—. Y vas a acompañarme.
—Ni loca—le dije.
—Ni modo, te comprometí con Lake.
Taylor se levantó de un brinco.
—¿Que hiciste qué? ¿Comprometiste a Vali con ese idiota?
—¿Cuál idiota?—dije.
—¿Te acuerdas del chico rubio que la otra vez fue a saludar a Taylor?
Me quedé pensando hasta que recordé. Salté de mi asiento.
—¿El chico lindo que se me quedó viendo?
—¡Ese mismo!
—¡Ay, Dios! ¡Te amo, Lina!—dije y corrí a abrazarla.
Taylor abrió la boca sin poder creerlo.
—¿Ese imbécil? ¿En serio, Valerie?
—Es lindo—le dije—. Invita a Sharon y será una cita triple.
Taylor negó con la cabeza.
Durante media hora Lina y yo estuvimos convenciendo a Taylor de que invitara a Sharon para que fuera una cita triple. Al final tuve que decirle que podía cuidarme de Lake y a Lina de Dewey, y sólo así aceptó.

—¡No sé qué ponerme!—chilló mi prima.
—¡Dios! ¡Elige algo y ya!—dijo Taylor. Reí y revisé mis vestidos. Me decidí por uno blanco con encaje discreto y unos tacones altos del mismo color bañados en brillantitos dorados. Era lo más formal que podía llevar para una cena y en una cita triple. Después de cambiarme alacié mi pelo y puse un poco de maquillaje.
Ya estaba lista, y entonces bajé por las escaleras. Pude ver cómo Sharon y Taylor estaban sentados en el sillón; Sharon llevaba un bonito vestido verde con zapatillas del mismo color y el pelo agarrado en una estratégica coleta, en cambio Taylor llevaba pantalones negros de vestir medio entubados, Converse y una camisa blanca. Cuando bajé el último escalón los dos giraron la vista hacia mí y Sharon corrió a abrazarme.
—¡Te ves hermosa, Vale!—me dijo.
—Lo mismo digo de ti, Sharon.
—Te ves muy guapa, ValiVali.
—Lo mismo digo, Tay—le dije y abroché los últimos botones de su camisa.
Taylor se agachó para hablarme al oído.
—Lake intenta algo y le parto la cara—masculló.
Me separé de él y negué con la cabeza.
Escuchamos un par de tacones bajar por las escaleras. Era Lina con un vestido corto azul turquesa; Taylor no quedó conforme con el largo tan pequeño de la falda, pero no dijo nada para no arruinar la velada. Cuando el timbre de la casa sonó, me separé de Sharon y de Taylor y me fui con Lina para no hacer un mal tercio. Mi prima abrió la puerta y se abalanzó sobre Dewey para besarlo en los labios, ya que al parecer eran novios otra vez. Giré a mi izquierda y me encontré con Lake. Era más guapo de lo que recordaba porque era alto y delgado, sus músculos se notaban un poco ya que apretaban la tela de la chaqueta que llevaba puesta, era de piel tímidamente bronceada, pelo rubio y peinado hacía arriba formando un fleco extraño, y unos ojos azules oscuros. Le sonreí a mi acompañante y éste me tendió la mano, la tomé y salí detrás de Taylor y Sharon.
—¿Qué vas a pedir?—me dijo Lake.
—La verdad es que… no sé—dije encogiéndome de hombros—. ¿Qué te parece lasaña?—le argumenté para evitar el molesto chasquido de los labios de Lina y Dewey cada que hacían contacto.
—Me parece perfecto.
Al parecer Sharon y Taylor estaban en las mismas que yo, porque parecían extraños en su primera cita; se hablaban, pero yo esperaba más amor de su parte. Después de que se fuera el mesero con nuestra orden traté de hacer plática entre nosotros cuatro, ya que al parecer a todos nos fastidiaban los arrumacos de mi prima y su nuevo novio.
—¿Qué estás estudiando?—le dije a Lake volteándome para mirarlo.
Lo atrapé observándome con una enorme sonrisa.
—¿Lake?
—¿Ah?
Reí.
—¿Qué piensas estudiar?
—Ah.—Se sonrojó—. Estoy estudiando a lado del área de Taylor. Ingeniería civil.
—¿En serio?—le pregunté con las cejas alzadas.
—Así es, siempre me gustó. ¿Tú que piensas estudiar?
—Voy en prepa.
—Pero te falta poco para salir, yo acabo de entrar a la universidad y ya ando atareado con la carrera.
Me reí.
—Aún no me decido. Pero quizá igual una ingeniería.
—¿En serio?
—Sí, me gustan ese tipo de cosas a mí también.
El mesero llegó con nuestra orden y Lake golpeó una nalga de Dewey para que se despegara de Lina y así poder empezar a cenar. Durante toda la cena Lake y yo platicábamos entre susurros y lanzábamos risitas. Al parecer a Taylor no le agradaba, ya que miraba a Lake con ganar de querer matarlo al igual que miraba a Dewey.
—¿Te digo algo?—dijo Lake.
—¿Qué pasa?
Él se me acercó lo suficiente para ponerme nerviosa y me miró directo a los ojos.
—Hoy te ves muy bonita.
Enrojecí de inmediato.
—Lake...
Taylor azotó el vaso sobre la mesa y carraspeó fuertemente, asustándonos.
—Taylor, ¿estás bien?—dijo Sharon.
Miré a mi primo con odio.
Lake se acomodó en su asiento y lanzó una risita nerviosa.
—¿Taylor que es de ti?—preguntó de repente.
—¿Te digo la verdad?
Él asintió con la cabeza.
Tomé un poco de mi vaso y lo miré.
—Es mi primo.
Lake quedó en shock por unos segundos, hasta que pudo articular palabra.
—¿No es tu novio?
Lancé una risotada y le negué con la cabeza.
—Pensé que lo era, por eso nunca te invité a salir—dijo mientras se ruborizaba.
—¿Querías invitarme a salir?
Lake asintió con la cabeza y yo lo miré con ternura.
—De todas formas hubiera aceptado salir contigo—le sonreí y el me correspondió.

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