• Capítulo 1.2 •

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Después de lo sucedido, Reny se fue al igual que Mary y Page, así que me quedé un rato con Demien.

Decidimos ir a la plaza; él me quería subir el ánimo. Me adoraba como yo a él.
Terminamos yendo al cine para después ir hasta mi casa, dónde él me dejó justo en la entrada.

Estaba en la puerta cuando escuché el motor de una motocicleta. Me viré y ahí estaba; mi primo Taylor. Se estacionó en la entrada de la casa, se quitó el casco, agitó la cabeza y me miró con una linda sonrisa; también lo miré, sonreí y corrí hasta él para abrazarlo fuertemente. Nos saludamos con un beso en la mejilla y lo invité a pasar. Taylor aparte de ser mi primo era como un hermano para mí; él, mi prima Lina y yo éramos inseparables y cada que estábamos juntos me la pasaba de lo mejor.

Metí con dificultad la llave en la cerradura, ya que no paraba de reír por las incoherencias que decía mi primo. Di vuelta hacia la izquierda y aún con la llave metida, empujé la puerta hacia atrás. Retiré la llave del cerrojo y le dije a Taylor que pasara. Yo me metí en cuanto él pasó a la casa. Cerré la puerta tras de mí y anuncié a gritos que ya había llegado. Mi madre salió de la cocina y se acercó a saludarnos mientras mi hermano Taran bajaba pasivamente las escaleras, pero, en cuanto vio a Taylor, corrió hacia él y le dio un fuerte abrazo.
Después me saludó a mí.

Definitivamente ésta tarde no me había gustado mucho, pues mi hermano se había apoderado de mi primo y toda la tarde se la habían pasado jugando videojuegos mientras que yo me ponía a hacer tarea en la mesa de la cocina. Mi madre se había ofrecido a acompañarme pero en cuanto la tía Danielle le llamó, no paró de platicar con ella hasta mucho después de que yo me fui a mi habitación.

Cerré la puerta del cuarto tras de mí con un empujón por parte de mi pie, dejé mis útiles en el escritorio y me eché a la cama con un salto. Quedé boca arriba, no tenía nada de ánimo, definitivamente hoy no había sido mi día. Desde que había llegado de la escuela tenía un amargo sabor de boca. Jessica era tan maldita, la odiaba. Pero mi madre tuvo razón cuando me dijo que no le debo regalar mi tiempo a las personas que no valen la pena.

Me encontraba con mis brazos estirados a los lados y las piernas un tanto abiertas y también estiradas, veía el azulado techo que estaba adornado con unas estrellas plateadas que había hecho el verano anterior junto con Lina; ella tenía unas iguales, recuerdo que ese día la tía Danielle y mi madre habían salido, dejándonos solos en casa a Taylor, a Lina y a mí. Ese día pusimos la casa patas arriba. Quitando de mis pensamientos los recuerdos con mi prima, me obligué a aceptar que Mark iba a tener novia y eso nadie ni nada se lo podía impedir. A veces me preguntaba cómo era que tantas chicas pudieron andar con él, cómo fue que pudieron lograr que él se fijara en ellas ¿Cómo hacían eso? No entendía. Yo nunca había podido y no creía poder.

Nunca lo lograría, así que creía que lo mejor era seguir el consejo que todo mundo me daba: olvidarme de él. Pero no quería, me rehusaba a escuchar los chillidos de Mary regañándome por las estupideces que hacía, los regaños de Jasón diciéndome que me jodería la vida para siempre si me involucraba con él y los refunfuños de Demien diciéndome que cómo podía ser tan tonta al estar siguiendo a un chico que nunca me haría caso. Sinceramente, aunque me doliera todo lo que me decían, tenían razón. Eso era lo mejor, que me olvidara de él, aunque no lo quiera, pero... ¡Demonios! Debía conocerlo más, no me podía dejar llevar por lo que todos me decían.
Mi cabeza daba vueltas en ese momento, estaba muy confundida y no sabía qué hacer.

El grito de mi madre llamándome para cenar me hizo pegar un brinco. Me paré de la cama de un salto y abrí la puerta para bajar e ir al comedor a cenar con la familia. En ese momento, sólo quería olvidarme de todo lo que había pasado ese día.

365 días [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora