Capítulo 5.1.

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Brad volvió a correr, pero cuando llegamos con la multitud que no iba a correr, me soltó, haciendo que saltara y cayera al piso. Me puse frente al lado de él. De repente el pelón me jaló y me dirigió a uno de los coches.
—¡Sube, Vali!—escuché decir a Brad.
Corrí del lado del copiloto y abrí la puerta de un tirón. Inmediatamente Brad arrancó y mi cabeza azotó contra el asiento del coche. Me agarré por los costados, pegando más mi espalda al asiento, sintiéndome más tranquila. Cuando Brad cambió la palanca de velocidades hacia delante y dio media vuelta, me sentí morir.
Chelsey salió corriendo de un auto color verde y se puso del lado de Brad.
—Valer, Taylor te está buscando como loco. Está en el coche rojo, ¡ve con él!—farfulló.
Toqué el hombro de Brad por unos segundos y salí corriendo mientras esquivaba los cofres alargados de coches y chicas que corrían de un lado a otro lanzando risitas ridículas. Cuando divisé el coche rojo que mencionaba Chelsey, corrí hasta él y me metí en un segundo del lado del copiloto.
—¡¿Quieres matarme de un jodido susto?!—gruñó Taylor—. ¡He estado buscándote como maldito loco, Valerie! ¡Casi pierdo la cabeza!
—¡Perdón!—me excusé—. ¡De repente te perdí de vista y mejor me fui con Brad!
Taylor movió la mandíbula, molesto y apretó los puños contra el volante.
Le fruncí el ceño.
—¡No me dijiste que participarías!—chillé—. ¡Y menos que yo estaría contigo a punto de matarme!
—¡Ya cálmate!—también gritó.
Me acomodé en mi asiento, quedándome frente a su perfil.
—¿¡Vas a correr por tequila y mota!?
Él ignoró mi pregunta.
Me giré hacía delante y vi la hora ¡Eran las once de la noche!
—¡Taylor, es tarde, déjame salir y regresaré a casa!
—¡Ni loco!—me miró—. Correremos, ganaremos e iremos a casa con tequila de buena calidad y mucha marihuana—me miró y se rio—. ¡Será divertido!
Sentí que la cara se me incendiaría del puro enojo. Apreté el asiento con mis puños y mejor decidí guardar silencio. Kenia esquivó la fascia de un coche negro y asomó la cabeza por mi ventana.
—Valerie, sal... ¡Ahora!—ella iba a abrir la puerta pero Taylor la jaló de regreso.
—¿Por qué?—dijo él.
Kenia suspiró.
—No dejaré que arriesgues a mi amiga en una carrera. ¡Ella nunca ha estado en esto, Taylor, piensa!—me miró—. Aljon dice que es mejor que des la señal de partida y que yo me vaya con Taylor.
—¿Aljon?—dijo mi primo.
—¡Sí!—chilló desesperada.
—Taylor, si Aljon lo quiere así, está bien.
Abracé a mi primo con un brazo y le deseé suerte, salí del coche y fui corriendo con Aljon, que es el medio hermano de Kenia. Lo conocía desde antes que Taylor, ya que ella me lo había presentado antes.
—¡Hey!—gimió Aljon—. ¿Está bien si tu das la señal, Vali?
—No sé cómo hacerlo—le dije tímida.
Él me dio un megáfono, lo miré por un segundo y después le sonreí a Aljon.
—Pensé que tendría que sacarme el sujetador y tirarlo al piso.
Él lanzó una carcajada y me empujó hacia la calle. Me puse justo en medio de las cuatro filas que estaban ansiosas por escuchar el estruendo del cuerno, junté mis tobillos y miré al frente con párpados fruncidos, las luces me lastimaban mucho en tanta oscuridad. Puse el megáfono sobre mi cabeza y coloqué el pulgar en el botón rojo que estaba en el mango de éste. Lo hice sonar y dos pares de carros pasaron a cada uno de mis lados, rompiendo el aire entre mi cuerpo y sus portezuelas. Cuando vi que todos los autos estaban tomando la delantera corrí hasta Bolton, que me sujetó por los brazos, me arrancó el megáfono de los dedos y se lo lanzó a Aljon.
—¿Darán toda la vuelta, verdad?—le pregunté a Bolton.
El asintió. Me sujetó por un brazo y en cuestión de segundos, se agachó y puso su nuca ente mis piernas, para alzarme al doble de mi altura. Podía ver perfectamente las pequeñas lucecitas de los autos, corriendo como luciérnagas a punto de ser atrapadas. Todos gritaban y yo no me quedé atrás. Alguien tiró de mi coleta, haciéndome perder el equilibro hacia atrás. Caí en los brazos de alguien y ese alguien, era Philip... Oh no, ¡Philip!
—¿Estás idiota?—Bolton le gritó a Philip—¡Alégrate de que la cachaste, imbécil, si no hubiera sido así ahorita mismo Taylor nos estuviera castrando!
Philip lanzó una carcajada y me bajó.
—Está bien, ya no lo haré.
Bolton ignoró al pesado de Philip y me miró a mí.
—Estoy bien—dije y él se volteó dejándome con Phil.
—Hola—me dijo y me sonrió, tomándome el cuello entre sus manos y dándome un beso en el espacio de la nariz y los labios.
Me alejé de él.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que no hagas eso?—le gruñí.
Me giré, poniéndome de puntitas para poder ver si los autos ya estaban cerca. Philip me tomó de las caderas, encadenándome a su cuerpo y comenzó a besarme el cuello. Di un par de patadas, pero él no paraba y comenzó a recorrer mi cuello con su nariz. Dejé de resistirme y me giré, quedándome de frente a él. Philip atrapó mis labios y yo lo tomé con ambos puños por el cuello de la camisa que llevaba mientras ponía uno de mis pies entre sus dos pies. De repente, alcé mi rodilla pegándole en la entrepierna. Él chilló de dolor, doblándose y tocándose la parte golpeada.
—Consíguete tus zorritas, Phil, porque yo no soy una de ellas—le dije mientras me dirigía a Bolton y él me volvía a cargar.
—¡Espera a que se entere Taylor, Philip!—gritó Aljon detrás de nosotros y algunos empezaron a reírse. Ignoré todo eso y me concentré en el auto rojo que estaba por llegar y llevaba la delantera. ¡Taylor iba a ganar! Estaba por cantar victoria pero un auto color vino hizo rechinar las llantas y tomó la delantera hasta llegar a la meta con un camino de humo formado detrás de él. Rápidamente me bajé de Bolton y corrí al auto rojo que estaba estacionándose.
Taylor salió y me abrazó.
—¿Ahora con qué alegraremos a mamá y a papá para que olviden que llegamos tarde?—me dijo al oído, jadeando.
Empecé a reír y me separé de él.
—Taylor—dijo Sara, una chica que había visto pocas veces, chaparrita y de piel bronceada.
—¿Sí?—le dijo.
—¡No creerás esto! Philip acosaba a Vali en lo que tú corrías—sonrió, y entonces se fue.
Fulminé con la mirada a Sara, sabiendo que había armado una pelea en grande.
Taylor me apretó el brazo y yo siseé por el dolor.
—¿Es cierto?—me dijo.
—Sí—dije en un gemidito.
Él me soltó y se metió entre la gente para ir en busca de Philip. El azote del megáfono hizo que todos volteáramos hacia Aljon.
—¡Viene la policía!—gritó, haciendo que su cuello se pusiera rojo y se le marcaran algunas venas a los costados.
—Mierda—susurré.
Me giré y todos estaban gritando mientras subían a sus coches, varios arrancaron. ¡No sabía a donde ir y menos sin Taylor! Esquivé algunos coches que ya estaban por emprender marcha y corrí al extremo de la calle por la que había llegado con Brad. Comencé a correr más y más, como mis piernas me lo estaban permitiendo y entonces, salté por una jardinera que separaba el jardín trasero del campus y corrí por el pasto mojado. Las sirenas empezaban sus danzas locas en las paredes del edificio A mientras yo corría por ahí. Las luces azules y rojas me lastimaban la vista ya que golpeaban mi cara una y otra vez. Me pegué a la pared del edificio y pegué una mano al ladrillo mojado, buscando una puerta o ventana que me salvara de la policía ¡No había nada! Gruñí ante tal desesperación y entonces corrí al edificio D, que tenía una ventana que llevaba al sótano pero ¡el edificio D estaba al otro lado! Volví a correr como pude, no como me lo permitía porque me atraparían. Giré mi cabeza a la calle donde había sido la carrera y vi que estaban arrestando a Korina y a Dees. ¡Dios! Corrí aún más rápido, esquivando las luces para que no me vieran. Cuando llegué al edificio D, busqué la ventana. ¡No estaba! Al dar la vuelta vi que había una puerta verde, tenía un cristal y estaba enrejada con un alambre muy delgado. Tal fue mi desesperación que me agarré por ambos costados de la puerta y levanté mi pie, golpeando el cristal y tratando de derribar el alambre. Cuando logré romper el vidrio, metí los dedos en los agujeros del alambre y jalé fuertemente de él, tirándolo pero haciéndome unos cuantos cortes. Me metí a gatas y llegué a una bodega de limpieza, abrí la puerta verde y comencé a correr por los pasillos de la universidad. Llegué al jardín de en medio y me fui hacia la izquierda hasta chocar con pared. Todo estaba oscuro y no podía ver nada, apenas la luz de la luna me ayudaba a ver. Apoyándome de eso y de las luces bailarinas de las sirenas, busqué la salida del edificio y tuve que salir por la ventana abierta de la dirección.

Sudada, jadeante y adolorida me tiré al pasto del jardín de mi casa. Vi la hora: eran las 2:00am. Iba a morir, morir de verdad, no podía entrar a casa así como si nada, y menos si Taylor no estaba conmigo. Ni siquiera había llegado. ¿Y si lo habían arrestado? Esa pregunta me atormentaba una y otra vez. Con todo el trabajo del mundo me levanté del frío pasto y me fui a gatas hasta la parte trasera de mi casa. Vi la ventana de mi cuarto y logré distinguir que un leve resplandor asomaba por el lado izquierdo. Lina seguro estaba viendo la televisión. Tomé unas cuantas piedritas del jardín y las aventé a la ventana; tardó unos segundos en abrirse y por ahí salió Lina en sujetador y una camisetita.
—¡Lina, ábreme la puerta de la cocina!—grité en un susurro.
Ella frunció el ceño y desapareció. Un minuto después, vi su flacucha silueta asomando por la puerta de la cocina.
—¡Dios Santo, Valerie! ¿Qué te pasó?—me dijo mientras prendía mis dos luces de noche y sacaba el botiquín.
Tomé aire para hablar y entonces me solté a llorar. Lina se acercó a mí y me apapachó.
—Lina, fue horrible, Taylor fue a buscar a Philip por acosarme, Aljon anunció que la policía venía y entonces no supe cómo actuar, irrumpí en el edificio D de la universidad y me lastimé—dije y volví a tomar aire para llorar.
—Dios—susurró Lina y me quitó las manos de la cara—. Tu rostro se ha manchado de sangre—me dijo, tomó un poco de algodón y me quitó la sangre y después de las manos, pero esta vez, con alcohol.
—¿Y si lo arrestaron?—
pregunté mientras trataba de ignorar el fuerte ardor de mis cortadas.
—No, Vali, él escapó, verás que mañana está en casa. Sólo tranquilízate.

Al día siguiente mi madre irrumpió en mi cuarto a reclamar a Taylor, pero él llegó alrededor de las once de la mañana, con la playera manchada de barro, sudor y hasta un poquito de sangre, tenía la mano izquierda mal porque se la había lastimado tratando de romper una ventana del edificio B.

La semana siguiente fue horrible, pues sólo iba de ida y regreso a la escuela y nada más. Mamá nos castigó a mi primo y a mí por haber hecho tantas cosas en una sola noche.
Pero el viernes por la tarde ocurrió algo que ni siquiera imaginaba. Iba caminando por el pasillo de los salones de historia cuando Mark me agarró por atrás y rodeó mi cintura con sus brazos. Esa semana ya había perdonado a Reny, aunque no a Joan ni a Franco.
—Buenos días—me dijo besando mi mejilla y enterrando su nariz en mi cuello.
Una extraña descarga recorrió intensamente mi espalda.
—Buenos días—sonreí y me volteé para quedar frente a él.
Su sonrisa me mataba y producía algo en verdad inexplicable dentro de mí.
—¿Cómo sigues de tus manos?—preguntó.
Miré mis manos vendadas con un poco de rojo carmín asomando entre la tela.
—Bien. Anthony me ha estado ayudando a tomar apuntes—reí un poco.
Él sonrió.
—Sabes que yo hubiera podido ayudarte.
—Está bien—negué con la cabeza.
—¡Oh! Tengo una sorpresa para ti—dijo y sacó un sobre amarillo de su mochila. Me lo entregó—. Te vas a morir.
Me reí y deshice el nudo rojo del sobre y metí mis dedos tanteando dentro para ver qué había. Arrastré el papel que habían detectado mis dedos y cuando lo saqué no esperé que fuera el examen de recuperación de estatal de Mark ¡totalmente impecable! ¡Sin ningún error!
—¡Oh, por Dios, Mark!—dije y lo abracé por el cuello, él me rodeó la cintura y me apretó más a él.
El sentir mi pecho pegado a su anatomía algo pasó en mis piernas.
Lo ignoré y volví a sonreír.
—¡Felicidades!
—Gracias, Vali. Sé que no me pudiste ayudarme a estudiar pero pensé que esto te alegraría y te sentirías orgullosa de mí.
Tomé su rostro entre mis manos.
—Estoy orgullosa de ti, Mark. Como no imaginas.

¡Después de tanto tiempo volví! ❤✋

365 días [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora