Tu roja adoración

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 -Sophia- dijo el profesor llamando la atención de la chica- deberías llamar a tu roja adoración para que venga por ti, a no ser que Nott todavía ande por ahí o prefieras llamar a Draco o a Blaise.-

-¿Por que debería llamarlos?- preguntó confundida.-

-Por que estas agotada y así no podrás aparecerte y no caminarás sola hasta donde sea que estés viviendo.

-Pensé que recordaría que soy perfectamente capaz de cuidarme sola, profesor.-

-Y yo pensé que después de los crucios entenderías que no es bueno ser desobediente- replicó el profesor con gesto serio.

-¿Fuiste cruciada?- pregunto Owen estupefacto desde la camilla.-

-Fue cruciada, hechizada de varias formas y en una batalla le lanzaron una maldición cortante que casi la mata, por lo que fue residente de San Mungo por varios días- informó el profesor Snape- esta niña es un manual de supervivencia.-

-Por lo cual me siento perfectamente capaz de volver a mi departamento, gracias.-

-Llama a alguien o dime donde vives y te llevaré yo- sentenció el profesor sin cambiar el gesto, Sophie suspiró y levantó su varita, recordó el fin de semana con Bill y sonrió

-Expecto Patronum- conjuró y su loba se hizo presente- Trae a Bill hasta aquí- dijo y la loba se esfumó- iré a esperar afuera- dijo mirando a Owen.- Espero que pase buena noche, sanador Murphy- él sonrió al escucharla tratarlo de usted, la magia había terminado después de todo. Ella salió y Snape la siguió dejándolo solo con sus pensamientos. La noche había enfriado y ella se estremeció al sentir la brisa helada recorrer su cuerpo, el profesor se paró a su lado sin hablar, ella no necesito decir nada, sabía que ese hombre era de pocas palabras y de acciones claras, el hecho de que hiciera una poción por que ella iba a ser la practicante le decía todo, no necesito más, pasado un par de minutos Bill apareció frente al hospital y camino hacia ellos.-

-Sophie ¿Qué pasó?- preguntó mirándola de arriba abajo con preocupación, era la primera vez que ella lo mandaba llamar con su patronus.

-No paso nada grave, Weasley- intervino Snape- ella realizó con éxito la extracción de una maldición que la dejó agotada y no le permití volver sola a su casa- el profesor la miró de reojo- sabes que es un poco terca a veces.-

-Vaya que lo sé, profesor- afirmó él riendo mientras que deslizaba el brazo por la cintura de la chica- ¿nos vamos?- ella lo miro con reproche antes de asentir, Bill apretó el agarre y después de despedirse del profesor los desapareció.-

-Deberíamos estar en mi departamento- dijo ella al reconocer el terreno en el que se encontraban.-

-¿Cuándo lo decidimos?- preguntó él con una sonrisa que bajó el enojo de Sophie- Aquí descansaras te lo prometo.-

-No se para que vine entonces- dijo ella con tono sugerente, Bill rió y la abrazo al entrar a la sala del Refugio.-

-Te expusiste mucho hoy- dijo él muy cerca de su oído- deberías tomar mas en serio tu salud, de seguro ni siquiera has comido.-

-No- admitió- es cierto, tenía nervios y no pude comer nada.-

-Seguro tampoco desayunaste- reclamó él mirándola

-Bruna me llevo el desayuno temprano- aseguró ella- lo siento amor, pero los nervios me jugaron una mala pasada y no quise cargar el estómago.-

-Tienes suerte que mamá haya surtido el refrigerador- dijo él antes de robarle un beso- podemos cenar todas las noches y si no prometes que empezarás a cuidarte, le avisaré a ella y te las verás con Molly Weasley.-

-Si que sabes amenazar- admitió ella dejándose caer en el sofá, las piernas estaban pesadas y dudaba poder permanecer mas tiempo de pie- estoy bien, solo muy cansada.-

-Cenaremos y te meterás a la cama- dictaminó Bill entrando a la cocina para sacar del refrigerador un recipiente hermético, colocar el contenido en dos platos y calentarlo con magia- llama a tu elfina y pídele que se encargue de tu ropa- pidió Bill mientras ayudaba a Sophie a llegar a la mesa- de una vez deberías pensar en dejar algunas cosas aquí, algo de ropa, por ejemplo, un cepillo de dientes- ella lo miró sintiendo una calidez en su interior.-

-¿Quieres que deje ropa mía en tu casa?- preguntó ella sonriendo, la idea le gustaba mucho pero no iba a admitirlo tan rápido- ¿No se supone que los hombres rehúyen de las mujeres que intentan invadirlos?

-Puede que algunos hombres lo hagan, pero de seguro no están locos por sus novias como yo lo estoy por ti.-

-¿Estas loco por mi?- preguntó ella con un susurro mirándolo a los ojos.-

-¿Te quedan dudas?- Bill apoyó los codos en la mesa, observando a la mujer que le robaba el aliento.-

-No Bill- admitió ella guiñando un ojo- pero me gusta escucharlo.-

-Te amo, Sophia- dijo él – estoy loco por ti- ella sonrió y sintió que todo era perfecto, como el recuerdo con el que conjuró su patronus esa noche, estar en brazos de Bill, eso la hacía feliz.-

La esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora