1.9 Una chica camaleón

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Quizá la audiencia tenga un reproche justificado para con el autor, y éste espera que sea sobre Ayaka, pues más de eso le sería catastrófico.

A ella se la ha mencionado y ha ido y venido entre escenas según le ha parecido necesario al autor, pero como se han de estar imaginando ella tendrá cierto protagonismo, ¿no? En efecto, así es.

No es que el autor haya abarcado mucho al personaje sino hasta ahora, y con permiso de los lectores, lo hará.

Ayaka, chica de cabello blanco y ojos azules, piel blanca, casi de parecida a la porcelana, un poco más bajita que nuestro estimado miserable protagonista de esta parte de la historia, y con el que parecía ser un carácter jacarandoso que alzaba los ánimos por donde quiera que estuviera.

Era la chica más estudiosa de su salón, de las mejores notas y la que más se estresaba al momento de los exámenes.

Su uniforme de mujer quedaba siempre impecable con su falda sin arrugas y justamente a media rodilla como lo marcaba el reglamento, su suéter bien puesto, la camisa bien planchada y la corbata debidamente ajustada con un nudo exquisito.

Nunca le habían llamado la atención, como a diferencia de otras chicas por usar maquillaje, tener las uñas pintadas o aretes demasiado llamativos o grandes, por lo que prácticamente era la niña modelo.

De ahí que la sorpresa de Xiao por verla fumando en una zona no permitida de la escuela fuera tan enorme, ya que nadie jamás se pensaría que ella tuviera esas conductas. Curiosamente esa no era sino más que la punta del iceberg.

Xiao esperaba en una esquina más o menos oculta a la vez que fumaba un cigarro, eran las dos de la tarde y la verdad es que el frío ya empezaba a arreciar, mas faltaba mucho todavía.

Esperaba ver a esa chica con colores llamativos o fríos, sin maquillaje o con uno que no se le notara tanto, entre algunas cosas más. Aquella sería la definición que, por ser tan popular en nuestros días, el autor no puede prescindir de ella y esta es que el muchacho la esperaba ver vestida como "una chica básica".

Padre e hijo tenían más en común de lo que pensaban, pues los dos eran fanáticos de los errores crasos.

-Hola, hola. –Saludó alguien, la voz era la de Ayaka, pero el muchacho abrió los ojos de la sorpresa ya que no daba fe a lo que sus ojos veían, incluso el cigarro se le había caído de la boca.

-¡¿A-Ayaka?!

-Sí. –Sonrió ella.

La sorpresa del joven se debía que su contraria vestía una playera negra de mangas largas bastante holgada, una falda larga a cuadros rojos y negros, sus labios estaban bellamente pintados de rojo carmesí, resaltándoselos muchísimo. Por si poco fuera tras esa vestimenta bastante curiosa, ella usaba una collera a la mitad de su cuello, además de tres collares, uno de perlas de plata, uno de tela negra que le colgaba una cruz y el último de ellos, el más largo al llegarle hasta la mitad de los senos, era un collar que sujetaba una imagen de una guerrillera argentina con apellido alemán.

También usaba aretes de cruz en ambos lados, tenía 3 perforaciones en el lóbulo de su oreja derecha y dos piercing hélix en su oreja izquierda.

-Es imposible que seas ella... -El muchacho la comenzó a ver más a detalle, cayendo en cuenta que sí, que era Ayaka sin equivocación. –Princesa...¿pos' qué te pasó? (Ok, no :v) ¿Qué te hiciste?

-¿Nunca te has preguntado qué oculta ese uniforme? ¿Cuáles son mis gustos? Xiao, tú y yo tenemos mucho de qué hablar...aunque puedo ver que tu personalidad está marcada en tu ropa.

-¿Eh? ¿Por qué lo dices?

No es raro mencionar que el muchacho estaba desaliñado, con un pantalón arrugado, un abrigo de tela gruesa color verde avellana y una playera blanca además de tenis Converse desgastados.

(Otra vez) Los Enamorados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora