2.0 Aether, el poeta no tiene a quién escribirle.

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Los poetas tienen una característica en especial, y eso es de cajón, no hay fallas: o están locos, o eternamente enamorados, que es lo mismo, pero no es igual.

Ese era el caso de Aether, un poeta que no tiene a quién dedicarle sus poemas. Miembro del club de letras, aquel dónde entraban los poetas como él, los literatos, los cuentistas y los ensayistas, al club no le hacía falta nada, en realidad.

Hu Tao, una de las chicas del club, le dedicaba sus poemas locos de amor al profesor Zhongli, del que estaba enamorada, pero ella claro que no decía nada de forma pública. El detalle es que eso era algo que todos sabían.

Sacarosa, su mejor amiga del club, era cuentista, y solía recordar las historias que inventaba con su mejor amiga. Por esas fechas, Aether se parecía más a un poeta como Bukowski: uno deprimido y lleno de melancolías.

Hay que mencionar que no había pasado mucho tiempo de que terminó con su novia, Mona, la chica más bella de la escuela, y fue por pura suerte que pudo enamorarla, realmente.

Aplicó una bien conocida: le escribía poemas para dejarlos en su mochila, firmados por su nombre, y ese detalle le encantaba. Siendo los dos del mismo turno, el matutino, y del mismo salón, existía una gran cercanía entre ambos. 

Lo único malo es que tanto él como el que fue su mejor amigo, Albedo, estaban ambos enamorados de Mona, y ciertamente podemos decir sin vergüenza que Albedo, muchacho un poco malhumorado, con rostro de muñequito de porcelana y ciertamente carente de demasiada carisma, no fue oponente para el chico lleno de labia, poeta, también atractivo de rostro, pero alegre por donde se le viera.

Ninguno de los dos sabía que estaban enamorados de la misma chica, fue algo que se guardaban para ellos mismos.

El autor desea empezar esta historia retrocediendo el reloj un año atrás: la fiesta de bienvenida para los nuevos alumnos de la preparatoria.

Fue un evento organizado en la misma escuela, donde el ambiente era muy festivo y lleno de alegría y emoción. Fue cosa de dos meses después del inicio del semestre.

Dos meses bastaron para que Aether y Albedo fueran mejores amigos, manteniéndose callados respecto a sus intenciones amorosas.

Los poemas que el muchacho le escribía a Mona empezaron a circular a eso de las dos semanas, por lo que fue necesario un mes y medio para enamorarla a base de los mismos, y él pensaba declararle su amor de la forma más romántica posible: mientras bailaban lentamente, abrazados juntando sus corazones, como suelen hacerlo los mexicanos. (Nota: se dice que los mexicanos abrazan de una manera tal que los pechos de ambas personas se juntan, ergo, "juntan sus corazones".)

En efecto, así fue, bailaron de forma romántica, sin la más remota pena, mucho menos por parte del poeta, que vaya que se le daba bien conquistar chicas por su labia y sus poemas, aparte de que era muy decidido.

Acabando ese baile, los dos fueron a una de las esquinas obscuras donde la luz del alumbrado público no iluminaba, y ahí se miraron frente a frente sin decirse nada, en realidad.

Es necesario decir que Albedo no fue, no le gustaba estar en multitudes, ese día prefirió dedicarlo a ver las estrellas al ser el que se declaró "la noche con más estrellas del año".

-Fue un buen baile, ¿no crees?

-Sí, bailas igual de bien que escribes poemas.

-Ya ves. –Sonrió él.

Los dos miraron al cielo, notando que, en efecto, el cielo se pintaba con tantas estrellas que parecían infinitas en el cielo, y no fue hasta que Mona bajó la mirada, que Aether le robó un beso en los labios, sorprendiéndola.

(Otra vez) Los Enamorados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora