4.6.-Paso a paso.

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Habían pasado un par de días desde el que Albedo finalmente se había animado a hablarle a Mona, y como no era raro, ya muchos comenzaban a saber que ella era modelo al verla en los anuncios de las avenidas o en las redes sociales, razón por la cual los hombres se pusieron como lobos detrás de un cordero herido al tratarse de ella.

Fácilmente, dos o tres fulanos se le podían declarar a la semana, lo que al muchacho lo ponía nervioso, pues todos tenían un rotundo "no" por respuesta, lo que era de esperarse, pero él jugaría sus cartas de forma diferente, o eso era lo que esperaba.

Él podía ser de uno de esos rechazados de forma definitiva y sin apelación, lo que por supuesto que no deseaba, pues su amor era puro, de hecho, y el autor lo dice quitado de toda pena, él era el único que de verdad quería a Mona y no la deseaba sin más.

A sabiendas de que su poema le había gustado, eso le inspiró a escribirle más, lo que le emocionaba, pues sabía que le gustarían al tener siempre el visto bueno de Ganyu y Keqing, lo que le hacía sonreír de formas que solo lo hacía antes de recibir la noticia de su futuro destinado a la condenación.

Se daba ánimos para que su último año de vida fuera el mejor, no olvidando por supuesto que tenía que darse mucha prisa.

Llegado el momento, y antes de irse a la escuela, el muchacho lustró sus zapatos, planchó su pantalón, hizo su tarea, y hacía su tarea, pues mucha era para días posteriores, quizá al salir invitaría a Mona a comer comida china, pues no se le ocurría algo mejor para ese día.

Apenas salió de su casa, preparó el poema que tenía anotado en un papel, como presentía que seguramente se le olvidaría alguna estrofa o verso por los nervios, la idea sería pegarlo en la pared, aunque el cómo haría algo así es lo que no sabía muy bien.

Por ahora, solo se preocupaba en declamar el poema, sospechaba que lo demás llegaría más bien por añadidura al ser algo más bien secundario, para su suerte es que tenía el coraje de hacerlo ya estuviera ella sola o acompañada ya fuera de sus amigas o de otros chicos, pues algo así demostraría su gran valor y valía.

Entrando a la escuela, la vio, un muchacho le regalaba chocolates, lo que le dio celos, pero claro que de verse reflejado en un vidrio, supo que tendría oportunidad de poder conseguir su objetivo. (Eso me trae recuerdos, yo no es que sea muy guapo, pero en comparación del novio de una chica que me gustaba...vaya que era Brad Pitt, pobre sujeto, parecía tlacuache atropellado xd)

Era guapo, no muy carismático, un poco sombrío, pero una sonrisa autentica de él podía enamorar a cualquiera, solo tenía que desarrollar eso que estaba oculto en su interior.

Apenas ella se desocupó, suspiró pesado, viendo los chocolates con impotencia ya que los tenía prohibidos a toda costa, así que sus ganas de llorar iban en aumento. Sin embargo, Albedo llegaría a tratar de alegrar las cosas.

-Vaya detalle, aunque ya casi no se regalan chocolates hoy en día.

-Ni siquiera lo conozco. Aparte no puedo comer chocolates, la agencia me los tiene prohibidos. Se me antojan tanto, pe-pe-pero tengo que ser fuerte.

-Puedo resguardarlos por ti, a mí los dulces casi no me gustan, así que estarán a salvo conmigo.

-Gracias, es un gesto muy amable de tu parte, pero vamos, que nadie nos vea o podrían malinterpretar esto. -Ella lo llevó del brazo a un lugar apartado, dándole los chocolates, los que él colocó en su mochila, ahí el chico vio la oportunidad de poder hacer algo.

Pegó la hoja en la pared sin que ella se diera cuenta, y fue que, estando en esa posición, reaccionaria.

-No estés lejos de mí un sólo día, porque cómo/porque, no sé decírtelo, es largo el día/y te estaré esperando como en las estaciones...

(Otra vez) Los Enamorados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora