4.13 La hora de la verdad.

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Sabiendo que las cosas no podrían terminar bien, Mona optó por un camino que quizá no era el mejor, pero sí el que le dejaría sin espinas en el corazón. Por lo mismo es que esa mañana para ir a la escuela, se arregló como rara vez lo hacía, pensaba en Albedo mientras se peinaba, mientras se maquillaba, cosa que solo en ciertas ocasiones podía admirársele.

No le importaba más, se veía al espejo y se sabía hermosa, pero ahora más que ayer, pues sí, estaba enamorada, quería negarlo, aunque sabía que no podía y no lo intentaría más.

Por su parte el muchacho, él ayudaba a Klee a ponerse su suéter, a la vez que le amarraba los zapatos, ambos se sonrieron y era hora de apresurarse. Apenas estuvieron listos, su madre los dejó en la escuela, él caminaba tomado de la mano de su pequeña hermana y, dio la casualidad de que vio a Mona cruzar la calle.

La vio a unos quince metros, él tropezó y se fue de bruces contra el suelo por lo impresionado que quedó, Mona se percató de eso y se comenzó a reír, corriendo para ayudar a su contrario. Sabía que todo fue resultado de su belleza.

-¿Estás bien? -Preguntó ella mientras le tendía la mano para que se pusiera de pie.

-Perfectamente. -Sonrió.

-Wha, ¡Mona one-san parece una muñeca muy grande! Oh, qué bonita te ves hoy.

-Sí, creo que eso fue lo que sorprendió a tu hermano. -Rió ella. -¿No es así? -Él no dijo nada, solo balbuceó tontamente.

La pequeña entró a clases, los dos jóvenes ahora tomaron su rumbo para su propio salón. Todos los hombres y algunas mujeres se le quedaban viendo a Mona con sorpresa, claro, era la chica más bella, y maquillada, ni hablar. Y el que la vieran al lado de Albedo, vaya que era de escándalo.

-Lo logró, el maldito hijo de perra lo logró. -Mencionó Bennett, en la lejanía.

-Oye, ¿saliendo de aquí nos vamos a comer unas empanadas de pulpo? Llevo algunos días queriendo comerme unas y bueno, ayer me pagaron. Aparte de todo, tú mismo lo dijiste, un lujito de vez en cuando no me hace mal, y menos si es en compañía.

-¿Pu-pulpo? -El muchacho se lo pensó dos veces, tenía prohibido comer mariscos. De cualquier forma...era una cita que le estaban proponiendo y sería muy estúpido rechazarla, así que se dejaría llevar. De todos modos, había epinefrina preparada en su casa. -Ok, no suena mal. -Sonrió.

Sacarosa veía la realidad, los dos tortolitos se notaban muy felices juntos, mientras que ella, pues bueno, odiaba admitir que era un cero a la izquierda, y malamente esa sería la norma mientras Albedo estuviera enamorado de Mona, lo que parecía ser ya un hecho para lo que restaba de la preparatoria.

El día fue tranquilo, el muchacho no cabía en sí de que Mona le hubiera pedido una cita, y más vale que se fuera acostumbrado, pues la cosa, en la mente de la muchacha, no sería diferente a futuro.

Consecuentemente, apenas ambos salieron, la muchacha tomó del brazo a su contrario para encaminarlo. Él apenas decía algo, ella hablaba de su trabajo, que era un tema que bueno, por ese momento la tenía más o menos tranquila, solo que se había conseguido más contratos de fotografías para diversas marcas, lo que era sinónimo de tiempos de bonanza.

-Me alegra por ti, Mona. Prácticamente ya todos en la escuela saben que eres modelo. ¿Te han reconocido en la calle?

-Infinidad de veces. Me piden autógrafos, fotos...y varias cosas más que prefiero no hablar ahora. Quizá es probable que alguien nos esté fotografiando en este momento. -Sonrió ella.

-¿Qué? -El muchacho tenía un semblante de sorpresa y confusión.

-Estoy bromeando. En primer lugar, si se corriera el rumor de que tengo novio, estaría en problemas. Aparte de todo, solo vamos a comer, ¿eso tiene algo de malo?

(Otra vez) Los Enamorados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora