4.15 Superando obstáculos.

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Lo que era Mona, ella había decidido ir al trabajo de la madre de Albedo, pues tras sobornar a Klee con unas galletas así como jugar un rato en casa, la muchacha llegó al salir de la escuela, pues sabía que ella se encontraría ahí después de las 4.

Siendo recibida al mencionar el nombre de la madre de ambos chicos, le permitieron el paso, aunque claro, no faltaban miradas extrañas, ¿acaso ella tendría otra hija? Mona se presentó como amiga de la familia, sin más ni menos.

Ella la recibió con sorpresa, pues claro que no se esperaba su presencia. Su oficina se encontraba llena de papeles y de cuestiones por hacer, aunque para una amiga tan cercana de sus dos hijos, claro que se daría el lujo de detenerse un segundo.

-Oh, Mona. Aunque rara vez nos vemos, Klee no deja de mencionarte, ya te has convertido en una hermana mayor para ella. Y Albedo...creo que le gustas, no sé cómo se lo tomará Klee, sería extraño, ¿no te parece?

-Sí, bastante extraño. –Rió ella, rehuyendo del tema. –De hecho es de él de quien vengo a hablar. Hay algo que me preocupa.

-¿Tanto así? ¿Por qué no preguntárselo a él directamente?

-Quizá no conoce muy bien a su hijo. Me he dado cuenta que suele mentir para tener tranquilas a las personas, y siento que me guarda un secreto muy importante. –Ella se puso seria. -¿Qué enfermedad tiene Albedo? Me dice que es asma, es solo que...no creo que sea algo tan sencillo como eso.

La madre del muchacho simplemente entristeció su semblante. Él no era el único que sufría el hecho de que quizá le quedaban menos de seis meses de vida, sus padres también lo tenían muy presente, sin nada ni nadie que pudiera ayudarlo.

Mientras ellas platicaban del tema, Albedo jugaba un rato con Klee a condición de que después tenían que hacer la tarea. Pues bien, apenas terminaron, Klee cayó dormida, lo que a él hizo que se le marcara una vena en la frente.

-Vamos, teníamos un trato, debes cumplir lo que prometes, sino no volveré a jugar contigo.

-Ahhh, pero no me gusta, es aburrida.

-Ya te lo he dicho antes. Es como la comida que no te gusta, debes de comer lo desagradable antes para después darle un buen mordisco a aquello que te gusta...aunque aquí hicimos lo contrario. Rayos, error mío. –Él se llevó las manos a la frente.

-¿Y si primero dormimos un ratito?

-No, ya conozco esa, así que ni modo. Mientras más te tardes en empezar, más tardarás en terminar. No hay nada como trabajar bien para luego descansar bien.

-Ayñ. Está bien. -Klee hizo un puchero, aunque se levantó de su cama para ir por su mochila. Claro que Albedo le ayudaría con las cuestiones básicas.

Una vez terminaron, el muchacho llevó a su cama a su hermana, dormiría hasta que llegara su madre, quien la bañaría, y posteriormente cenarían para dormir una vez más. Le dio un beso en la frente después de arroparla, enternecido. Ella era la razón por la que no había caído en la locura con tanta cosa que pasaba en su vida.

De regreso con Mona y la madre de los pequeños, la primera de ellas lloraba a borbotones, con el corazón destrozado. Ya negaba su amor a Albedo por el bien de ambos, eso no quitaba que lo quería y apreciaba mucho, y el saber que tenía los días contados, le dolía. La madre de ambos simplemente se secaba una humedad de los ojos, pues ya había llorado lo suficiente ese asunto.

-No pensé que fuera así de grave...¿solo seis meses?

-Quizá menos. Quisiera no trabajar y que él no fuera a la escuela para estar todo el día junto a él. Que muera un hijo no es fácil, y saber que morirá, quizá me duele más que a él, no puedo decirlo. Ojalá pudiera darle todos los años que me restan de vida. No le comentes nada, se sentirá menos, y eso es algo que a él no le gusta. No sé qué sean tú y él pero no te separes de su lado, dale fuerza, que falta le ha de hacer pero no quiere decírselo a nadie.

(Otra vez) Los Enamorados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora