3.8 Malentendido.

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Habían pasado dos semanas desde que ocurrió lo del asunto de Lumine y Tartaglia. El muchacho seguía teniendo ciertas atenciones, halagándola más que nada, algo que le levantaba un poco la moral siempre que sentía que era menos atractiva que Ayaka.

De cualquier manera, Keqing le advirtió que si para él era la más bonita, quizá para Xiao era la segunda. Al final de todo, los gustos no solo se basan en lo físico, sino en lo que busca la otra persona.

Por ejemplo, para Tartaglia podría resultar para nada atractivo el que Ayaka tuviera perforaciones o vistiera como lo hacía, prefiriendo a Lumine por sobre todas las cosas. Irónicamente, lo que más le gustaba a Xiao de la muchacha de cabello blanco era, justamente, ese lado rebelde que tenía.

Aun con esas, la moral se le subía a la chica, en el sentido de que eso la ayudaba a no sentirse fea aunque no lo fuera, le ayudaba mucho y la relajaba.

Ese mismo día, Tartaglia aplicaría una que lo tenía nervioso, ¿en qué sentido? No era algo simple ni por asomo, se trataba de nada más y nada menos que pedirle una cita a su enamorada. Sería la primera que ambos tendrían, de ahí que estuviera nervioso.

Si bien es cierto que le dijo que no era para nada necesario que se maquillara o usara algo para verse más linda de lo que por sí ya era, él quería verla de nuevo con esas pestañas que le parecían tan hermosas, ver esos labios resaltados por el carmín, oler un aroma único al mezclarse un buen perfume con su olor natural.

El problema recaía en que ella era quien tendría la última palabra y la que decidiría si es que iría o no maquillada. Las palabras son muy poderosas, y lo único malo de ese asunto es que Tartaglia no las usó como le era más conveniente, todo lo contrario: se dio un tiro en el pie.

El punto radica en que ese día llevaba ya preparados unos aretes que le regalaría por el hecho de ser una primera cita, aunque lo malo es que todavía faltaba que ella le confirmara. Eso haría notar algo muy obvio: que él no era cualquiera, pues pocos regalan algo en la primera cita, demuestra no solo más interés, sino que demuestra la gratitud que se tiene por el tiempo de la otra persona.

Teniendo eso en cuenta, el muchacho prefirió serenarse al ser ya casi la hora de tomar caminos separados, ambos se encontraban en el autobús, comentando un poco de su percepción del día, había sido relativamente tranquilo.

Justamente en ese momento, Lumine no pasaba por el mejor de los momentos ya que notaba que, día con día, Xiao se apartaba cada vez más de ella, pasando casi todo su tiempo con Ayaka. Otra cosa que la tenía, más que molesta, triste, era ver que su enamorado echaba en saco roto lo que le decía, refiriéndose precisamente al asunto de las peleas.

Curiosamente, otro que también andaba todavía por los mismos rumbos era Tartaglia, quien tenía sus encontronazos con algunos, pero su rostro quedaba limpio por la diferencia de altura, sus hombros y tronco en general eran los marcados por los golpes.

Eso no se notaría a no ser en un espacio ya muy personal, incluso rosando en lo íntimo.

Faltando algunos minutos para que el autobús llegara al lugar donde él bajaría, finalmente decidió actuar. Se aclaró la garganta tras unos segundos de silencio, desacomodándose un poco la corbata para no sudar mucho.

-Oye...¿tienes algo que hacer el sábado?

-Seguramente no. -Comentó, desganada. Cierta persona ya no salía con ella los días libres, incluso cuando las clases se acababan temprano los días jueves.

-Pensaba que. -Él hizo un par de ademanes con las manos. -Que podríamos ir a algún lado, hacer cosas que te parezcan divertidas.

La propuesta era interesante, por supuesto, el detalle recaía en que Lumine no se encontraba del mejor ánimo en ese momento, por lo que prefirió simplemente pensarlo con más calma.

(Otra vez) Los Enamorados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora