1.15 ¿Amor?

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Desgraciadamente para el ya no tan miserable muchacho, Lumine había dejado de hablarle, y eso que ya no era tan seguidas las veces en que entablaban una conversación.

Siendo ella una buena amiga suya, y su primer amor, la verdad es que aquello le dolió mucho, de forma terrible, no pensó que su noviazgo con Ayaka le fuera a traer un problema de esa magnitud.

Él lo reflexionaba de una forma tal en que minimizaba la molestia de la chica, viéndola de una forma un tanto aniñada.

-¿Se enoja por algo como eso y me deja de hablar? No tendría por qué...

El autor se guarda mencionar qué pasó en realidad para un poco más adelante, por ahora tratemos otros asuntos relacionados.

La obra que el muchacho estaba escribiendo, y que una vez terminó el guion tras haberse pasado una semana, definitivamente le destrozaba el corazón a cualquiera que lo leyera.

Era su autobiografía hecha obra de teatro, todos los sucesos eran idénticos: la muerte de Guizhong, el abandono de Zhongli, los abusos de sus tías, la mano ayuda que lo sacó del pozo, una transición ya un poco diferente, pues en la historia él no buscaba como tal una redención, ya que al final asesinaba a tiros a su padre.

Aquel final no le terminaba de convencer. Las balas no representaban plomo, sino era todo lo quería decir a su padre de una forma tal que fuera como si le disparaba. No obstante, un final así no demostraría avance alguno del personaje, como si nunca hubiera cambiado.

Él sí estaba cambiando, debiéndose a una persona muy en específico que adoraba de forma ciega y con total confianza: Ayaka.

La mujer que lo había aconsejado de manera siempre correcta, que deseaba encontrarse a su lado incluso en sus momentos de mayor miseria. Palabras simples para otros, y en cuanto a Xiao, era como si le dijeran aquello que siempre quiso escuchar, que le obsequiaran lo que deseó desde que tenía memoria: el calor que solo el amor puede transmitir.

Se había vuelto un adicto a los abrazos, a todas horas, en cualquier lugar, deseaba estar abrazado a Ayaka, sin un solo milímetro que los separara; al fin tenía lo que deseó con enorme intensidad.

Estando ella en el club de letras, el muchacho se había dedicado a estudiar un poco los poemas para quizá dedicarle uno a su amada novia, no se sentía capaz de escribirle uno.

Por vez primera hacía algo parecido a lo que estaba por hacer: regalar flores. Eran muy hermosas, de colores blanco y rojo, siendo el blanco, irónicamente, el color favorito de su novia y el rojo era nada más y nada menos que el amor que sentía por ella.

La forma en que se los daría sería el verdadero regalo. Sacrificando un tiempo para sí, que muchas veces le consideraba necesario, aunque por aquella ocasión, y tratándose de su mujer especial, lo haría sin dudarlo.

Llevaba las flores, entraba al club de letras que solamente era por las mañanas, de ahí que ella, siempre que tenía esa clase, fuera temprano a la escuela.

Abriendo la puerta con cuidado, y respirando hondo, él se adentró en el salón, viendo a tres personas: un chico que no conocía pero le sonaba bien parecido por alguna extraña razón, una chiquilla de lentes de botella que se notaba muy ñoña y, a su vez, muy tierna, y finalmente pudo reconocer la espalda de Ayaka, así que sonrió con alegría.

-¿Alguien pidió flores? –Cuestionó con su voz natural, pero hablando un poco alto, ella se sobresaltó, volteando a ver de inmediato, llevándose una cálida y agradable gran sorpresa al mirar a Xiao con ese ramo en sus manos.

-¡Xiao! –La chica se levantó de un salto solamente para abrazar al mencionado con una enorme fuerza, besándolo de mil y un formas. Su corazón rebelde se había conmovido.

(Otra vez) Los Enamorados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora