1.3 Guerra y paz.

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El lector más o menos imaginará que la relación de Xiao con su padre era más bien tibia, ya que rara vez se veían en casa, casi para cenar únicamente, pues el trabajo no permitía verlo.

Los fines de semana no eran precisamente de descanso para alguno de los dos, por lo que tampoco podían verse muy seguido los días sin clase.

Un sábado por la mañana, que era de las pocas ocasiones en las que Xiao y su padre estaban juntos, el mayor de ellos preparaba el desayuno, que sin duda se notaba apetitoso en buena regla.

-Quince años viviendo solo me han servido para aprender a cocinar. -Sonrió él, poniendo el plato frente a su hijo, acariciándole tímidamente la cabeza. -¿Qué solías desayunar con tu tía, chico? ¿Quisieras que un día de estos te haga algo igual?

-Desayunaba pan solamente. Además...mejor haz lo que se te dé mejor.

-Éste no es mi desayuno especial, pero espero te guste. -El mayor se sentó frente al muchacho, sirviéndose un café muy cargado. -¿Ya sabes que club escogerás? ¿Qué se te daba bien? Tú tía me contó que eras bueno en los deportes, que eras muy fuerte.

-No exactamente.

El joven Xiao lo recordaba todavía, esos años de cargar cubetas, palos, libros, cajas, él había tenido que desarrollar mucha fuerza por obligación más que por gusto. Únicamente eso le había afectado, además de la leve desnutrición a la que fue sometido por varios años, que no creciera.

Su padre era un hombre de más de un metro con ochenta, su madre llegó a medir un metro con setenta y cinco. El joven Xiao medía 1.65, lo que no era de esperarse al ser hijo de dos padres de alta estatura.

Opciones había muchas, su padre le contó de los clubes que había, en cuál se podía desarrollar mejor según él pensaba y le había contado su tía, lo único malo es que él no tenía ni la menor idea de que esa vida que pensaba era una farsa de lo más vil.

No había boxeo, nada que tuviera que ver con peleas, así que la realidad es que a Xiao no le interesaba nada, pero tenía que escoger de forma obligatoria.

Teatro le pareció algo interesante, pues quizá si es que interpretaba los papeles del miserable, de aquel que era la victima podría desahogarse un poco de todo lo malo que le había sucedido hasta ese día.

No sabía muy bien por qué, pero eso le agradaba, así que se decidió por ese club.

Su padre se extrañó, pero le agradó bastante la idea ya que se hacían obras de teatro 3 veces por semestre, lo que era más o menos una vez cada dos meses. Sería interesante verlo actuar arriba de un escenario.

Xiao estaba acostado en su cama, preparado para dormir tras un sábado realmente aburrido. Tenía la ropa del día puesta, y pensaba dejársela ya que, a pesar de tener una buena pijama que le compró su padre, él ya se había acostumbrado, tras casi 14 años de ser lo mismo, a dormir con la ropa puesta.

Mensajeaba con su prima Ganyu, ella no escogería club ya que, a presión de sus padres, entró al Consejo Técnico de la escuela, que era algo que daba "estatus" supuestamente.

Las peleas de Xiao comenzaron en realidad pronto, ya que se había topado, en una salida donde ya la calle estaba oscura por ser casi las 8 de la noche, que dos gorilas amenazaban a un chico que era incluso un poco más bajo que él.

Xiao, sin en realidad pensárselo, se lanzó a la brava de una forma bastante curiosa.

-¡Cuidado! -Gritó, uno de los gorilas se volteó solamente para recibir un golpe en la mandíbula que lo dejó en el suelo.

El otro reaccionó un poco más rápido, lanzando un golpe que el joven boxeador logro esquivar. Ganyu pasaba por ahí junto con otras chicas, por lo que se sorprendió muy a mal cuando vio a su primo pelearse en mitad de la calle con alguien que le sacaba 20 centímetros, y que además había otro fulano en el suelo.

(Otra vez) Los Enamorados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora