2.5 Aquí vamos de nuevo.

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Aether salía del baño, confundido, nervioso, temeroso de encarar a esa muchacha que ya había fotografiado antes, que conocía todas las facciones de su rostro, de los movimientos de su sonrisa. La creía conocer, pero siempre habrá algo desconocido ante unos ojos que no permiten ver más allá de lo mundano.

¿Qué era eso desconocido? Uno puede forzar la vista para que las cosas se aclararen aunque sean de lo más diáfanas, en este caso, era sobre la belleza de Amber.

Nunca antes la había visto tan bella, tan radiante, tan luminosa. Esa sonrisa llena de vida y júbilo pocas veces se podría ver no solo en Amber, sino en cualquier muchacha.

Era irreal, más que mágico, ¿cómo es que jamás se había dado cuenta? La tristeza trae consigo una ceguera inevitable que nos impide ver lo más bello, pero cuando se cae, volvemos a ver las luces de una manera completamente nueva.

El autor ahora dice, y no solamente dice, sino que lo apuesta, que si Aether hubiera visto antes a Amber que a Mona, se hubiera quedado enamorada de la primera. Ahora que volvía a ver después de todo el dolor, sucedió lo que quizá hubiera pasado en un comienzo.

Apenas salió, Amber se acercó a él, mirándolo preocupada, empeorando la situación que él desviara la mirada y se notara nervioso hasta en su sombra.

-¿Qué te pasó? ¿Te sientes mal?

-Se me pasará, estoy convencido de ello, no te preocupes. Como dije, me mareé, no es grave. -Seguía intentando engañarse a sí mismo.

Con ese semblante entre asustado y sorprendido a mal, la muchacha daba la impresión de parecer una ovejita inmaculada, por lo que su belleza resaltaba más y más. Las flores, cuando apenas se abren, son de lo más hermosas, especialmente si son rojas y de textura sedosa. Habría que precisar que no había rosa más roja ni más bella que ella, mucho más que cualquier rosa recién abierta.

Era difícil comprender ese significado, pero ya estaba en el corazón del muchacho. Como diría el buen Platón, faltaba redescubrir lo que ya sabemos y se encuentra en las Ideas, salvo que Aether tendría que buscarlo en su corazón, que parecía estar vacío.

"Pienso luego existo" famosa frase que más de uno en la audiencia ha de conocer. El muchacho pensó un momento que estaba enamorado de su mejor amiga, así fuera para descartar esa idea de inmediato. Sin embargo, aquello que parecía imposible, comenzó a existir en ese preciso momento.

Ambos fueron a su salón, él no quería decir apenas nada, se sentía incómodo, pensaba y repensaba lo que sentía su corazón, tratando de enterrarlo inmediatamente, pero, por más tierra que echara, jamás lograría nada, era un hoyo que no se llenaría a menos que fuera con amor.

-¿Puedo ver la fotografía que tomaste? Pareciste sorprendido, ¿salí bonita? -Preguntó ella, un poco apenada.

-Ba-bastante, si tengo que decir algo. -No la miró a los ojos siguió fijo en su frente, sacando de su mochila la cámara, Amber se miró y no daba fe de lo que veía ahí.

Si alguna vez se había sentido fea, ya no tenía por qué hacerlo nunca más. Sin duda alguna, parecía la chica más linda que alguien pudiera ver con esa sonrisa tan autentica y ese peinado tan espectacular. Cualquiera podría enamorarse de ella, y eso abarca a cualquiera, sin equivoco alguno.

-Vaya, que hermosa me veo, eso me impresiona mucho. -Dijo ella, emocionada. -¿Podré enamorar a alguien con esta fotografía? -Preguntó ella, mirándolo directamente, él desvió sus ojos a su frente, no podía verla a los gemelos.

-S-sí, lo apuesto, es más, iré a llevarla de una vez a la dirección editorial, ¡nos vemos luego!

Escapando de la escena, Amber se extrañó, solamente esperaba que algún chico le dijera algún cumplido, sintiéndose completamente impaciente de que eso ya sucediera.

(Otra vez) Los Enamorados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora