2.16 Sin tregua

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Los dos jóvenes estudiaban en la casa de la muchacha. Faltaba un poco para ir al trabajo, al ser sábado, se entraba más tarde de lo normal.

Noelle se encontraba pegada a su contrario, copiando cosas de su libreta, dedicándole pequeñas sonrisas de vez en cuando, fingiendo que no sabía o no terminaba de entender para que su enamorado le explicara.

-Vaya que eres listo, eso me gusta mucho. ¿Qué haría sin ti, Aether?

-Vamos, también eres inteligente, no me necesitas.

-Quizá no, pero me alegra contar siempre contigo. -Sonrió ella.

Esa sonrisa ya comenzaba a calarle fuerte al corazón del muchacho. Seguía resistiendo, ¿pero por cuánto tiempo? Noelle había hecho las cosas bien, ahora aplicaba la misma técnica de Mona: no dejar que viera a ninguna chica.

Sin embargo, eso le era difícil, no quería ser posesiva, ni por asomo, le parecía tan egoísta, tan ajeno a su naturaleza, y de todos modos sabía que era necesario. El jugar limpio no siempre es lo más adecuado, no se puede ser cordero entre lobos, dirían por ahí.

Los dos comían pastelillos de forma entretenida, vaya que eran muy ricos, pues tenían un ingrediente secreto: el amor de una adolecente, aquel que empuja a no hacerle caso a razón y cometer locuras. En una palabra, el más puro que pueda existir.

Él también la halagaba en ese sentido, y ella disfrutaba de recibir esas palabras, que la hacían sentirse especial. Solamente se cuestionaba, ¿Aether le decía los mismos cumplidos a otras chicas?

Como fuera no una verdad, no lo haría. Sus palabras eran sinceras, rara vez solía mentir, como no fuera para salvarse el pellejo.

Al llegar la hora de irse, ella sacó un sobre de sus bolsillos.

-No la vayas a leer hasta que llegues a tu casa, ¿de acuerdo? -Pidió, de forma tímida.

-¿Qué es?

-Es una sorpresa, pero estoy segura que te encantará. -Sonrió, alegre.

Simplemente se despidieron en la puerta de la casa de Noelle, ella no trabajaría ese día al ser su descanso. Sin más, le dio ese típico beso, ahora no tan cercano a la comisura de sus labios, pero que igual le dejó su pintalabios marcado, ese que sabía a frambuesa.

Justamente como Noelle lo pidió, Aether no abrió la carta hasta que llegó a su casa en la noche, sintiéndose un tanto cansado, con sueño, pero debía hacer eso último, que no podía aplazarlo en caso de ser importante.

Sorprendentemente, en el sobre se encontraba una carta, como no podía ser raro. Lo curioso de todo no era eso, sino que era una fotografía polaroid de Noelle, no era una con tintes eróticos ni mucho menos, todo lo contrario.

Apenas el muchacho abrió el sobre, se encontró con ese perfume tan característico de la chica, aquel al que ya se había acostumbrado, y ciertamente le era agradable en varios sentidos.

Hay que mencionar que, además, en el sobre se encontraba el pétalo de una rosa, si bien no fresca, seguía estando lo suficientemente fresca, lo que era un lindo detalle. Ésta tenía tallado con un alfiler, el nombre de Aether.

La fotografía de la chica, hay que decir, había sido tomada por Ayaka, quien ahora era la asesora de Noelle en cuanto al amor se refiere. Ella era compañera de club de su enamorado y, por si poco fuera, conocía la historia de amor que tenía con Xiao.

Como Hu Tao ya no la asesoraba al darse cuenta del craso error que cometió anteriormente, Noelle, evidentemente, buscó ayuda de alguien más. Eso sí, la rebelde muchacha era muchísimo más medida en cuanto a sus consejos de amor se refería.

(Otra vez) Los Enamorados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora