Kita 6

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Breve aclaración de algunos conceptos:

En este capítulo y en los siguientes, voy a hablar del día de fin de año y de los días previos al mismo, por lo que se hablarán de algunas tradiciones japonesas. Las explicaré un poco antes de comenzar el capítulo y sois libres de leerlas si os interesa esta cultura y no conocéis los aspectos siguientes.

En este capítulo, por ejemplo, se hace mención al kadomatsu. El kadomatsu es un adorno de bambú y pino que se coloca delante de las entradas en las casas. Esto proviene de la tradición sintoísta, ya que se piensa que los dioses (kami) visitan el mundo terrenal durante Fin de Año y se instalan en estos adornos temporalmente. Después regresan al mundo divino.

Otra tradición son las limpiezas masivas que se organizan por todo el país para "expulsar" la suciedad de todo el año.

Finalmente, el último día se suele cenar soba o udon, que son básicamente fideos con cebolla y poco más (aunque en la región de Kansai se suele añadir tempura). Algunas familias, antes de cenar, ven un programa en la televisión llamado Kōhaku Uta Gassen, el cual consiste en un concurso entre cantantes del país (divididos en dos equipos). Después, algunos japoneses hacen su primera visita al templo de la ciudad o al más próximo. Otras personas prefieren esperar al día siguiente. Cabe decir que en casi todos los templos budistas de Japón se darán 108 campanadas a lo largo de toda la noche para recibir el nuevo año. Las 108 campanadas reflejan los 108 defectos del ser humano según el budismo (muy brevemente explicado, pero no me quiero extender mucho más)

Aclaradas estas curiosidades, os dejo con el capítulo. 

P.D. Perdonad que haya tardado dos semanas, pero la universidad me está asfixiando un poquito :')

***

Las semanas siguientes pasaron muy rápido y estuvieron repletas de momentos rutinarios. A medida que se acercaba el último día de diciembre, Japón se regocijaba en sus últimas obligaciones y algunos adultos comenzaban con sus festejos privados. Mi abuela, de hecho, era una de esas personas que, si bien procuraban no beber mucho alcohol durante todo el año, se permitía el lujo de hacerlo a diario en la última semana.

Aquellos días finales, al igual que todos los estudiantes, los alumnos del Inarizaki comenzamos con las limpiezas a fondo de nuestra preparatoria. Ayudándonos los unos a los otros, retiramos muebles que no se habían desplazado en casi todo el curso para eliminar cualquier rastro de suciedad que encontráramos. Se llevaron a cabo otras tareas más entretenidas y se continuaron con nuestras obligaciones. Los de tercero no descansábamos ni un momento, pero eso para mí estaba bien. Nuestra escuela era exigente en todos los aspectos, más que muchas otras de la prefectura, por lo que no es de extrañar que nos forzaran a dejarlo todo preparado para la entrada del año nuevo.

Exámenes, ejercicios de repaso, entrenamientos. En esencia, la rutina seguía siendo la misma pero, de un modo evidente, la ciudad cambiaba y lo llenaba todo de un espíritu diferente. Los estudiantes que recibían sus notas salían en masas discutiendo sobre ellas, quejándose o celebrándolo según hubieran salido. En lo personal, acabé muy satisfecho con mis resultados, al igual que mis compañeros de tercero. No quise indagar mucho en las notas del resto del equipo, pero supe con orgullo que tanto los de segundo como los de primero aprobaron sus materias. Oí a algunos quejarse de que les habría gustado adquirir una mejor calificación, pero supieron animarse los unos a los otros: todavía quedaban unos meses para el fin de curso. Eso, para mí, implicaba el inicio de una nueva vida.

Me consolaba saber que no era ni por asomo el único que se enfrentaba a esa realidad.

Durante el almuerzo de una mañana, Akagi decidió hablar de ello. Solo estábamos nosotros cuatro, así que era el momento perfecto para quejarnos en grupo de nuestras preocupaciones.

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