Suna 5

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Los días posteriores al partido de prácticas contra el Kumakawa fueron muy intensos para el equipo. Aunque les hubiéramos ganado casi todos los sets, nos sirvió de mucho para saber qué debíamos rectificar de cara al Torneo Nacional. Cuanto más cerca se encontraba este, más agitados estábamos. Teníamos que lidiar diariamente con varias discusiones de los gemelos, que sacaban de quicio a todo el mundo, al tiempo en que nos machacábamos mucho en los entrenamientos. Terminábamos las jornadas de la manera más exhausta posible.

También hablamos varias veces de Jun Arai. Mientras que Atsumu solo decía cosas negativas de él, Gin intentaba aportar una visión más empática y hablaba de un posible pasado turbio y pesimista. Aquella perspectiva era demasiado cliché para Osamu y, en el fondo, también para mí. Podía ser real pero no dejaba de ser repugnante la forma en que Jun trataba a los demás. Y eso, viniendo de alguien como yo, sonaba alarmante.

Esos días, además, mi hermana venía a todas las prácticas con mucho entusiasmo. A pesar de que quiso ver nuestro partido contra el Kumakawa, yo le recomendé que lo mejor era no hacerlo. Sabía que habría muchas discusiones y mucho desprecio y no me apetecía verla envuelta en conflictos. Además, aunque no quisiera admitirlo entonces, sí que me distraía tenerla allí. Aiko alejaba de mí todo lo malo y me convertía en alguien paciente y tranquilo. Como es evidente, no podía permitirme ser así en un partido y mucho menos si era contra el Kumakawa. Necesitaba toda mi agresividad y mi frialdad para anotar puntos y disfrutar del enfrentamiento. Tal vez fuera un motivo egoísta para impedir a mi hermana asistir al partido, pero no quería que viera esa parte de mí que tanto fastidiaba a mis adversarios.

La última mañana de Aiko en la ciudad, me desperté muy temprano por la madrugada y no pude dormir más. Di vueltas en la cama, nervioso y desesperado, buscando la postura adecuada y aporreando la almohada para que adquiriera la forma que necesitaba. Cuando vi que no iba a ser así, encendí la lámpara de la mesita y me puse a leer manga hasta que la alarma de mi móvil sonó. Chasqueando la lengua y maldiciendo mi suerte, salí de la cama.

Después de asearme y de vestirme, me asomé al dormitorio de Aiko para comprobar si seguía dormida. Al ver que así era suspiré aliviado y bajé a desayunar. Sin apenas intercambiar palabras con mi padre, quien seguía perfeccionando el artículo de Atsumu y trabajando en las ideas del próximo, me marché al punto de encuentro con los Miya.

En uno de los recesos entre clases, Osamu abrió un paquete de frutos secos y otras golosinas y nos lo comimos a medias. Él miraba por la ventana y yo apoyaba los codos sobre su mesa cuando decidí hablarle de Aiko.

–Hoy se va mi hermana.

Osamu se volvió hacia mí dándole un sorbo a un batido proteico de chocolate.

–¿Hoy?

Me llevé una rodaja de boniato frito a la boca. Lo saboreé. Estaba rebozado con alguna clase de aglomerante salado que contrastaba peculiarmente con su sabor dulzón.

–Por la tarde –añadí mientras masticaba–. Se pasará por el gimnasio para despedirse de todos y luego mi tía vendrá a por ella.

–Ojalá lo hubiera sabido antes –dijo a media voz y con los carrillos llenos–. Tu hermana me cae muy bien, echaré de menos verla en el banquillo garabateando sobre su cuaderno.

–Creo que ella a ti también.

Osamu era el que mejor se había adaptado a Aiko. A ella le gustaba enseñarle sus dibujos y se sentía cómoda teniéndolo cerca. En el fondo, creo que le recordaba un poco a mí, aunque él era mucho más educado con la gente. Cuando Aiko me mostraba sus dibujos siempre le pedía más y me quedaba tan fascinado como la primera vez. Osamu compartía mis reacciones y hasta llegó a decirle que se convertiría en una gran artista. Atsumu y Gin también se sumaban a sus halagos y mi hermana volvía a casa con las mejillas del color del atardecer. Lo mejor de todo es que hasta el último de los cumplidos era completamente genuino, lo cual me hacía sentir a mí más orgulloso que a ella.

Más allá: InarizakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora