Ashton
Sólo un paso, paso más y serás libre.
Un paso más y llegas a la cama.
Caigo como un árbol. Estoy molida. Agotada. Ahora recuerdo porqué descuide la universidad, balancear las cosas era complicado, fotos, clases, estudio de pasarela, clases, publicidad para la marca, clases... y solo había pasado dos días.
Joder...
Me acurruco en lo que queda de mi cama. La propuesta de Dylan me salió en buen momento, María había firmado con una marca española, se mudaría en dos semanas y pagar todo el alquiler del departamento me costaba un riñón.
Bueno al menos podía dormir un rato.
—Ash los de la mudanza ya llegaron.
—¿Por qué?
Lloro lagrimas inexistentes. Me levanto del colchón y me arrastro como puedo al salón donde María ya comienza a dar instrucciones de lo que cargar al camión.
Suspiro. Otra mudanza más, quizá tengo una maldición, nunca puedo tener nada estable.
En ningún ámbito.
Mi teléfono suena.
—Diga
—¿Señorita Ashton?
—¿Karim?
Oigo un suspiro en la línea.
— Vallahi, bana sabir ver. Señorita Ashton se le olvido que tenía que ir a firmar los papeles de la anulación ¿Verdad?
Oh mierda.
—Perdoname Karim lo olvide completamente.
Como el hecho que llegabas hoy.
—Señorita Ashton…
—Dame quince, llegare lo más rápido que pueda.
Me giro a María que claramente había oído parte de la conversación y me tiende las llaves de su convertible.
—Un regalo —me dice lanzándome las llaves, la veo atónita, se me renuevan las energías, me dan ganas de saltar, cantar y gritar—, no lo puedo llevar conmigo, además necesitas urgentemente un medio de transporte que no sea Jesse.
Suelto un chillido muy raro en mí y salto hacia ella llenando su cara de besos
Tengo un convertible bebe.
—Te amo, te amo, te amo —grito—, lamento cuando dije que eras una perra, eres un amor...
—Sí, sí, soy lo máximo. Yo me encargare de llevar las cosas a tu nuevo depa, no hagas esperar a tu niñero.
Quiero decirle que Karim no es mi niñero pero… a la mierda.
¡Yeih!
Tengo un auto, corro hasta el estacionamiento y veo el convertible negro estacionado en una esquina. La imagen de Rizzo en Grease aparece en mi mente y me lanzo contra el auto.
No sale bien.
Mi cabeza golpea los cambios y mis canillas golpean el parabrisas, ignoro el dolor, tendré tiempo para practicar porque tengo un auto. Meto la llave y suena como gatito. Maúllo yo también y comienzo la marcha.
Entonces, mi muy odiada y masoquista conciencia me recuerda a lo que voy.
Mi nivel de felicidad baja unas escalas. Gano un auto pierdo un esposo.
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Desastrosos Felices para Siempre
ChickLitTodos dicen que casarse con el hombre de su vida es un cuento de hadas. No podrían estar más equivocados. La vida de la chica de Hollywood, Ashton Wood, está a punto de quedar patas para arriba. Comenzó con un estás castigada, en el medio hubo una b...