Capítulo 2

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No podía describir la sensación que tenía en estos momentos.

Ansiedad.

Resignación.

Miedo.

¿Felicidad?

No podía decir exactamente cuántas veces soñó con este escenario, con este traicionero final donde finalmente podría reclámalo como suyo, la niña dentro de ella se regocijaba en emoción ya que desde joven se lo imagino, pero ciertamente por algún tiempo, dejo de hacerle ilusión pero ahora solo se sentía como un sueño, uno en que se casaría con la misma persona que ahora la esperaba en el altar, uno que se hacía verdad con cada paso...

Uno que temía saber el final.

Por dios tenía los pies tan fríos en este momento, como el trasero de un pingüino, era una cobarde pero mientras la arrastraban al centro de las gigantes puertas que se abrían a su escalofriante futuro se decía que era valiente. Unas ganas inimaginables de huir se asentaron en su estomago, dándole paso a muchas moscas, porque este no era el dulce sentimiento de las mariposas, que se amontonaban hasta en sus pulmones y impidiéndole respirar.

Eso o el vestido la estaba ahogando.

―No respiras, ¿estás bien?

El asistente de su padre se giro a verla, su asustada mirada se asentó en sus ojos. Solo esperaba que la pequeña tuviera suerte, que su relación marital fuera mejor que la de su señor.

Pero por como temblaba en estos momentos cualquiera creería que estuviera esperando la hora de ser llamada a la orca.

El padre de Ashton era un emir, y su madre una de sus tantas mujeres, pero completamente diferente a ellas, nunca llegaron a casarse porque ella no quiso ser una de tantas, no quiso aceptar la sumisión femenina de la cultura y su padre vio por conveniente, cumplir sus caprichos y deshacerse de ella, que llevársela consigo a una cultura diferente en la cual posiblemente solo le causara deshonor.

Habia preferido, a pesar de sus costumbres, liberarla que quedarse con ella.

La niña nunca habia conocido a su padre o la cultura de la que formaba parte, el único lazo que tenia con él era su asistente, y él era quien habia cuidado de ella ni su madre o padre habia sido Karim.

Y ahora él tenía que ver a quien habia sido su hija casarse por un mal entendido.

―No quiero... ―suspiro ella, dejando entrever finalmente todo lo que en silencio aguantaba.

¿Qué podía hacer después de todo? No habia manera de librarse de ello.

―No quieres casarte.

No ―pensó Ashton―, o al menos eso dice mi cerebro

―No se... no...podríamos...

¿Detenerla?

¿Retrasarla?

¿Pararla?

―Lo haría si pudiera, señorita.

Ashton mira a Karim quien da un paso atrás cuando las puertas se abren, despidiéndome con una leve inclinación de cabeza antes de marcharse.

No quiere estar presente para ver a su pequeña destruyendo su felicidad.

****

Ash

Miro aterrada al frente, mis piernas temblando conforme comienzan las primeras notas de la marcha nupcial.

Mi canto fúnebre hecho una saliente música.

Desastrosos Felices para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora