Ashton
Antes que pueda decir algo mi cuerpo recibe un golpe, que me manda volando contra la pared, mi cabeza golpea el cerámico y me quedo sin aire, desorientada intento fijar la mirada en lo que está pasando. Alguien entra y veo como esos hombres le disparan sin piedad.
Son asesinos a sangre fría, ya mataron a dos personas sin remordimiento, Dios mío, por mí culpa las acabaron, porque me quieren a mí. Tomo aire preparándome para gritar pero lo suelto lentamente.
No te atrevas a gritar Ashton. No lo hagas.
Mi conciencia se apresura a reaccionar. Y tiene razón, estoy a su merced, no me conviene pelear, mucho menos gritar por ayuda.
No puedo gritar, si grito alguien puede venir, y ese alguien puede ser Becca o incluso Abby, están armados y son peligrosos, la sola idea hace que mi voz desaparezca por el miedo. Debo sacarlos de aquí.
Fijo la mirada en los hombres quienes también parecen estar inspeccionándome, y los reconozco, son los que nos estaban siguiendo desde hace días, las personas que nos siguieron en el cementerio y ayer, finalmente decidieron aparecer. Y de la peor manera posible, veo los cuerpos, la sangre escurriéndose por todo el piso, las náuseas y los temblores comienzan.
Contrólate Ashton, no muestres miedo. Respira.
―Si no quieres el mismo destino preciosa, deja tu celular, tus cosas y ven con nosotros. ―me dice un hombre albino, su cara marcada con cortes que le dan un aspecto aterrador.
Frunzo el ceño, siento el celular de Jesse en mi mano, mi celular en mi cadera quema, recordándome que sigue ahí, que no se han dado cuenta que tengo dos.
Trago en seco, incorporándome lentamente, apoyándome en la pared, miro a mi alrededor buscando que opciones tengo. No hay ventanas grandes como para escapar, el espacio no es tan grande como para correr y ambos hombres me triplicarán el peso, además que están armados y parecen dispuestos a meter una bala en mi cabeza.
―No lo intentes, ―habla el albino, seguramente notando mis cavilaciones―, llevemos la fiesta en paz preciosa, te seguimos varios días, no quieres que seamos rudos contigo o con tus amigos allí afuera.
Aprieto los puños, con un suspiro les tiro el celular de Jesse, el otro lo atrapa con una mano. Me da una sonrisa de suficiencia y me guiña un ojo. Mi estómago se retuerce.
―¿Qué demonios quieren de mí? ―gruño, cuadrando mis hombros, sin bajar la mirada, agradezco internamente que mi voz no haya temblado por el miedo.
No me responden, solo toman mi mochila y el celular que les lance, tirándolo a un cubículo, se acercan me toman bruscamente de los brazos y hombros, haciendo clara presión, mostrándome su fuerza. Me arrastran fuera de los baños, a mala gana intento pisar la sangre para dejar huellas que puedan guiar mi camino, de reojo rápidamente, puedo ver como Alan llega a los demás, lo miro y no puedo evitar preguntarme si lo volveré a ver.
Me obligo a avanzar más rápido, no me conviene que mis amigos se crucen con ellos, es por eso que los pierdo de vista rápidamente, llegamos al estacionamiento, cuando pasamos a los de seguridad sé que notan que algo está mal porque nos detienen, los miro con pánico, comienzo a negar rápidamente rogando que no hagan nada, los policías deslizan su mirada de mi rostro, a las manchas que hay en mis zapatos, alarmados levantan la mirada y las dirigen a los hombres, es ahí cuando ven las pistolas, ellos desenfundan las suyas propias, el jaleo obliga a mis opresores a soltarme, así que aprovecho el momento e intento correr lejos de ellos.
Estoy saliendo del estacionamiento cuando paso a un señor rubio, que rápidamente me detiene tomándome de los cabellos, grito por la sorpresa y el dolor. El hombre me gira agarrándome del brazo, tiro un puñete a su mandíbula, escupe sangre, pero no está molesto, solo divertido, presiona mi brazo y me jala a él, su mano sube a mi cuello, restringiéndome levemente la respiración, arrastrándome me lleva de nuevo a donde están mis opresores, veo a los policías caer al piso.
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Desastrosos Felices para Siempre
أدب نسائيTodos dicen que casarse con el hombre de su vida es un cuento de hadas. No podrían estar más equivocados. La vida de la chica de Hollywood, Ashton Wood, está a punto de quedar patas para arriba. Comenzó con un estás castigada, en el medio hubo una b...