Capítulo 30

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Ashton

Miro con lágrimas en los ojos, y sin palabras que decir, como Alan es golpeado en el piso. Intento férreamente desatarme, mi mano libre intenta soltar la corbata pero no puedo liberarme.

Miro otra vez impotente a Alan, como Salvatore lo patea, tan fuerte que provoca que Alan ruede, su cabeza esta sangrando, su brazo aun emanando sangre por la herida del disparo.

Salvatore ve algo en su espalda y se lo saca. Trago en seco cuando veo que es una pistola, una risa histérica emana de sus labios.

No la usó. Por mí, estaba buscando otras opciones, ya no solo disparar a matar.

Miro también el arma a mi costado, si se la paso a Alan, podrá solo volver a dañar a Salvatore, o es que estábamos sin opciones... busco su mirada, me mira pasivo, resignado cuando lo oímos sacar el seguro.

NO TENGO OTRA OPCIÓN.

Tiemblo cuando oigo el disparo, Alan y Salvatore me miran atónitos, y yo grito cuando a este comienza a salirle un hilo de sangre del pecho.

Maldición,  ¿qué hice?

Estoy temblando, la pistola en mi mano tiembla frenéticamente por lo que hice pero no me permito entrar en pánico. No aún.

―TE LLEVARÉ CONMIGO PERRA. ―Salvatore me apunta.

Oigo un disparo e inmediatamente todas mis extremidades se tensan. Pero no siento dolor alguno, no siento absolutamente nada.

Miro de nuevo a Salvatore, sus ojos celestes tornándose rojos, su cuerpo temblando duramente y perdiendo el color, cuando se da la vuelta veo como su pelo comienza a tonarse carmesí por la sangre que sale de su cráneo.

Me quedo sin aliento.

―Nunca... debiste obligarla a esto ―dice la voz ronca de Oliver, quien termina de pararse del piso, mira a un sorprendido Salvatore caer.

Alan se arrastra a mí, lo veo, esta golpeado y sangra pero sigue vivo, puedo respirar tranquila. Y entonces lloro.

―Tranquila ―me susurra Alan, limpiándome las lágrimas―, ya va a terminar.

Lo miro y asiento, Alan mira mi mano, noto con verdadero horror que el arma sigue bien sujeta en esta, asqueada la suelto. Miró a Oliver, acercarse al cuerpo caído de Salvatore. Patea la pistola que tiene en la mano hacia Alan.

―No mires

Quiero gritarle que puede ser diferente, que esto no solucionará nada, que ya terminó. Pero la mirada que veo en sus ojos me hace saber que no quiere, quiere acabarlo.

―Cierra los ojos ―me susurra Alan acercandose a mí y empezando a desatarme.

Miro a Oliver volver a soltar el seguro y lo hago, escondiendome en el cuello de Alan. Me encojo con cada disparo, uno, dos, tres, quiero gritar basta.

Se hace un silencio en el que no me atrevo a abrir los ojos, a mirar a nadie.

Acabo. No puedo creer que haya acabado, no puedo creer las circunstancias que llevaron a acabarlo.

Maldición,  le dispare a alguien. Mate a alguien.

Aunque no podría saberlo, Oliver se encargo que no sepa si tome una vida o no. Mi mano queda libre y Alan me sujeta contra él, no puedo responderle, no sé como moverme, estoy temblando, estoy en shock.  Recién comienzo a sentir el dolor de mis heridas, mi cabeza quema, mi abdomen arde, pero ese dolor me hace saber que estoy viva.

Estamos a salvo. Respiro. Finalmente me ánimo a levantar una brazo y palmear su espalda, me separo de él y miro a Oliver aliviada.

Pero el alivio me dura muy poco.

Desastrosos Felices para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora