Las Vegas (seis años antes)

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No podía ver por un ojo, sentía la sangre saliendo por mi frente, y me daba vueltas la cabeza. Estaba temblando, mi hermana desmayada detrás de mí, no sabía que mas hacer, el frio metal quemaba en mis manos mientras sostenía la pistola alejada de mi cuerpo, apuntando a la persona frente mío, quien tranquilo me sonreía.

―No lo harás ―dice lentamente.

―Alan no lo hagas ―suplica mi madre sin poder aguantar sus propios temblores aunque un arma este apuntando a su pecho y este mucho mas lastimada que yo.

El señor se ríe.

―Siempre conservando la esperanza no Bates. ―El señor roza la barbilla de mama con la pistola―. Acaso ya olvidaste lo que casi le pasa a tu querido novio, cuando tan desesperadamente gritaste su nombre... ¿cuál era? Dawson...

Mama se tensa e inmediatamente se que esto ya habia pasado, no es la primera vez que pasa esto, lo que solo hace que crezca mi ira.

―Te vengaste de mi hermano. Querías hacer lo mismo conmigo, no te metas con mis hijos Aaron ―gruñe mi madre―, ellos no tienen nada que ver...

Me congelo.

― ¿A qué se refiere? ―grito al entender sus palabras, aunque se su significado.

La pistola deja de temblar en mi mano.

―Que no se lo dijiste ―ríe mirando a mi madre.

―No te atrevas.

―Ah... mi querido nieto ―me tenso―, acaso mi dulce Alana no te dijo que tu madre fue mi condenada y mal agradecida hija.

―Basta ―chilla Alana y se lanza al brazo del señor, quien impasible la golpea con la culata del arma.

Desbloqueo el seguro.

El señor ríe fuertemente, ignorando mi acción, ignorando la ira que crece en mi cuerpo

―O como mate a tu padre por matar a mi hijo, o quien fue el que le causo la cojera a quien ahora llamas padre.

―YA BASTA ―vuelve a gritar mi madre y veo como el pie del señor golpea el estomago de mi madre, una y otra vez.

Detrás mío oigo un leve llanto y sé que mi hermana esta despierta, y luego oigo su jadeo, rápidamente me giro y veo como el arma esta sin seguro, con el dedo en el gatillo apuntando a mi madre.

No pienso y solo reacciono.

El estruendo resuena por toda la habitación pero no cierro los ojos y veo como la bala le atraviesa la frente y como comienza a caer la sangre.

―Felicitaciones, ahora eres un asesino, justo como yo...

Doy un grito de agonía y vuelvo a disparar.

Una.

Dos veces.

Quiero que se calle, silenciarlo de por vida, por mi, por mis padres.

Y luego veo el cuerpo inerte en el piso, los agujeros en su rostro, gimo en horror, gritos desesperados salen de mi garganta conforme veo mis manos con horror.

¡Que hice!

Siento unos brazos rodearme la cintura, y el rostro de mi madre entra luego a foco.

―No es verdad ―me susurra mientras sus brazos se aferran a mí, intentando controlar mis temblores con los suyos propios―. No lo es, no eres como él.

Pero en mi mente solo queda la imagen sangrante de mi abuelo con sus palabras destruyendo mi alma.

­­

Ahora eres un asesino.

Desastrosos Felices para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora