Capítulo 22

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Katrina

Supe desde el momento que me levanté supe que había un desequilibrio en el cosmos.

¿Cómo lo supe?

Me desperté a las seis de la mañana. Yo jamás, pero que jamás... nunca me había levantado a las seis, ni cuando era un feto fastidiaba en la mañana, no era una persona madrugadora, no era un bebe madrugador. Nací temprano y lloré como un demonio por eso. Esto, definitivamente no era  bueno.

Además no podía volver a dormir, así que maldiciendo a las fuerzas externas me levanto, estudio que nada en mi cuerpo quiera salir después de actuar como un caníbal ayer.

¿Quién iba a decir que cosas fritas de una oveja pudieran ser apetecibles?

No... nada. Pez no nada contra corriente.

Me doy un rápido baño y pongo las prendas que esas pervertidas mujeres que no hacían nada, más que toquetearme ayer me dejaron. No mentiré, la ropa de aquí es muy holgada, parecemos fantasmas andantes, por suerte ellos no pensaron en una mujer con mis pechonalidad. Tengo que admitirlo, en este momento verdaderamente me gusta tenerlos como melones.

Abro la puerta cuando oigo algo de ruido, más allá de mi habitación esta la que Jesse comparte con su hermanita, desconozco toda la historia pero por como los veo ahora sé que Jesse lleva tiempo cuidando de ella y sin ayuda.

¿Cómo lo sé?

Pues... no puede ni hacerle una buena trenza.

Abby lo sabe por como mira horrorizada su cabello cada vez que Jesse no la ve. Y aunque ver su carita de horror es tierna, decido no dejarla sufrir por más tiempo.

—Déjame hacerlo a mi Jesse lindo —me río entrando a la habitación.

Abby me sonríe, Jesse también me sonríe y se ruboriza como una virgen, aunque sé que este chico tiene de virgen lo que yo de normal.

Tomo el peine y arreglo el desastre de Jesse, haciendo una corona con una trenza.

Suspiro.

Oh... cruel añoranza.

—Tienes talento querido —le digo mirando por el espejo a Jesse que intenta aprender que estoy haciendo—, recuerdo cuando Alan intentaba peinarme, literalmente parecía un nido de pájaros. Y no podía decirle nada porque si no se ponía a llorar.

Abby y Jesse ríen.

Ok hora de divertirme un poco.

—Tu también podrás peinar a tu sobrinita Abby.

—¿Sobrina? —pregunta la pequeña mirando con horror a Jesse.

Y Jesse me mira con horror a mí. Mi sonrisa crece aún más.

—Sí, estoy embarazada. —digo, lo más seria que puedo aunque este partiéndome de risa por dentro.

—De un gas —me contesta él indignado y Abby comienza a partirse de la risa.

Lo miro toda ilusionada, dramáticamente pongo las manos en mi estómago.

—Pues si —contesto y lo abrazo.

Jesse me guiña un ojo y mira a Abby riéndose. Me encanta la manera en que me sigue la corriente en vez de solo espantarse. O este chico es muy divertido o bien lo traumaron de pequeño.

—Lo llamamos Flatu, entonces.

Ahora si exploto en risas, me muero dios.

—Cuidado que se te salga nuestro hijo.

Desastrosos Felices para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora