Capítulo 2

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Eider.

Exacto, era mi mamá.

¿Qué clase de persona no se asusta cuando su madre le manda un mensaje?

Bueno, lo mío era una excepción, mi madre rara vez me escribía, se la pasaba en su empresa. Además, no es que ella sea una persona muy moderna que digamos.

«Mamá: Ethan pasará por ti y Miriam por los gemelos. Hay que hablar, urgente. Prepara tus cosas»

Mierda.

Cuando mamá usaba ese "Hay que hablar", significaba reunión familiar paterna, lo que quería decir que toda la familia Bosch estará en la reunión y si no me equivocaba, debía ser algo muy fuerte como para que nos reunamos otra vez, no me malentiendan, pero no siempre hacíamos esas cosas.

Y no siempre terminaban bien...

Esperé a que Lucia regresara del baño y en cuanto se sentó en la mesa a hablar con Austin, me levanté, explicándoles que tenía que hablar con los gemelos, no trataron de detenerme, y aunque lo intentaran, ya sabían que no iban a poder conmigo, así que me di la vuelta y me fui caminando a pasos tranquilos y relajados. En estos casos, lo mejor era no parecer desesperada.

Cuando tomé asiento al frente de ellos, ambos me observaron confundidos, como si estuvieran pensando en la misma cosa, suspiré, pensando en cómo iba a darles yo a noticia de la reunión, y más o menos cuando ya sabía ubicarme un poco, hablé;

—Recibí un mensaje de mi mamá—Paxton y Willson intercambiaron miradas rápidas al notarme tan seca—; Ethan está viniendo para aquí y Miriam también, vienen por nosotros básicamente—solté una vez que terminé de analizar la situación.

—¿Reunión familiar?—preguntó Paxton, tronando sus dedos, asentí, segura.

—Seguramente, Pax. Tú sabes de esas cosas, discusiones por dinero, dinero, y... Más dinero—dijo Willson haciendo un gesto con la mano, negando con la cabeza y llevándose una galleta de pepitos a la boca.

Willson tenía razón, de eso se trataban las reuniones familiares, o al menos las nuestras. Nuestros padres se juntaban a discutir por dinero.

De todas formas, me resultó raro, hace más de un año y algo que no teníamos ninguna reunión familiar. Y el que salga así de la nada me tenía muy inquieta por saber qué era lo que en verdad pasaba.

—Tal vez, pero también puede ser que todos se hayan enterado de que querías meter strippers a la casa—le recordó Paxton, molesto.

—¿Por qué hablas en pasado, querido hermano?—habló Willson luego de meterse otra galleta a la boca, al parecer andaba con hambre.

—¿O sea que la idea de meter strippers sigue en pie?—les pregunté, elevando ambas cejas.

—Sí.

—No.

Hablaron al mismo tiempo y se voltearon a ver con enojo.

Dios, parecían unos monos peleando por una banana.

—Que no, Willson.

—Que sí, Paxton.

Empezaron a discutir entre los dos como si el tema de las strippers se tratara de vida o muerte, hasta que fueron interrumpidos por alguien que se aclaró la garganta detrás de nosotros, intentando llamar nuestra atención.

Los tres nos volteamos a ver a Mónica, la secretaria del director Whallen. Una joven rubia, mal teñida, que de seguro no tenía más de treinta años, alta y delgada, típica figura femenina de película, siempre vestida formal.

El secreto de los Bosch [✔]  [COMPLETA|| EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora