Capítulo 26

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Eider.

Vi a Miriam levantar la cabeza, desorientada, parecía una suricata que no sabía ni donde demonios estaba parada. Su cabello era un nido de pájaros naranja, al parecer se había hecho un moño, pero eso de andar colocando la cabeza en donde no va, la dejó hecha un asco.

Se relamió los labios mientras se intentaba acomodar en el sofá. Antonio, a mi lado, suspiró, cubriéndose los ojos al mismo tiempo que negaba con su cabeza, como si fuese que algo malo estaba sucediendo.

Y, bueno, tener a mi prima ebria en el medio de mi cumpleaños no era una buena idea, me hacía recordar a la última vez en la que nos tocó compartir techo por una enorme fiesta en la casa del abuelo, éramos más menores, pero digamos que Miriam siempre tuvo esa pasión y esos gustos raros para meterse litros de alcohol en su sistema.

—Disculpen que diga esto, pero...—abrió los ojos para empezar a parpadear como una loca— ¿Es hora de qué?

Willson rodó los ojos, subiendo sus piernas al sofá para colocarse en pose indio.

—Es la cuarta vez que te lo repetimos, Miri.

—¿Y? ¿Qué diablos te cuesta repetirme una vez más? Cada vez se me hace más difícil entenderte...—dejó la frase al aire, y quise no creer que se había olvidado el nombre de su hermano—, tú.

—Olvídalo, Miri, Willson no tiene paciencia—Paxton se metió, viendo a su hermano con una mueca antes de volverse a Miriam—. Los regalos, es hora de los regalos.

—¿Y no era más fácil decirlo antes en vez de andarse de misteriosos intrigados, niños dementes?—mi prima levantó la vista, ya que estaba viendo hacia abajo al parecer con nauseas.

—Más respeto por tus hermanos. Acuérdate que tú eres la que da el ejemplo—se quejó Willson, cruzándose de brazos.

—Si les hubiese dado el ejemplo no estaría embarazada, loco—se cubrió el abdomen con una mano, para luego comenzar a dar suaves caricias y sonreírle al techo—. Pero... Me gusta estar embarazada, me gusta pensar que... Voy a ser mamá, y que... Voy a tener un hijo... O hija...

Compartí miradas con Antonio, quien estaba con las cejas elevadas en sinónimo de diversión, y justo en ese momento, a mi primo mayor al parecer se le había ocurrido algo, una idea se le cruzó en la cabeza, y podría hasta apostar que sabía lo que estaba pensando.

Así que, sin dar más vueltas, se acercó a pasos lentos hacia Miriam, colocándose de cuclillas frente a mi prima, que, con suerte y sabía respirar sin trabarse. Pude ver como los trillizos también prestaban atención a la escena que estaba a nada de comenzar.

—¿Me dirás quién es el... El padre de ese bebé?—me quise reír, y pensé, Antonio era una de esas personas que no cambiaban jamás, por nada del mundo.

Miriam volvió su vista hacia adelante, encontrándose con los ojos verdes de Antonio, sonrió con diversión antes de aclararse la garganta y contestarle en un tono seguro.

—¿Qué te interesa? Podré estar pasada de copas—sonrió aún más—, pero no soy estúpida, rojo, no te diré quién me embarazó, eso no te importa.

Antonio apretó los labios, como si estuviese controlándose para no soltarle nada. Lo escuché suspirar.

—Ni modo, lo intenté—se colocó de pie a los pocos segundos, dirigiéndose a Calex, quien se encontraba viendo la escena con diversión—. No da risa. Tu hermana es una mujer muy difícil de averiguar qué es lo que tiene en la cabeza. En resumen, es una caja fuerte...

Antonio no pudo seguir hablando, ya que Miriam se levantó de golpe del sofá, viéndome con los ojos abiertos de par en par.

—Dime por favor que no tienes ganas de...

El secreto de los Bosch [✔]  [COMPLETA|| EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora