Capítulo 25

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Eider.

Suspiré antes de abrir la puerta. Si mis cálculos no me fallaban, la persona que había golpeado la puerta era Gaxan.

Pero no era él.

Gastón era la persona que había dado unos dos toques en la madera. Lo miré con cierta curiosidad y cara de desentendimiento para luego escanear el lugar. En verdad esperaba al chico de cabello violeta.

—Señorita... Eider—lo miré, prestándole atención cuando empezó a aclararse la garganta—, perdóneme por interrumpir su fiesta de cumpleaños, pero ¿Sería usted tan amable de acompañarme? Solo serán unos minutos.

—Claro, solo dime a donde.

El moreno me miró durante un segundo.

—Usted solo acompáñeme, por favor.

Y sin decirme otra palabra más, se volteó en su lugar, bajando los dos escalones y caminando nuevamente hacia la parte de afuera de mi casa, a medida que caminaba junto a él, iba observando hacia todos lados, estaba confundida.

Mi escolta frenó en seco, logrando que por instinto yo también, no tenía permitido caminar sola sin que Gastón estuviese haciendo lo mismo. Luego de doce años con él a mi servicio ya se me hizo costumbre.

Fijé la vista hacia adelante, ya que estaba viendo hacia atrás por si se aparecía Gaxan, pero me quedé quieta y casi sin poder hablar cuando vi lo que vi.

Efectivamente estaba Gaxan al frente mío, lo reconocí por todas las facciones de su cara; su mandíbula marcada, la forma de su sonrisa, su cuerpo, y con eso me refería a su estatura, lo reconocía.

Pero su cabello ya no estaba violeta.

Era de un rubio claro, hacía resaltar sus ojos grises y su piel.

Al parecer notó que lo estaba observando mucho. Me sonrió.

—Te... Cambiaste el color—fue lo que dije finalmente, haciendo querer matarme mentalmente por no poder ser más coherente.

—Uhm... Sí—se movió el cabello con una mano, peinándoselo para atrás, pero fue casi innecesario, ya que algunos mechones cayeron en su frente, haciéndolo ver más sexy de lo normal. Mierda—, recién acabo de salir de la peluquería, yo... ¿Te gusto?—elevé una ceja mientras sonreía— Digo, el cabello, estoy hablando del cabello. ¿Te gusta?

—Te sienta bien el rubio—admití.

—Que bueno, porque este es mi color natural, así que...—sus ojos pasaban de mí a Gastón, sucesivamente, tuve que girarme a darle una mirada a mi escolta para que él la entendiera y nos diese la espalda, obviamente jamás se alejó de nosotros.

Di dos pasos hacia Gaxan.

Él dio tres hacia mí y ahora estábamos un poco cerca.

—No pudimos terminar...—me interrumpió.

—Gracias por hacer que se volteé, su presencia me pone nervioso y me asusta, pero nada más un poco, eh—giré los ojos ante eso.

Y se me ocurrió una idea.

Una idea que podía terminar muy bien o muy mal, dependiendo a que punto podía controlarme.

Sin dar más vueltas, alejando pensamientos inconclusos de lo que pudiera haber pasado con mi familia hasta hace un rato, tomé el cuello de su camisa blanca con mis manos, y lo atraje hacia mí, quedando nuestros rostros a centímetros, ladeé la cabeza, sonriéndole.

—¿Te asusta mi guardaespaldas? —susurré ni bien sentí sus manos en mi cintura—¿Por qué? Si no te hará nada—bajé la vista a sus labios—a menos que tú me hagas algo. Ahora dime, Gaxan. ¿Me harás algo?

El secreto de los Bosch [✔]  [COMPLETA|| EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora