Capítulo 13

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¡Hola, lectores!

Una cosita... Jejej

Solo quería decir que este fue el capítulo más largo que escribí hasta ahora, y me gustaría que lo apoyen como se lo merece. En serio me ando esforzando mucho y sacando tiempo libre de donde no tengo para escribir, así que si le demuestran cariño, con gusto voy a estar realmente agradecida con ustedes, gracias.

Sin nada más, paso a retirarme.

¡Disfruten la lectura y nos estamos leyendo!

X. <3

☆•☆☆•☆

Eider.

Bajando del auto de Gastón, obviamente sin saludarlo—porque sí, seguía enojada con él por golpear al chico con la máscara—, me di cuenta que el lugar a donde nos había citado Brunno era como una especie de edificio un poco lejos del centro de la ciudad.

El edificio se veía muy lujoso.

Cerré la puerta detrás de mí, al mismo tiempo que el auto del guardaespaldas de Miriam, estacionaba atrás del de Gastón. Suspiré, esperando a que la pelirroja con abdomen cubierto por su chaqueta de cuero, se dignara a bajar del vehículo.

A los minutos escuché como la puerta trasera se abría, dejándola ver como caminaba hacia mí con su celular en la mano.

—Le acabé de dejar un mensaje para comprobar si estamos en el lugar indicado—soltó con los ojos achinados por el sol.

—¿Ya contestó?—pregunté cuando su celular vibró.

—Habitación D-14, piso 7—dijo y empezamos a caminar.

Por órdenes del abuelo, los guardaespaldas debían permanecer junto a nosotros todo el tiempo. Ni siquiera se deberían despegar ni para ir al baño. Así que Gastón y Andrés estaban siguiéndonos a una distancia no tan lejana, para que al menos pudiéramos hablar con Miriam.

Aunque me parece que habían anulado el querer agregar doble guardia. O eso era lo que me encantaría creer.

Nos acercamos hacia lo que vendría a ser la recepción del edificio. Una mujer como la edad de mi mamá, o más nos observaba mientras caminábamos.

—Permítanme sus nombres—empezó a buscar algo en la computadora que tenía al frente.

Miré a Miriam. ¿Debíamos decir nuestros nombres o inventar uno?, Brunno nos enseñó a ocultar nuestra identidad en caso de emergencias, sin embargo, no sabía si esta era una o no.

Con un ligero asentimiento de cabeza, le permití a Miriam que dijera nuestros nombres, después de todo, Brunno nos había citado aquí para algo y no nos dijo nada más que eso. No nos negó nada, entonces supuse que podríamos decir quienes éramos en la recepción.

—Miriam y Eider Bosch—se dirigió ella a la mujer canosa.

La señora tecleó algo rápido en la computadora y por un momento observó a nuestros guardaespaldas.

—El señor Brunno las espera en la habitación...

—Sí, ya sabemos, ¿Podemos subir o no?—pregunté interrumpiéndola, ya me estaba irritando el estar mucho tiempo parada en ese lugar.

Había demasiadas personas.

Ella me miró con la frente arrugada.

—¿Ellos pasarán?—preguntó, señalando con un lápiz a Gastón y a Andrés.

El secreto de los Bosch [✔]  [COMPLETA|| EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora