Capítulo 8

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Eider.

Abrí los ojos lentamente, di varios pestañeos para eliminar mi vista borrosa. Lo primero que hice—por precaución—fue fijarme si traía ropa puesta. Lo segundo fue saber si estaba atada, en los pies y en las muñecas. Lo último fue lo más difícil, tratar de reconocer el lugar donde estaba sentada.

¿En dónde demonios estoy?

No, eso no, peor.

¿Qué mierda pasó?

Recuerdo que yo estaba de lo más bien, esperando a Ethan. Luego una pelea y de la nada, pum, me agarraron.

¿Y Adal...? Adal me llevó al baño y después se perdió. Oh, no, ¿Le habrá sucedido algo?, quizás y esté aquí conmigo pero en otro lado, ¿Y si el idiota que me durmió, primero lo durmió a él?, ¿Será que estoy en una especie de camión y me están sacando de Jacksonville?

Tengo que hacer algo, y ya.

Lo último que recuerdo son voces.

Hablaban todos juntos, pero en susurro, discutiendo. Como si estuvieran en una jodida biblioteca.

Fue imposible reconocer este lugar, ya que por lo visto estaba en una habitación cerrada, sin ventanas, ni nada. Bueno, por lo menos no estoy en un camión. Básicamente me secuestraron.

Genial, ahora, ¿Cómo demonios saldré de aquí?

Inspeccioné el lugar con los ojos, pero no había mucho que ver. Estaba a oscuras así que eso fue un punto en mi contra. Traté de buscar con la mirada la puerta, o el lugar por donde me metieron, porque literalmente estaba encerrada.

Me preguntaba quién habrá sido ese tipo de la máscara, supongo que algún cobarde que no se anima a dar la cara. Recordé como me puso ese pañuelo blanco hasta dormirme para luego traerme aquí y me dan ganas de...

Si lo llego a ver a ese hijo de...

Dejé mis amenazas para ese tipo a un lado poniéndome de pie. Con mis pensamientos no lograría nada. Yo no soy ninguna cualquiera como para estar en el piso, ni mucho menos secuestrada.

Me acerqué hacia la pared más cercana y coloqué sutilmente mi oído en ella. No se lograba escuchar nada. No perdí más tiempo e hice lo que cualquiera haría, golpear la pared, pero no con fuerza bruta, sino suavemente con mis nudillos para identificar si era hueca o no.

Hice lo mismo a lo largo de las cuatro paredes, y justo cuando llegué casi al final. Bingo.

Una puerta.

Con que me creía idiota, el idiota es él por pensar que me quedaría de brazos cruzados. Toma eso, tipo de la máscara.

A los pocos segundos que descubrí que estaba delante de una puerta muy bien camuflada. La misma fue abierta despacio haciéndome retroceder, casi puedo jurar que ni siquiera sonó.

Se adentró un joven un poco más alto que yo, su físico era como alguien de mi edad, tenía puesto un abrigo grande y largo, también un gorro que cubría todo su cabello, estaba vestido por completo de negro. Raro, ¿Qué fue lo raro?, que él traía una bendita máscara negra.

Pero yo no recuerdo que él me pusiera el pañuelo. Ese fue otro.

Él es muy flaco, en cambio el que me durmió era un grandulón.

Antes de que pudiera reaccionar, él se llevó un dedo a la boca de la máscara indicando que permaneciera callada.

Ah, no, que ni lo sueñe, yo no le voy a andar haciendo caso a un extraño.

El secreto de los Bosch [✔]  [COMPLETA|| EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora