Eider.
Quedé otra vez en shock.
Al ver a Antonio, todo vestido de tonos oscuros, con una sudadera negra y la capucha de ella puesta, me helé. Sentía que me gritaría qué demonios estaba haciendo allí, parada y quieta, observándolo con un poco de temor. Pero no fue así.
No fue esa la reacción que estaba esperando de su parte.
Se agachó hasta quedar en el suelo, tomando la navaja que anteriormente había tirado, se levantó, quedando más intimidante ante mí, y luego lo preguntó.
—¿Qué estás haciendo aquí?—su voz sonaba calmada, como si le hubiera importado un carajo que casi lo apuñalaba.
—¿Qué estás haciendo tú aquí?, ¿Cómo sabías que iba a estar aquí?—preguntas sin respuestas, decían.
Vi como Antonio giraba los ojos en un gesto de obviedad.
—Tú te robaste la carta que era para mí—me acusó.
—No te robé nada—a veces me sorprende hasta a mí misma la gran capacidad que tengo para mentir.
—El guardia me contó todo, no te hagas la inútil porque te queda de maravilla.
Maldito viejo bocón, y yo que pensaba que me creería.
Me alejé de golpe de mi primo, no quería que él sospechara también, así que traté de estar lo más relajada posible que mi cuerpo podía brindarme. Di un suspiro, evitando mirar sus ojos.
—Como digas, pero no contestaste mi pregunta—me rasqué una ceja, nerviosa—¿Cómo sabías que iba a estar aquí?—pregunté ahora sí observándolo, quitando el hecho de que estaba nerviosa hasta el culo.
—Alguien me dijo que estarías en este lugar, y veo que no se equivocó—asentía a medida que hablaba, como si aprobara sus palabras.
Arquee la ceja que me estaba rascando.
—¿Qué?, ¿Me dirás que no conoces a quien te haya dicho mi ubicación?—pregunté, sonando sarcástica.
Mi primo se quedó callado por unos segundos, dándole una mirada al lugar, estaba evaluándolo, lo sabía.
—Literalmente fue así—dijo al fin y sacó su celular de su bolsillo trasero del vaquero, pasándomelo.
Abrí los ojos leyendo ese mensaje, en realidad sí era verdad, el mensaje era de un número desconocido diciéndole que yo estaría en este lugar, y hasta se atrevió a poner el horario y todo, ahora, ¿Quién rayos era?
Supongo que no lo sabré tampoco, Antonio me quitó el teléfono de las manos cuando vio que tardé un rato un poco largo en tenerlo en mis manos. Se lo volvió a guardar en su bolsillo y me miró, había cierto enojo en sus ojos, pero no me dio miedo, sino más bien nervios.
—Vete en un taxi hasta tu casa—me ordenó, dándome una cantidad de dinero.
Me encogí de hombros, aceptando el dinero y guardándolo en la mochila, siempre servía el dinero, pero no me iría, ahora necesitaba averiguar muchas cosas.
—No—solté, segura—. Entraré contigo a este lugar.
Antonio se acercó a mí, con el entrecejo levemente fruncido.
—A ti te llega a pasar algo y a mí me cuelgan del cuello—resoplé ante eso, no era tan así—, así que por mi bien y el tuyo, te irás.
—Te dije que no—repetí, cansada—, entremos de una vez.
Empecé a caminar hacia la puerta, bueno, si eso era una puerta. Escuché como Antonio suspiraba y maldecía unas cuantas groserías en voz bajita, pero no sabe que escucho todo. A Antonio le convenía no discutir conmigo, tenía muy en claro que ganaría, siempre.
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El secreto de los Bosch [✔] [COMPLETA|| EN EDICIÓN]
Mystery / Thriller|COMPLETA| ¿Qué pasaría cuándo un grupo grande familiar esconde un secreto impactante y catastrófico? ¿Y cuándo una joven de la misma familia lo descubre? Algunas personas que no llevaban el apellido Bosch decían que fue todo culpa de ellos, de el...