Capítulo 4

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Eider.

No tenía ganas de moverme, no quería tener que adivinar que cosa hicieron esta vez.

Porque sí... Eran mis amigas.

Con el pasar de los segundos no fueron solo ruidos extraños, sino risas, y luego de las risas comenzaron a moverme, a tocarme el hombro.

—Pss—logré escuchar al mismo tiempo que me movían el hombro.

No la escuches, no la escuches repetía mi mente.

—¡Hey!—sentía que me sacudían cada vez más fuerte.

—¡Eider!—un golpe en mi frente me hizo levantarme de golpe.

Ahora sí que se pasaron estas dos.

—¡¿Qué les pasa?!—dije mientras llevaba mis manos hacia mi frente dando ligeros masajes.

—¿Qué qué nos pasa? Llevamos minutos lanzándote cosas y nada, pareciera que nunca duermes.

—¿Se puede saber para qué diablos me despertaron?—pregunté con aun mis manos seguían en mi frente.

—En realidad no íbamos a despertarte, solo que... Pasaron cosas y... Fue idea de Lena—señaló a la morena.

Miré a Lena con las cejas elevadas esperando algún tipo de explicación.

—Es que—se fue acercando cada vez más hacia mí, temía que me besara la imbécil—hay alguien abajo.

—¿Tú eres imbécil? vivo con muchas personas, es obvio que va a haber alguien siempre.

—Tienes razón, tienes razón, suena totalmente estúpido, pero, estamos desde antes de despertarte intentando descifrar quien es—susurró Rea, también acercándose.

Las tres nos quedamos raramente en silencio por unos segundos, esperando escuchar algo, luego, un vidrio romperse se escuchó de la parte de abajo. Por instinto levanté e intercambié miradas con mis amigas.

Esperé que no sea un ladrón, aunque no tendría chances de salir con vida de aquí, mi casa esta asegurada con más de diez guardias y con más de quince alarmas, y de las potentes. Todo por simple seguridad.

Traté de hacer una breve lista mental de las personas que habían esa noche en mi casa. Pero no se me ocurrieron muchas personas, en mi defensa, estaba medio dormida.

Nos levantamos de la cama lo más lento que podíamos para no hacer demasiado ruido al caminar hacia la puerta.

—A la cuenta de tres, abriré la puerta y asomaremos la cabeza, ¿Entendido?—avisé y asintieron rápidamente.

—Uno.

—Dos.

—Tres—susurramos y abrí la puerta al mismo tiempo que las tres asomábamos la cabeza.

Solo se lograba ver el largo y alto pasillo que daba hacia las escaleras. Todas las puertas estaban cerradas, la del baño, la del cuarto de Ethan, la de mis padres, aunque ellos no estuvieran.

—Bien, o bajamos o bajamos, no hay opción—ordenó Lena, separándose de nosotras.

—¿Te has vuelto demente? ¿Cómo se te ocurre bajar?—cuestionó Rea, dándole un golpe en la parte de atrás de su cabeza.

—La demente aquí eres tú, que quieres averiguar quién esta abajo pero no quieres bajar, gallinita.

Lena, como toda persona burlesca, empezó a colocar sus muñecas en la cintura, y mover sus codos hacia adelante, luego hacia atrás, haciendo un ruidoso; Po, po, po, po, que era algo parecido al canturreo de una gallina.

El secreto de los Bosch [✔]  [COMPLETA|| EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora