Me sentía en las nubes, mi cuerpo estaba en las nubes y no quería salir de allí.Pero no todo se puede, así que desperté con el ruido a hospital que tanto odio, a ver seamos sinceros... ¿A quien le gusta despertarse y escuchar el ruido de la maldita maquina pitando a tu lado? A nadie, exacto.
Como si me hubiese caído un balde de agua fría encima, me reincorporé rápidamente recordando a mi bebé:—Mierda, tendría que dejar de hacer eso—me quejé cuando la aguja se clavó más en mi brazo. Lentamente me acomodé en la camilla y apoyé mi cuerpo contra el respaldo y la almohada.
Mis ojos vagaron por toda la habitación hasta dar con una mini camilla que dentro traía un pequeño bulto. Mi corazón se aceleró como nunca y mis ojos se aguaron, con manos temblorosas tomé un borde del carrito y lo arrastré para que estuviese más cerca mío.
Corrí las mantas y cuando por fin logré retirarlas todas apareció un pequeño cuerpo con cara arrugada por el cambio de temperatura y el movimiento. Estiré mis brazos y tomé a mi bebé junto con sus mantas, Mateo se quejó con un mini llanto para después acurrucarse en mi pecho.
Quité su gorrito y una cabellera de 3 pelos locos rubios aparecieron, Mateo era un mini copia a Enzo De Luca. Exactamente iguales, dos gotas de agua, mi bebé todavía no abrió sus ojitos puesto que sigue durmiendo pero apuesto a lo que sea de que son tan celestes como el cielo que como los de su padre.
Mateo tenía puesto un conjunto que le había comprado aquí en Australia, era blanco con dibujos de hormigas gordas y unos pantaloncitos lleno de ese mismo estampado y mediecitas grises a juego con su gorrito.
El ruido de la puerta abrirse me hizo desviar mi mirada embobada de mi pequeño retoño.
Por ésta aparecieron los rostros de mis dos mejores amigos, Gael con su perfecto traje negro y una pequeña sonrisa en su rostro y Caro con absolutamente toda la cara roja e hinchada por el llanto, traía una bolsa de hielo en su mano derecha, fruncí el ceño cuando lanzó un grito y vino corriendo hacia la camilla despertando a Mateo al mismo tiempo.
Caro se cubrió la boca con la mano cuando escuchó el llanto desconsolado de mi hijo y yo la acribillé con la mirada mientras intentaba calmarlo. Gael cerró la puerta negando con la cabeza y rodando los ojos.
—Lo siento, Lo siento, es que me emocioné.— se disculpó
Yo en cambio no podía hacer que parara de llorar, la puerta se abrió nuevamente y entró una enfermera mayor. Creo que escuchó los llantos del mini copia italiana porque entró con su ceño fruncido y cuando me vio sonrió con ternura:—¿Madre primeriza?-—me preguntó la señora.
—¿Tanto se nota? no se que hacer, no para de llorar—ella se acerco, quitó mi vía y desenchufó cosas.
—¿como se llama el pequeño?
—Mateo
—Creo que Mateo tiene hambre-—abrí mis ojos y mire a mi hijo—Tranquila, te ayudo—me dijo cuando se dio cuenta que no tenía ni idea de como empezar.
La enfermera me ayudó en todo, cuando fui a sacar mi pecho para empezar a alimentarlo Gael se dio vuelta como flash. Mateo empezó a succionar con fuerza y solté un pequeño grito de dolor, Clara -la enfermera- me dijo que dolería las primeras veces hasta que se forme bien el pezón, cuando eso suceda no dolerá tanto, sino que será una pequeña molestia.
***
Ya hace varios días que estaba en casa con mi bebé, son noches duras, Mateo se despierta cada 2 horas para que le de pecho. Le puse su colecho al lado de mi cama para no tener que estar levantándome de la cama cada 2 horas para alimentar a la pequeña bestia. Solo sacaba mi pecho y el tomaba acostado, casi siempre se queda dormido con él en la boca y más de una vez me he dormido con mi teta afuera si estoy muy cansada.
ESTÁS LEYENDO
En las garras de la mafia
AcciónDesde pequeña ha sufrido, sin embargo la vida le enseñó que no todo está perdido, ella hará todo lo posible para que su verdad no salga a la luz, para proteger a su familia de todos aquellos que la persiguen y de hasta ella misma. Nunca pensó que su...