Capitulo 27

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Ver a Mateo mirar con un brillo en los ojos a Enzo me remueve el alma, mi hijo no es de querer mucho a las personas, por eso me resulta extraña toda esta situación. Enzo secó y vistió a Mateo mientras hablaban entre ellos, aun así mi hijo me observaba de vez en cuando verificando que me encontraba allí con él. Quiso dormir en brazos de Enzo pero con su manito en la mía como todas las noches.

Ya han pasado cinco días desde todo lo ocurrido y siento que todo poco a poco se va acomodando, de a poco pero se acomoda. Enzo aun no me ha dicho nada de hablar con Mateo sobre que él es su padre y lo único que espero es que ese momento todavía no pase, no se como será la reacción de mi hijo al enterarse, es muy pequeño y no se si lo entienda tampoco.

El tratamiento que estamos haciendo con Mateo esta dando mejoras, el doctor confirmó que estaba casi seguro de que podía curarse y eso fue un alivio en mis hombros. Igual decidimos quedarnos hasta que todo termine o este por terminar, no quiero sorpresas ni nada por el estilo.

Ahora estoy llegando al hospital luego de ir a buscar unos juguetes nuevos para Mateo, salgo del ascensor y saludo a los guardias de la puerta entregándoles su café como les prometí, abren la puerta de la habitación de mi hijo y me avisan que el señor De Luca se encuentra dentro.

Cuando ingreso el grito de mi hijo asusta a su padre haciendo que se levante rápido de la camilla e intente sacar el arma, pero cuando me ve desiste de esa acción más aliviado. Mateo viene hacia mi y abraza mis piernas con emoción.

¡MamiLe!

— Hola pequeño revoltoso de ojos azules, ¿Cómo te encuentras?

Biem contesta girando su cabeza cuando ve la bolsa que traigo conmigo —¿Para mi?

— Si, es para ti, pero solo si me das un beso y me dices que me amas.— Asiente con su cabecita y estira los brazos a mi.

Sonrío cuando me babea la mejilla en un intento de beso y abraza mi cuello con emoción. Paso mis brazos al rededor de su cuerpito y beso repetidamente su cabeza.

Ne amo mamiLe

— También te amo ojitos bonitos.

Le entrego la bolsa a mi hijo y camino con el aun en mis brazos hacia la camilla donde esta sentado Enzo mirándonos, por un momento me había olvidado de su presencia en la habitación. A esta hora no viene nadie a visitarlo.

— Buen día, Enzo. — Saludo educadamente y el solo hace un movimiento de cabeza y dirige su mirada a nuestro hijo cuando saca su regalo de la bolsa.

Una gran galleta de peluche hace que se emocione y abrace su nueva adoración, si mi hijo tiene una grave obsesión con las galletas. Los minutos pasan mientras Mateo nos hace jugar a ambos con los juguetes de la habitación y cuando deja de prestar a atención a nosotros para observar la televisión hipnotizado por están pasando Paw Patrol decido hablar.

— Una de las reglas inquebrantables que tengo es NO armas cerca de mi hijo, a no ser que sea estrictamente necesario. Ahora que lo sabes, espero que cuando estés cerca de él no las lleves encima.

Su cabeza gira lentamente y no tengo ni idea que dice su mirada.

Nuestro hijo querrás decir, y no te preocupes, tampoco me agrada la idea de que nuestro hijo este cerca de armas. — Marca las palabras.

— Perfecto. — me levanto de mi lugar y salgo a el pasillo para tomas aire, el ambiente sería más tenso si no fuese por Mateo. Todavía no olvido la bella concepción de Mateo en ese baño ni como me acorraló en la misma pared de este pasillo.

Suelto el aire por la boca y trato de calmarme, no me juzguen desde que Mateo nació no tengo una buena noche de placer. Y tampoco la necesitaba, mi mente estaba enfocada en mi hijo al cien por ciento pero ahora ha vuelto ese maldito rubio de ojos azules caliente como el diablo y no puedo concentrarme en otra cosa que no sea arrancarme la ropa y decirle que me folle hasta el cansancio.

Abro los ojos cuando siento a alguien detrás de mi, corrección, siento una respiración agitada en mi nuca y los vellos se me erizan por la sensación. Cuando pienso darme la vuelta para enfrentarlo su mano toma mi cabello en un puño desde la raíz y lleva mi cabeza hasta su boca.

Aspira el olor de mi cabello y luego baja su boca a mi oreja donde susurra lentamente y me vuelve loca. —Realmente tienes que dejar de ser tan altanera y ardiente, no me se controlar cuando me hablas así y créeme que estuve tratando de contenerme toda la maldita semana que llevo aquí y si no paras tendré que follarte en este mismo pasillo contra la ventana. — Empuja mi cuerpo hacia la gran ventana con vista a la ciudad donde en el cielo se aproxima una gran tormenta.

Observo como puedo a mi alrededor y no se en que momento el puto pasillo se vació. No hay nadie, ni siquiera los guardias en la puerta. Intento apartarme de su cuerpo para ir a la habitación de mi hijo y verificar que está bien, pero su agarre en mi cabello se vuelve más intenso y agrega su otra mano a mi cadera.

— Mateo está dormido y los guardias adentro con él, no tienes nada de que preocuparte. O tal Vez si.— Su cadera empuja mis nalgas y esa corriente eléctrica tan conocida pasa por mi columna y vientre hasta llegar en medio de mis muslos.

Jadeo cuando simula embestidas en mi trasero y su mano viaja por debajo de mi camisa hacia mi pecho derecho. Lo aprieta en su mano por encima del sujetador, reparte besos a lo largo de mi cuello y mis piernas pierden fuerza cuando da un lametón a lo largo de mi cuello y empieza a succionar en la parte sensible.

Su mano que estaba en mi pecho baja el copo de mi sujetador y con sus dedos pulgar e índice juegan con mi pezón. Solamente con esto me estoy volviendo loca, solamente con dos dedos y su boca .

Mis jadeos se hacen más fuertes y temo que alguien nos vea o escuche cuando abre mi camisa con ambas manos y deja mis pechos al aire, su virilidad cada vez más grande se restriega con fuerza en mi y yo sin poder contenerme restriego mi trasero en su entrepierna. Lo escucho gruñir y me gira para eliminar la mínima distancia que nos separaba abalanzándose a mi boca.

Me besa, severo, dominante, sacándome la respiración. Introduce su lengua de lleno en mi, tocándome un punto sensible dentro de la boca que ni sabia que existía. Su mano alrededor de mi cuello y la otra en el contorno de mi cara acariciándola, el aroma de su perfume enloqueciendo mis sentidos.

Jadeo en busca de aire y me alejo, pero apenas puedo recuperar un poco del oxigeno que se robó cuando vuelve a atacar mi boca con desenfreno y es el luego de un momento que termina el beso glorioso con un pequeño pico en mis labios.

Sigo tan idiotizada por el beso que nos dimos que casi no me doy cuenta cuando sus manos viajan a mis pechos guardándolos dentro del sujetador y con cuidado vuelve a prender la camisa y la vuelve a poner en su lugar.

— Bonita ropa interior [1]bella bruna.Sus dedos acomodan también mi cabello, mechón por mechón. Enzo se aleja dos pasos y levanto mi rostro para verlo a los ojos, mi respiración poco a poco se va calmando, una sonrisa arrogante cruza su rostro al verme así. — Piensa que solo te he dejado así con un pequeño beso Elena, que poco aguante tienes bruna.

Pequeño dice.

Pequeño mis cojones.





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traducciones:
[1] Bonita morocha

🤍

En las garras de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora