Capitulo 16

12K 572 28
                                    




Tengo que admitirlo... estoy que me orino encima. Los pongo que contexto, estamos yendo a casa de mis padres, Mateo no para de balbucear sobre sus guelos. Todo el camino a casa de mis padres he pensado en como se tomarían lo que tengo para contarles, no se si tomarán bien la noticia de Mateo... solo espero que no lo desprecien como mis padres biológicos lo hicieron conmigo. No lo soportaría

Tus padres no te quisieron...

Basta

La voz de Gael me saca de mis pensamientos:—Hemos llegado Elle.— asentí y baje.

Gael rodeo la camioneta y abrió la puerta de Mateo para sacarlo de su sillita y entregármelo en brazos. Los guardias bajaron de sus camionetas y se posicionaron en puntos estratégicos. Mi hijo miraba todo atentamente con su ceño fruncido, me da gracia cuando frunce su ceño, parece un señor con cuerpo de bebé.

Caminando hacia la puerta con el corazón acelerado a mil y queriendo salir de mi caja torácica  toco el timbre de casa de mis padres, Mi mejor amigo viene detrás de mi, se que en algún momento voy a necesitar que se lleve a Mateo lejos.

La puerta se abre y deja ver a una señora de unos 50 años con sus cabellos rubios cayendo al rededor de su rostro, cuando me ve sus ojos azules se abren a más no poder y su sonrisa se ensancha. Toda esa felicidad se esfuma en un segundo cuando dirige su vista al pequeño de 2 años que llevo en brazos junto con su mochilita de dinosaurios. Su rostro se vuelve un mar de lágrimas y sollozos, mi padre aparece detrás de ella al escuchar su llanto, cuando ve a Mateo se queda de piedra.

Mateo con el ceño fruncido me pregunta:— ¿Guelos?

El sollozo de mi madre me hace levantar la vista hacia ella.

—Si cariño, son los abuelos.— Él deja de fruncir el ceño y se remueve en mis brazos queriendose bajar.

Mi madre deja de llorar cuando siente los barcitos de mi hijo enredados en su piernas. Su cabeza baja y lo mira como si no pudiese creer lo que está viendo.

No imbécil, no lo puede creer, haz desaparecido por dos años y regresas con un niño que les dice guelos. estúpida

Oh..

Si, oh- dice mi conciencia.

Salgo de mi discusión con mi conciencia cuando mi madre se agacha para coger a Mateo en brazos. Nadie habla, hasta creo que todos hemos dejado de respirar, mi padre está blanco como un papel, mi madre esta embelesada con Mateo que se acurruca en su cuello y pone su manito en su oreja como acostumbra hacer conmigo cuando está cansado o quiere mimos y yo estoy por morir de un infarto al corazón.

—Hola...

— Hija... pasa por favor, hay que hablar. Estas bellísima— Me sonríe mi madre y estira su mano libre para que la agarre.

Todos entramos y vamos directo a la sala, Gael trae vasos con agua para los cuatro.

Mateo baja del regazo de mi madre y viene corriendo a mi para treparse y poder subir a mis piernas. Hace lo mismo que hizo con mi madre, se recuesta en mi pecho y me toca la oreja mientras está con su chupete.

Recordatorio: tratar de quitarle el chupete.

— Los extrañe mucho. No tiene una idea de lo que necesite de sus consejos.— digo mirándolos a los ojos.

— Esto es... increíble, cariño... ¿Cómo?— hace un movimiento con sus manos señalando lo obvio: Mateo.

—Les contaré absolutamente todo, pero necesito que no me interrumpan en ningún momento, es difícil para mi decirles lo que les diré y necesito que me prometan que por más que les diga lo que les diga no se levantarán y si irán.—suspiro—Después de que termine pueden hacer lo que quieran que los entenderé. ¿Si?— pregunto

En las garras de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora