Capítulo 25

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Por la mañana del día siguiente Francesca regresó a su casa acompañada de Leo. Ahora él estaba mejor y no había ninguna necesidad de permanecer más tiempo en el hospital y ella dio las gracias por ello. Una vez que llegaron, Leo fue al sofá para ver sus dibujos animados favoritos mientras Francesca puso su ropa para lavar y tomó una ducha rápida.

Después que almorzaron Rita salió y Francesca y Leo estaban solos. Los dos estaban en la sala de estar, bromeando y viendo la televisión cuando alguien llamó a la puerta. Ella se puso de pie y fue abrir. Para su sorpresa... Ignazio.

- ¿Puedo entrar?
- Claro, pasa. - Ella fue al lado dando abertura para él.
- ¿Leonardo está? Tengo muchas ganas de verlo Francesca.

Él sonrió ampliamente, pero parecía nervioso, Francesca se dio cuenta, pero pensó que era mejor no decir nada. Ignazio tenía un regalo en sus manos y ella sonrió cuando vio. Toda su preocupación había sido en vano. Seguramente debería ser un padre increíble, pero por desgracia no podría revisar tan a fondo ya que no podían estar juntos todo el tiempo.

Francesca E Ignazio vinieron a la puerta y Leo miró.

- Cariño, tienes un visitante. - Se puso de pie. - ¿Te acuerdas de Nazio?
- Sí, lo recuerdo. - Ambos sonrieron.

Ignazio acercó y se agachó, quedando más o menos la altura del niño.

- He traído algo para ti... Yo sé que estabas en el hospital, así que pensé que un regalo podría dejarte contento. - Los ojos de Leo se iluminaron cuando Ignazio entregó la caja.
- Gracias.
- No hay de qué campeón.

Leo fue al sofá y mientras abría la presente los dos estaban viendo. Francesca no sabía si sonreía de alegría o lloraba de emoción. Ignazio tenía las manos temblorosas y sudorosas.

- ¡Wow! ¡Es un Ferrari rojo!
- Yo vi sus dibujos el otro día. Me di cuenta de que te gustan los coches.

Leo corrió y abrazó a Ignazio en las piernas donde alcanzaba. Ignazio inmediatamente le tomó en brazos y se abrazaron. Segundos más tarde todavía no se habían movido y al parecer Ignazio no tenía ninguna intención de soltar al niño tan pronto. Francesca simplemente miraba la escena con los ojos cristalinos. Mismo sin Leo saber que su verdadero padre estaba con él en ese momento, el muchacho parecía sentir algo diferente, ya que no protestó ni por un segundo mientras que Ignazio lo sostenía.

Después Ignazio lo puso en el suelo y Leo fue al sofá para recoger el coche.

- ¡Mira mamá!
- El coche es precioso. – dijo ella.
- ¡Es increíble!
- Leo... Necesito que sientes ahí en el sofá con nosotros.
- ¿Por qué? Quiero jugar.
- Sé mi amor, pero tengo que hablar algo contigo.

Los tres se sentaron y Francesca empezó a hablar.

- ¿Te acuerdas de cuando llegamos aquí en la ciudad y me pediste quien era su papá? - Él asintió con la cabeza.
- Me llevaste donde queda la gente va al cielo.
- Sí... Bueno, yo te mostré su nombre... Pero mamá hizo un lío con ese nombre. No sabía, pero aquel Ignazio Boschetto es el abuelo de su padre. ¿Entiendes eso Leo?
- Creo que sí...
- Su padre y su abuelo tienen los mismos nombres. Y el abuelo se fue al cielo y no su padre.
- ¿Y dónde está mi padre entonces? - Ignazio y Francesca se miraron.
- Ignazio... O más bien, Nazio es tu padre amore.

Ignazio sonrió nerviosamente de nuevo y Leo miró serio, pero sus ojos mostraron confusión con alegría.

- ¿Eres tú mi papá?
- Sí, Leo.

Leo comenzó a hacer un mohín con cara de quien iba llorar. Una vez más, él corrióy abrazó a Ignazio, con más cariño y fuerzaque antes, y los tres se echaron a llorar... Ese momento fue sin duda uno de los más emocionantes de toda su vida... ParaIgnazio aún más después de escuchar por primera vez a su hijo llamándolopapá.

Sicilian Heart (Corazón Siciliano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora