Capítulo 3

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- No creo que esta sea la mejor solución, Francesca.

Esa era la frase que la madre de Fran repetía más o menos cada dos minutos. Después que Leonardo finalmente se había quedado dormido, las dos estaban bebiendo té, se sentaron en la cocina para hablar.

- Sé que no importa lo que yo diga, no estarás de acuerdo conmigo.
- ¡Hija trate de entender! ¿Cómo voy estar de acuerdo que esta es la mejor decisión?
- Pienses que puedo empezar de nuevo.
- ¿En Italia? Con tantos lugares, ¿porque tienes que volver allí?
- Me encanta ese país, pasé mi adolescencia allí y si pudiera me habría quedado, no habría regresado a los EE.UU...
- Sabes bien porque tuviste que regresar. Deberías haberme escuchado, pero no, preferiste hacerlo a su manera y es por eso que sufres hoy.
- ¿En serio quieres echar la culpa a mí?
- ¿Y quién más? ¡¿O vas a decirme que hiciste qué te dijo tu corazón?! - Francesca se puso de pie y miró a su madre.
- Yo realmente no esperaba esto de ti. Mi padre que es hombre me entiende mejor que tú... Y la culpa es de esa estúpida rivalidad entre las familias debido a gente que está muerta desde hace más de 40 años y esta estúpida mafia que controla las dos... Y si quieres saber no me arrepiento de nada de lo que hice, porque el amor que sentí tú nunca conociste.

Francesca caminó hacia la puerta dejando a su madre sentada allí, que parecía no creer en sus palabras.

- Pero no hay que olvidar que esta mafia que llamas estúpida es la misma que protege su vida. - Se dio la vuelta y miró a su madre de nuevo.
- La misma que terminó por completo con mi vida.
- Pero que está a tu lado. Y no quiero que me hables de lo que es el amor, porque eres una joven demasiado inmadura para saber lo que es eso. ¿No ves la diferencia entre su matrimonio y lo mío?
- Puedes decir que amas a mi padre, pero no es cierto, sólo lo respeta y esas son dos cosas diferentes. Tú crees que lo que estoy haciendo es estúpido porque yo tengo el valor de hacer lo que realmente quiero. Ese el valor que tú nunca tuviste de enfrentar a su vida y hacer su propia voluntad... Es sólo por eso que no espero que me entiendas... Y de todos modos, yo no lo necesito.

Francesca fue a la habitación donde su hijo estaba durmiendo tranquilamente, puso el pijama y se acostó en la otra cama.

Después de varios minutos ella fue capaz de dormir. Su sueño se la llevó de vuelta a los días en que había sido los mejores de su vida... Todo al lado de él. Francesca siempre supo que lo amor que sentía y reprimía en el pecho siempre iban acompañarla incluso después de la vida. Ella, sin duda, nunca iba olvidar aquel que la hizo suspirar de alegría y que la dejaba sin aliento con cada beso. Cómo le gustaría poder tener un minuto más a su lado, pero en su garganta formaba un nodo cuando recordaba que esto ya no era posible.

Francesca se despertó en medio de la noche llorando. Ni siquiera para dormir podría detener las lágrimas. Ella miró a su hijo, se levantó y se puso la manta sobre el muchacho, ella se agachó junto a la cama y le acarició el pelo.

Leonardo fue el único, pero el recuerdo más importante de ese amor imposible. Él era la prueba viviente de ese amor, el tesoro más valioso. El hijo fue sin duda un regalo que la vida le había dado como un consuelo y Francesca agradecía por ello todos los días.

- Ti voglio bene, amore mio. - Ella susurró con lágrimas en los ojos y besó Leo en la frente. Luego volvió a la cama y trató de dormir de nuevo.

Sicilian Heart (Corazón Siciliano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora