Capítulo 32

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Ignazio y Leonardo pasaron un buen tiempo juntos desde que salieron de la casa Francesca. Se fueron a la playa y jugaron al fútbol, comieron helado, Ignazio trató de enseñar Leo a nadar, hicieron castillos de arena...

- Papá... - Ignazio puso el cubo en la arena y miró a Leo. - ¿Te gusta mi mamá?
- Por supuesto Leo. Yo la amo mucho.
- Entonces, ¿por qué no vives con nosotros? En los EE.UU. y aquí tengo amigos y sus papás y mamás viven en la misma casa.
- Lo sé, pero es que por ahora no podemos.
- ¿Por qué?
- Porque mamá prometió para el nonno Martinelli que vosotros iban vivir con la tía Rita. De lo contrario ella se pondría triste si vosotros no se quedan en su casa.

Leo frunció el ceño, era inteligente, no parecía convencido, pero siguió haciendo el castillo.

- ¿Puedo ganar un hermanito, entonces? - Ignazio sólo sonrió mientras trataba de contener la risa.
- A mí me gustaría... Pero tienes que prometerme que cuando llegues a casa preguntarás eso a tu mamá. - Leo asintió sonriendo. - Es hora de irnos.
- ¡Noooo! - Dijo desanimado. - Yo quiero estar contigo... - comenzaron a recoger los juguetes.
- Vamos a mi casa y yo te ayudaré a bañarte, si te llevó a tu madre hasta con la ropa interior llena de arena de esa manera ella va a pelear...
- ¡No le importa!
- Ella di eso sólo para ti. En mi caso es diferente... - ambos rieron mientras caminaban hacia el coche.

Mirando a los dos juntos se podría fácilmente darse cuenta de que Leo era el hijo de Ignazio. Era prácticamente copia de su padre a esa edad, sólo tal vez, un poco más delgado y sus ojos marrones sutilmente más claros, igual de Francesca. El pelo rebelde y desordenado, cara de osito, y el físico seguro que había heredado de su padre.

Poco después llegaron al apartamento, Nazio ayudó a Leo para bañarse y ponerse la ropa. Se sentaron en el sofá mientras veían la televisión, comiendo sándwich y bebiendo jugo. Estaban distraídos cuando alguien llamó a la puerta. Ignazio se fue a abrir. Cuando la puerta se abrió tragó saliva y se congeló al instante...

- Papá... - dijo palideciendo.

*****

- Te ves preocupada Francesca. - Dijo Rita con ganas de reírse de la prima.
- No tengo miedo a causa de Ignazio, sé que él se hará cargo de Leo... Tengo miedo de que alguien se entere.
- Yo estaría demasiado preocupada... Con una familia como la nuestra, todo el cuidado es poco.
- Estoy en problemas. Me estoy rompiendo todas las reglas puestas en mi acuerdo para regresar a Italia.
- Lo que yo sugiero es empezar a rezar... Y mucho. - Ella se echó a reír.
- ¡Rita! Quieres verme muerta de todos modos ¿no? - Francesca rieron juntas.
- Si me dejas una herencia te puedes morir... - ella se levantó del sofá. - Me voy al mercado y la farmacia. ¿Necesitas algo?
- No lo creo.
- Vuelvo pronto.
- Trate de no tomar tanto tiempo como la última vez...

Rita asintió sonriendo y tomó las llaves del coche, segundos después salió. Francesca estaba en la sala de estar, estaba con el control de la televisión en la mano, mientras que buscaba algo bueno para ver.

Cinco minutos más tarde oyó un golpe en la puerta. Francesca levantó del sofá y se acercó. Cuando abrió sintió el pánico tomando todo su cuerpo.

- Hola Francesca.
- Papá...

Sicilian Heart (Corazón Siciliano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora