Capítulo 50

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- ¿Crees que deberíamos llamar?
- Nosotros no necesitamos decir dónde estamos, sólo que estamos bien y preguntamos cómo van las cosas allá.
- Bueno... Hablas tú con él.
- ¡Es su padre, Francesca!
- ¡Tú, dije!

Francesca tomó un vaso de leche y lo puso sobre la mesa para Leo, él ya estaba esperando, se comía una galleta mientras agitaba sus pies debido a la altura de la silla y miraba los dibujos en la vieja televisión pequeña que tenía allí.

Cuando ella comenzó a preparar algo para los dos comieren, Ignazio tomó el teléfono y marcó el número de su padre, sabía que el padre de Francesca aún estaría con él, e imaginar Lino y Leopoldo juntos para causar daño era algo digno de erizar la piel. Después de unos segundos fue el padre de Francesca que contestó el teléfono.

- ¿Hola?
- Don Martinelli, soy yo, Ignazio.
- ¡Ah! ¿Cómo estáis? ¿Todo bien en el viaje?
- Sí, todos estamos bien... ¿Y ustedes?
- Muy bien, sólo ocupados...

Leopoldo se volvió para mirar la escena. Estaban en una casa de pesca de los Boschetto. Lino estaba de pie delante de una silla, en la que Vincenzo Bartolini estaba sentado con sus manos y pies atados, mientras Leopoldo hablaba por teléfono con Ignazio su primo ponía una cuerda en el cuello de Bartolini, lo que le hacía sofocar, paraba y después lo hacía una y otra vez... Nada era mejor para ellos que la buena y vieja tortura.

- ¿Está todo bien? – Ignazio insistió. – Estoy escuchando un ruido extraño en el fondo. – Era Bartolini sofocando de nuevo.
- Estamos resolviendo nuestros problemas... Vamos a explicarles esto otro día, pero no creo que ustedes querréis saber. - Ignazio imaginó de qué se trataba.
- ¿Podemos volver a la ciudad pronto?
- Cuando queréis, el problema ya está llegando a su fin... - Leopoldo bromeó que pondrían fin a la vida de Bartolini esta mañana aún.
- Bueno, adiós.
- Adiós.

Ignazio colgó, tragó saliva y miró a Francesca.

- El problema está terminando. – anunció Ignazio.
- ¿Tan rápido? - Le preguntó con sorpresa.
- ¿Esperabas menos de nuestros padres juntos? - Ella sacudió la cabeza. - Podemos volver cuando queramos.
- Si fuera por mí, yo me quedaría aquí, aunque uno día más.

Ignazio vino y se acercó a ella con una gran sonrisa en su rostro y la besó.

- ¡Nazio! Leo está mirando... - susurró y él miró al muchacho.
- Ya que estamos los tres aquí, creo que es hora de resolver una cosa que me molesta hace mucho tiempo.
- ¿Qué es?

Ignazio masajeó su propio pecho y se aclaró la garganta. Miró riendo a Leonardo y luego a Francesca.

- Creo que ahora vamos a hacer lo que pidió a Leo desde hace algún tiempo.
- ¿Qué? - Leo y Francesca preguntaron juntos.

Ignazio tomó la mano de Francesca y se arrodilló frente a ella.

- Francesca Martinelli...
- Sí...
- Aceptas...
- Dios mío...
- ¿Aceptas casarte conmigo?

Sicilian Heart (Corazón Siciliano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora