Capítulo 37

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Ignazio estaba tan nervioso como Francesca. ¿Cómo podría descubrir si su padre sabía sobre sus visitas a casa sin despertar sospechas? No iba a ser fácil tener una información así del viejo.

Sin saber en quién confiar y en busca de ayuda, Ignazio fue a la casa de su nonna Julieta, era lo mejor que podía hacer ahora. Ella no sabía nada después de la vez que Ignazio dijo que se había encontrado con Francesca. Como siempre, la dulce dama le ofreció un poco de té y mientras estaban en la cocina él le relató todo lo que había sucedido en los últimos meses. Julieta estaba entre totalmente sorpresa o un ataque del corazón. Ignazio sí que sabía guardar secretos, considerando que es muy difícil de ocultar a un niño del mundo.

- Bueno, ahora las cosas parecen tener más sentido... - dijo con más calma. - Parecías más feliz, pero yo nunca podría haberme imaginado algo así.
- No sé qué hacer nonna. No puedo poner a ambos en peligro.
- Confía en su nonna... Yo descubriré para ti.
- ¿Cómo? - Ella sonrió.

En el domingo al mediodía, varios miembros de la familia llegaron a almorzar, un buen y viejo almuerzo el domingo en casa de la abuela. Por supuesto, Lino también estaba allí. Doña Julieta quería hacer un almuerzo y aprovechar para hablar con su yerno. Todos estaban sentados en el patio esa enorme mesa.

- ¿Lino, me puede ayudar a traer los platos de postre? - Julieta preguntó, a diferencia de muchas personas Lino quería bien a su suegra y se fue con ella a la cocina. - Tengo que hacerte una pregunta.
- Sí, puede hacerla.
- He oído que Francesca volvió a la ciudad. ¿Es verdad?
- Aparentemente.
- ¿Ignazio sabe? – fingió preocupación.
- Parece que él está bien normal... O no sabe nada o realmente la olvidó. - Julieta asintió, regresaron y ella sirvió todos, luego se sentó al lado del nieto.
- ¿Entonces nonna?
- Dijo que es tú eres lo mismo de antes, y que tú no sabe nada o no la quiere más. - Él asintió aliviado.

La mañana del día siguiente, Rita había llevado Leo para que la acompañara en la feria, Francesca estaba tomando café cuando el teléfono sonó y ella respondió.

- ¿Hola?
- Niña Martinelli, ¡Que placer escuchar su voz de nuevo! ¿Cómo está su hijo?
- ¡Deja de molestarme! ¡Sé muy bien cómo está mi hijo!
- ¿Incluso después de que él salió de su casa con su prima? - Ella sintió un escalofrío. Alguien estaba observando a su familia.
- ¿Por qué usted no va directo al infierno? - Preguntó con la voz baja y apretando la mandíbula, su ira era nítida.
- Usted todavía tiene personalidad difícil... Cuide bien de Leonardo... - él colgó.

Francesca colgó y algunas lágrimas comenzaron a caer de su rostro, pero no por miedo, sino por la rabia que sentía. Con ella podían hacer lo que quisieran, pero con su hijo la cosa era muy diferente. Ella fue rápidamente a la habitación, se cambió de ropa y salió de casa.

*****

Lino se encontraba en el edificio en su oficina, trabajando como de costumbre y escuchó la voz de su secretaria y otra mujer, ambas hablando en voz alta, cuando él miró a la puerta y pensó en ir allí para ver lo que estaba pasando, tuvo una sorpresa.

Francesca abrió rápidamente la puerta y entró furiosa, se detuvo frente a él apoyando las manos sobre la mesa y lo miró fijamente, mientras que la secretaria la siguió y se detuvo en la puerta.

- Martinelli... - Lino susurró un poco sorprendido.
- Nosotros vamos hablar. - Miró a Lino.
- Señora no puede entrar aquí de esta mane.... – la secretaria siguió hablando.
- ¡Cállate! - Francesca interrumpió. Ella gritó en voz alta y mirando chica totalmente furiosa, hizo incluso Lino estremecer, sus ojos parecían de una loca. - ¡Va a salir de aquí porque he dicho que voy a hablar con Don Boschetto! - Ella se fue asustada y cerró la puerta.
- ¿Qué quiere Francesca? – preguntó él.

Sicilian Heart (Corazón Siciliano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora