Capítulo 39

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- ¿Hola? - Ignazio contestó el teléfono aún somnoliento.
- ¿Te desperté? - Francesca preguntó riendo. – Ya son 08:30 de la mañana Ignazio, ¿qué haces en la cama a estas horas?
- Es sábado, hermosita. ¿Están bien? ¿Sucedió algo?
- En realidad, sí...
- ¿Qué? - Preguntó sentado en la cama preocupado.
- Es mejor levantarse...

Francesca colgó. Ignazio corrió y empezó a buscar algo de ropa, iría a su casa tan pronto como fuera posible. Se puso la camisa y estaba terminando de colocar sus pantalones cuando alguien llamó a la puerta. Se quejó mientras caminaba hacia allí, otro golpe. Estaba dispuesto a insultar quien estaba allí y abrió la puerta. Su ira se fue y la sorpresa se apoderó de su rostro.

- ¿Francesca? - Él sonrió.
- ¡Papi! - Leo gritó y lo abrazó. Ignazio lo cogió en sus brazos y lo abrazó con fuerza.
- ¡Hola campeón! Te extrañé tanto.
- Yo también...
- Pasa Francesca... - Nazio dijo mientras caminaba con Leo agarrado a él.

Ignazio dio un beso en la cabeza de Leo y lo soltó en el sofá haciendo aterrizarlos en las almohadillas y lo chico rió. Francesca se detuvo cerca de la puerta y miró riendo mientras sostenía la mochila de su hijo y Nazio se acercó.

- Me preocupé cuando llamaste, ¿por qué no me dijiste que iban a venir?
- En realidad ni yo lo sabía... Mi padre estaba en mi casa hace unos minutos, dijo que iba a ir a Roma para visitar a unos amigos y lo primero que hice fue tomar Leo y la mochila y traerlo aquí. - Sonrieron. - Sé que era un poco peligroso venir sin avisar, pero había cinco días que sólo hablaban por teléfono y que no se veían...
- Lo hiciste muy bien... Y mi padre fue a Venecia ayer, permanecerá allí unos días. Viniste en el momento perfecto.
- Papi, ¡tengo hambre! - Leo gritó desde el sofá.
- Lo desperté y lo he traído, él ni siquiera desayudó aún... Pero incluso el apetito es como el tuyo. - Nazio rió. - Bueno, puedes llevarlo a mi casa cuando quieras, pero no demasiado tarde.
- ¿A dónde vas?
- A casa.
- ¡No! Te quedarás aquí... ¡Con nosotros!
- ¡Síiii! - Leo gritó saltando en el sofá.

Ignazio tiró Francesca con una mano y cuando llegó el sofá agarró Leo con la otra y comenzó a llevarlo bajo el brazo como una maleta y los tres se fueron riendo a la cocina.

Ahora el circo estaba completo. Los tres hicieron el mayor desastre en la cocina mientras hacían tortilla de huevos y jugo, comieron pan y queso y algunas galletas se salieron volando. Después Ignazio corrió detrás de Leo, amenazando con hacer cosquillas después de que el niño lo llamó gordito.

Leo reía y lloraba al mismo tiempo que gritaba tumbado en el sofá con Ignazio haciendo cosquillas de los pies a cabeza tan rápido que el muchacho ni siquiera podía defenderse. Francesca miró desde la puerta y se echó a reír. Ahora sí que parecían una familia. Ignazio sin duda superó incluso como ella lo imaginaba siendo padre. Después de varios minutos Leo decidió ver dibujos animados y Nazio fue a la cocina con Francesca.

- Te prohíbo de limpiar cualquier cosa aquí... – Él dijo cuando la vio recogiendo los vasos y sonrieron.

Ignazio se acercó y la abrazó. Francesca a diferencia de otras veces no se negó ni se quejó. Rodeó su cintura con los brazos y apoyó la cabeza en su pecho, mientras que Ignazio apoyó la barbilla en su cabeza. Respiró hondo y pudo sentir el olor de su cabello y sonrió.

- Gracias Francesca.
- ¿Por qué?
- Por todo... Por ti, por Leo, para traerlo aquí.
- No tienes que agradecer, hice lo que me parecía correcto.
- Es que últimamente estabas difícil conmigo. - Ella se rió. - Milagro que todavía no has reclamado por haberte abrazado. - Se rió.
- Menso... – miró a Fran en los ojos y sonrió. - Ignazio...
- ¿Qué?
- Bésame...

Sicilian Heart (Corazón Siciliano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora