4. Su Llegada

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Zoe
No podía parar de llorar. Tenía muchas emociones acumuladas, pero sin duda, la que más se hacía presente, era la rabia.

Blasfemé contra el Señor Patrick, el antiguo profesor de Literatura Inglesa. Esa era claramente la asignatura más importante, por algo recibía el mismo nombre que la carrera que estábamos estudiando. Se impartía Literatura Inglesa desde el primer año universitario hasta el último, partiendo desde Literatura Inglesa Básica hasta Avanzada y el señor Patrick era un hombre que llevaba años haciendo clases y había visto egresar a muchísimas generaciones de estudiantes. Era una persona bastante adulta, debería haberse jubilado hace años, pero era una eminencia en el área y siempre decía alegremente que amaba lo que hacía. Nadie ponía en duda sus dichos, ya que a pesar de ser una asignatura tan compleja, todos los estudiantes amaban asistir a sus clases y eran bastante diligentes cuando se trataba de algún trabajo que daba el señor Patrick. Yo era su ayudante; Dios sabe lo mucho que me esforcé para poder sobresalir y que me ofrecieran el cargo, sin embargo, durante meses trabajando con él solo me preocupé de desempeñar eficazmente mi trabajo, es decir, entregarle los archivos que me pedía y ejecutar acuciosamente las solicitudes que él hacía. No soy muy buena iniciando conversaciones, así que se podría decir que cumplía mi trabajo y nada más. De un momento a otro, empecé a conversar con él ya que nos encontrábamos cada vez más seguido en la biblioteca. Yo frecuentaba mucho ese lugar porque me gustaba estudiar en silencio y sin interrupciones y últimamente el señor Patrick siempre estaba allí; una de las tantas veces que me lo topé me dijo que los amantes de la literatura estábamos compuestos en un 80% de amor y 20% de sueños... la verdad es que solo esbocé una sonrisa para no parecer descortés, porque no entendí nada de lo que estaba diciendo. Luego comprendí porqué me lo topaba tanto, y es que el motivo de su retiro se debió a que volvió a casarse y por su puesto, la seleccionada era nada más ni nada menos que la señora Anna, la bibliotecaria del campus. Me asombré con la noticia, ya que siempre pensé en ellos como buenos amigos; tenían aproximadamente la misma edad y se les veía charlando habitualmente, pero supongo que la decisión de casarse era más bien para terminar la vida juntos, digo, quién puede enamorarse a esa edad... Estúpida decisión, estúpido cupido, estúpido señor Patrick. El motivo de su retiro dejó por su puesto una vacante abierta, vacante que fue llenada por el hombre que esa mañana yacía a mi lado: Noah Duncan.

Noah Duncan había llegado a mitad de semestre de este mismo año. Incluso antes de su llegada habían un montón de rumores y expectativas respecto a él; por supuesto, dichos rumores fueron iniciados y esparcidos por los mismos estudiantes, ya que es una universidad donde asisten hijos de familias muy adineradas y al parecer, el profesor nuevo era miembro de una familia bastante importante  en el círculo social de élite. Algunos decían que era una especie de superhombre y que había terminado la escuela a los 16 años; que a su corta edad ya tenía dos diplomas, que había estudiado en Hardvard y que luego se fue al extranjero. Otros decían que sus títulos y diplomas habían sido comprados por su adinerada familia. También se rumoreaba que había entrado a trabajar a la universidad por contactos y no por sus habilidades, ya que al parecer su familia, además de ser adinerada, era muy influyente. Se hablaba también de su apariencia, estado civil y orientación sexual. Existieron todo tipo de especulaciones antes de verlo pisar el campus.

Cuando llegó por primera vez la universidad y sin siquiera haber otorgado una clase, causó un enorme alboroto entre los estudiantes. El director de la universidad charlaba y paseaba por el campus con un hombre joven que aparentemente no superaba los 30 años de edad: 1,85 mts de altura, fornido, cabello cobrizo y levemente rizado, tono de piel bronceada, ojos verdes, mandíbula marcada y traje azul perfectamente estirado. Jamás en mi vida fui a un desfile, pero si hubiese tenido que describir la escena, era como ver a un modelo, un modelo desfilando por los pasillos de la universidad. Las chicas estaban vueltas locas por él y eso provocó en nuestros compañeros un odio completamente infundado, ya que el recién llegado llamaba demasiado la atención.

Fruto del DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora