27. Tiempo fuera

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Zoe:
A la mañana siguiente pensé en faltar, había llorado muchísimo y me sentía mal y desganada. Tuve una lucha interna y de pronto me encontré duchándome y vistiéndome para ir de todas maneras a la universidad, mientras me decía a mí misma que tenía que cumplir con mis responsabilidades y que, como siempre decía Julieta: 'el mundo no se acabaría sin un hombre en tu vida'

Llegué al campus justo a la hora, como jamás lo hacía; siempre llegaba al menos treinta minutos antes, pero el hecho de dudar entre si asistir o no me retrasó. Me dirigí a la oficina del señor Duncan con la intención de depositar los informes en su escritorio como siempre lo hacía y rogando no encontrarme con él. Abrí la puerta y la mirada de una cara desconocida se fijó en mí

- Tú debes ser la ayudante de Noah -comentó un amable señor que rondaba los 50 años-

- Lo soy -cerré la puerta y avancé- Zoe Smith, mucho gusto -estiré mi mano y él hizo lo mismo-

- Soy Gerardo González y estaré a cargo de esta clase mientras el señor Duncan está fuera del país

- Fuera del país? -repliqué en el acto-

- Sí, fue un viaje imprevisto. Tuvo que asistir a la Convención de Literatura Latinoamericana en representación del señor Goldman

- Entiendo -mentí, ya que no entendía nada-

- Noah me envió el itinerario y un explicativo con el formato de las clases ayer por la noche. Me sorprendió ver la alta exigencia de sus clases

Sonreí ya que no supe que decir al respecto

- Espero me puedas explicar la dinámica. Cuento contigo esta semana -ahora él estiró su mano-

- Por supuesto -dije estrechándola-

El señor González era muy amable, sin embargo, demasiado distraído y extremadamente disperso. Si ya estaba agotada, esto me hacía sentir aún peor, ya que sentía que debía revisar cada uno de sus movimientos para que no hubiera margen de error. A veces quería gritarle, pero su paternal y tierna forma de tratarme hacían que me contuviera. Además, compraba mi buena voluntad con chocolates y postres y constantemente me estaba adulando y agradeciendo. Quién podría reclamarle a alguien así? En fin, estar trabajando con el Señor González me mantenía muy ocupada, tanto que ni siquiera había tenido tiempo para pensar en Noah, eso era bueno. Por otro lado, Milo se comportaba de manera extraña y casi evitativa conmigo; Julieta me preguntó si habíamos discutido, pero le dije que no era el caso y realmente no lo era. Tampoco había tenido tiempo para marcarle y preguntarle qué le ocurría. Solo me dedicaba a trabajar, trabajar, trabajar y trabajar. Mi modo automático estaba encendido.

Hoy es sábado, debería estar en mi apartamento descansando, sin embargo, estoy en la oficina del señor Duncan corrigiendo informes. La puerta se abre y el Señor González entra con una cajita de chocolates

- No sé qué hubiera hecho esta semana sin ti. Estoy realmente agradecido Zoe

No es egolatría, pero yo tampoco sé qué hubiera pasado si no me hubiese fijado en cada cosa que hacía. El día de ayer los estudiantes de primer año tenían un examen a las once de la mañana. Llegué a la oficina temprano como siempre y la secretaria había dejado impresas las pruebas en el escritorio. Casi me da un infarto al darme cuenta que las preguntas no estaban hechas para estudiantes de primer año, sino que eran preguntas con base bibliográfica para los de segundo. Cuando el Señor González llegó, yo ya estaba modificando las preguntas y los contenidos de esta. Él se disculpó un millón de veces y me comenzó a ayudar. El examen se pudo realizar sin inconvenientes. No quiero ni imaginar qué hubiese pasado si Duncan se enteraba que no se había podido llevar a cabo por ese tipo de error; seguramente la tercera guerra mundial

Fruto del DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora