34. Accidente

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Noah:
El fin de semana fue un mar de contradicciones y desespero. Revisé innumerables veces mi celular para ver si Zoe me había desbloqueado, pero no lo hizo. Pensé incluso en ir a su apartamento, pero después de cómo me comporté no tenía cara para llegar allí, mucho menos sin una idea clara de qué podría decirle u ofrecerle.

Después de haber hablado con la señora que crió a Zoe y de saber un poco de ella, me sentía una completa basura. Cuando la hermana Carmen se fue, busqué el expediente completo de Zoe Smith y lo que encontré es que es una estudiante becada. Zoe siempre fue de un perfil muy distinto a los estudiantes que asisten a esa universidad y con lo que había sabido pude comenzar a armar el rompecabezas; ahora todo encajaba

Con mayor razón, qué podría yo ofrecerle a Zoe. Estaba embarazada, pero, qué quería ella. Ni siquiera se lo pregunté, porque hasta ese momento, solo pensé en mí

Intenté avanzar con el trabajo con el objetivo de distraerme y así llegó el domingo. Con un montón de llamadas perdidas, mensajes y notificaciones que no me molesté en responder

Con los nervios hecho añicos llegué a la universidad a primera hora. Ya no estaban las carpetas sobre mi buró, lo que me confirmaba que Zoe no seguiría siendo mi ayudante. Impartí las primera clase y luego fui a una breve reunión. Finalmente eran las once con quince y mis manos comenzaban a sudar, a las once y treinta comenzaría la clase en la que vería a Zoe. Llegué más temprano de lo habitual y vi entrar a los estudiantes, uno por uno hasta que divisé una cabellera rubia, era la amiga de Zoe; la observé y busqué con disimulo a su alrededor, ya que ellas siempre estaban juntas, pero no vi a Zoe

La señorita Dubois se sentó y puso su bolso en la butaca que estaba a su lado. Un estudiante intentó sacarlo para sentarse allí y ella le dijo algo, entonces volvió a posar su bolso en aquel asiento y el estudiante se fue a sentar en otro lugar. Eso solo indicaba que Zoe sí llegaría

Los minutos pasaban y el aula ya estaba prácticamente llena. Los estudiantes estaban en silencio y comenzaban a murmurar entre ellos. Miré mi reloj y eran las once con cuarenta minutos; jamás me había retrasado en comenzar una clase. Caminé hacia la puerta y miré el pasillo, estaba completamente vacío y decidí, cómo nunca, dejar la puerta abierta

- Hoy haremos un análisis del discurso -dije para dar inicio a la clase-

El tiempo seguía avanzando y comprendí que Zoe no llegaría. Pero por qué, es decir, es normal que quiera esquivarme, pero no asistir a una clase no es propio de ella.

Les hago algunas preguntas a los estudiantes relacionadas con la materia e intento concentrarme en las respuestas, pero si de por sí ya me encuentro distraído, hay algo o mejor dicho alguien que me lo impide aún más. La rubia amiga de Zoe no ha dejado de mirar su celular; lo saca en ocasiones y lo guarda con rapidez. Los alumnos saben que no permito el uso de aparatos móviles en mis clases, sin embargo ella, está abusando de mi paciencia el día de hoy. Comienzo a irritarme cuando se comienza a inclinar en su asiento y tiene la osadía de responder una llamada.

Hay un estudiante leyendo un párrafo, pero le hago una señal con la mano para que se detenga y él lo hace. Miro a la señorita Dubois y los ojos de todos se posan también sobre ella, pero la rubia ni siquiera se ha percatado, ya que parece muy inmersa en su conversación. Estoy a punto de decirle que si está tan preocupada de su celular, puede continuar su interesante conversación afuera, pero de pronto, su cara palidece y se levanta estrepitosamente 

- Hubieses comenzado diciendo eso! Dónde está Zoe!? -arroja sus cosas a su bolso, lo toma y empieza a caminar a la salida- En qué hospital? Es grave!? -grita en un sollozo y la veo desaparecer-

Quedo ahí, estático, inmóvil y con el corazón bombeando a mil por hora. Dijo Zoe, verdad? Zoe, hospital, grave... Mierda, mierda, mierda. Todo a mi alrededor comienza a girar y camino con dificultad hacia mi escritorio. Me afirmo y cierro los ojos, entonces, sin saber por qué, me encuentro pidiéndole a Dios, si es que existe uno, que por favor no le haya ocurrido nada malo a Zoe. El estudiante que hasta hace unos minutos se encontraba leyendo me saca de mis pensamientos y me trae de vuelta a la realidad

Fruto del DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora