Solo eres un gusto

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El le observó mientras se cambiaba, su mirada estaba fija en ese increíble cuerpo que mostraba sin tapujos una desnuda espalda de rasguños que sabía, fueron hechos por el la noche anterior y que de forma extraña, le enorgullecían y al mismo tiempo avergonzaban.

—¿No vas a levantarte, Taehyung? Llegaremos tarde— Su ojos no se fijaron en el al hablar, ya que toda su concentración estaba fija en terminar de vestirse con su costoso traje, ese que terminó totalmente arrugado por quitárselo la noche anterior de la forma más brusca y torpe que Taehyung consiguió.

—Aún tengo dos horas, y no me tomara mucho tiempo ordenar los cuadros y arreglar detalles...— Su mirada seguía pérdida en su figura y solo cuando ese hombre conectó todos los botones de su camisa, su gesto fue correspondido.

—Pero no tendré tiempo suficiente para ver la exposición— Hubo una sonrisa conmovedora de su parte y sus firmes palabras parecieron dejar sin habla a Taehyung —Como no podré estar en la venta, quiero ver todo antes de que comience. Creí que era algo obvio, soy el modelo de tu colección, deseo ver nuestro trabajo finalizado.

Taehyung comenzaba a sentir a ese hombre tan formal y serio, certeramente irritable; era como si en algún punto hubiera sido conciente de lo hermosas que eran sus sonrisas de hoyuelos, de los gestos frustrados que hacía al fallar el nudo de su corbata, de sus alargados, penetrantes y bellos ojos al verlo, o también de la forma que peinaba su cabello hacia atrás para verse aún mejor. Se sentía molesto solo por como los lindos detalles en Namjoon parecían golpearlo más de lo normal, y le llegaba aún más con esa encantadora sonrisa que no podía dejar de halagar, esa que parecía no controlar, y que le mostraba para todo; al saludarlo, despedirlo, besarlo, en el sexo, al ser retratado. Era cruel y fastidioso, porque no estaba acostumbrado a tener que manejar sus sonrojos y palpitares fuertes tan frecuentes, y al ver el reluciente gesto que ocultaba sus ojos, marcaba sus hoyuelos, alargaba sus labios, mostraba sus relucientes dientes, atacaba su corazón, y abultabas sus adorables mejillas, Taehyung se sentía morirde amor.
Hasta notó que en algún punto, su frustración empeoro por ello, porque fue consciente de lo mucho que observó a Namjoon todo ese tiempo; al vestirse, al conducir, al cargar sus cuadros, y al simple hecho de él admirando sus trabajos. Realmente creía que iba a enloquecer a ese punto.

—Gracias por traerme y ayudarme, cariño...— Intentó no fijarse en él al hablar, fingiendo estar atentó a escribir sobre los pequeños carteles que debían tener los nombres de todos sus cuadros, pero se volvía difícil hasta hablarle luego de razonar sobre su inexplicable comportamiento últimamente.

—No fue nada, Tae, aunque realmente no pensé que fueras tan detallista con el órden...— Namjoon vio como negaba antes sus palabras con una sonrisa divertida, y al finalizar de colocar el último cuadro, cerrando la vidriera donde se encontraba, se tomó el tiempo de admirar toda la habitación de la exposición, notando de inmediato los muchos espacios en vacíos de las paredes —Nos faltan pinturas...— Fue un susurro suave que escapó sin aviso de sus labios y que sin notarlo alertó al pintor que se encontraba a metros de él.

Recordó el número de cuadros que Taehyung había hecho, dieciséis en total, uno personal y otros quince para exposición, pero en esta habitación a penas divisaba once retratos, curiosamente la gran mayoria eran de los detalles minimos de el y otros pocos eran de su cuerpo entero, pero aún cubierto. Le extrañaba que no estuvieran todos, más los desnudos enteros que eran la especialidad del artista, y fue clara en su mirada la busqueda de una respuesta, mirada que Taehyung evitó porque realmente, no quería responder.

No era como si ese hecho le molestara, tenía claro que no era su exposición y que solo era un modelo, pero le extraño la reducción tan repentina de retratos. Hasta escusó a su pintor pensando que se trataba de un recorte para que su colección no difiriera de la de Yoongi por la falta del último retrato del que su hermano le habló, o que simplemente al momento de guardar los cuadros en su automóvil, no se sintió conformes con ellos. Con sinceridad podía decir que cualquier repuesta estaría bien para él, pero con el pasar de los segundos, y por sus notorios gestos inseguros y fingida falta de desinterés, fue claro que había algo de lo que él no quería hablar.

La inspiración de un artista - Yoonjin/NamtaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora