Sinceridad

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Y otra vez una confesión sin sentido, ya estaba cansado, nuevamente su atractivo atrajo la atención de alguien. Esas confesiones vacías que provenían de personas que ni siquiera lo conocían, le daban asco, porque solo remarcaban que la única razón por la que les gustaba era su belleza, que más que un atributo, ya era una molestia.

Lo entendía, claro que lo hacía, ser un miembro activo del club de teatro lo hacia el foco de todos los insectos que llamaban alumnos; siempre era el papel principal, el que recibía todos los halagos, el receptor de lo bueno, y ese sistema comenzaba a joderlo, lo llenaba de culpa, tristeza y remordimiento, porque tenía muy en claro que no era solo el, decenas de miembros eran mejores, los escritores de esas obras, encargados del vestuario, luces, música, tanto trabajo que era enfocado unicamente en el rostro bonito, razón por la cuál entendia el odio que recibía de decenas de personas.

Cuando volvió a su casa ese día, solo emanaba una marcada rabia, inevitable que no se notara, hasta la persona menos compresiva que conocía, notó su enojada expresión con solo verlo.

—Seokjin ¿qué ocurre? — como siempre, ni una pizca de empatía en su voz, lo normal en su estricto y lejano padre. No le sorprendía en lo absoluto.

—No es nada— y como era normal, sus respuestas eran cortas, concisas, y rápidas; no era la primera vez que su padre notaba algo raro, y tampoco la primera vez que Seokjin respondía tan antipático, pero la firme mirada de su progenitor no se despegó de el, esperando a que continuará y retomará sus palabras.

Pudo jurar que nunca vio esa mirada en su padre, era tan fuerte, tan potente, no le pedía, no suplicaba, solo exigían la verdad, y como su personalidad lo hacía sentir inferior, habló; su estrés, su molestia, su dolor, palabras y sentimiento que nunca creyó sacar con su padre, su destruido lado enfrente de quien se prometió, debía ser un orgullo y no tal decepción.

Lo único que recuerda de ese profundo día de su adolescencia fueron las palabras de él, duras, crueles y realistas, no lo supo apreciar en el momento, pero era lo que necesitaba oír.

"Seokjin, escucha bien, jamás desprecies tus capacidades, ¿tu atractivo? Las personas se ciegan ante ello, se descuidan, y se manipulan. Hijo, no odies lo que el mundo ama, aceptalo, aprovechalo, y sobre ello, pisotea a quienes te aborrecen, con lo que más odian, tu belleza."





—Disculpe señor Kim, el set está listo, el director me ordenó llamarlo para comenzar con la filmación— la dulce voz de esa tímida secretaría lo interrumpió de su larga ensoñación, y lo obligó a reincorporarse en su realidad —Perdóneme si lo he interrumpido tan de repente.

—En lo absoluto. Pero, podrías traerme un café, me siento algo cansado—  la tímida muchacha dudó, y Seokjin lo notó, estaba claro que la asistente del director no era la suya —Oh, que irrespetuoso de mi parte, sé que no es tu trabajo, no tienes que hacerlo, linda.

Solo bastó con una fija mirada a sus ojos mientras mostraba una de sus famosas sonrisas, para que la tímida chica, cayera, preguntara con desesperó qué café deseaba y fuera apresurada a por el.

Oyó la puerta cerrarse, y por mero instinto se observó en el gran espejo de su camerino, toco su rostro con cuidado, solo obteniendo un fuerte recuerdo de ese extraño pintor. Se preguntó que le atraía de el, siempre creyó que solo era atractivo para la gente promedio, pero Yoongi, el era un artista notablemente apasionado, arraigado, motivado, amaba su trabajo, tenía claro qué era el arte, seguramente había pasado por decenas de modelos distintos o mejores, pero aún asi se fijaba obsesivamente en el.

Un hombre extraño que definitivamente no comprendía, pero con el que creía pudo haber formado una peculiar amistad, porque la rareza de Yoongi era intrigante, aunque solo haya llegado a el por lo mismo que todos, su bello rostro. No había otra intención, lo tenía claro, y a pesar de que el tipo era atractivo, no podía imaginarse junto a él.

Su juego de seducirlo, de llenarlo de palabrerías bonitas, de nombrarlo cariñosamente como "Amor"; todo eso, sí llegaba a ser nuevo, de todos su pretendientes, tanto hombres como mujeres, ninguno parecia ser tan sincero como Yoongi. Porque, con una mirada a sus ojos ya podía leerlo como un libro abierto, notaba su timidez a cada palabra, su amor con cada acción, su admiración con un simple vistazo; creyó que él solo exageraba al decir que lo amaba y que estaba enamorado, pero en cada pequeño gesto se notaba el aprecio, y eso, no hacia más que confundirlo y llenarlo de miedo.

—Disculpa Seokjin, pero la grabación está por comenzar, y tus escenas van primero— Su ensoñación fue destruida por la simple y avejentada voz del agradable director, y su sorpresa se reflejó claramente en su hermoso rostro.

—¡Lo siento mucho! Yo... Ya estoy listo, de verdad discúlpeme— su mirada no vio más que conmoción en el hombre que simplemente asintió y se retiro.

Y mientras se preparaba para sus escenas, ese pensamiento rondó su mente por un corto segundo, notando de inmediato lo que había pasado.

Seokjin, se había disculpado, no era mentira, no era falso, fue la disculpa más sincera que pudo haber dado desde que era niño, donde siempre era corregido por hacerlo.

El lo había hecho, sin hipocresía, sin tapujo, sintiendo la pena en lo más profundo de su pecho.  Y todo por pensar en el sincero pintor que le recordaba extrañamente al adorable Seokjin de hace ya tantos años.

💐

Ninguna escusa, solo modo triste por el pasado que tiene Seokjin y que también se vera en Namjoon.

También como sé que gran parte de los lectores de esto, lo lee por el Yoonjin, el próximo capítulo, también se enfocará en ellos y será el inicio de algo importante.

Esto es todo, gracias por leer.❤

La inspiración de un artista - Yoonjin/NamtaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora