01. El intruso

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—Desearía que hubieran visto su cara, quedó sin palabras—nos contaba Brenda—. Pensó que jamás descubriría que me engañaba. O sea por favor, soy rubia, no idiota.

—¿Entonces rompieron?—le preguntó Denise.

—Tampoco fue para tanto. Yo también he tenido uno que otro desliz—sonrió maliciosamente—. ¿Adriana, en qué piensas tanto?

«En que si mi madre te escuchara estarías nadando en agua bendita»

—Nada importante—mentí—solo quiero que comiencen las clases.

—¿Estás de broma? Lo mejor ocurre el día antes de que comiencen—se mordió el labio imaginando dios sabe qué— es decir, esta noche.

—¿Qué ocurre esta noche?—cuestioné atenta.

—Nada bueno—habló Denise—los estudiantes buscan una pareja y van a la llamada "feria secreta"—su rostro reflejó repulsión—. Me han contado que es lo peor.

—La persona que te lo contó debe de ser tan aburrida como tú—señaló Brenda mientras se volteaba hacia mí—. No dejes que sus ideas te dañen, si quieres puedo conseguirte una cita para que vengas a la feria.

—Gracias, pero me quedaré en la habitación leyendo —Denise formó un débil pero triunfadora sonrisa al instante.

—No puedo creerlo Adriana, te ha lavado el cerebro en tres días—resopló—. Ustedes se lo pierden.

El dúo tan peculiar que me acompañaba por los pasillos de la universidad tenían por nombre: Brenda y Denise—mis compañeras de habitación—. Apenas tres días habían transcurrido desde mi llegada y parecía conocerlas de toda la vida.

Brenda, por ejemplo, detestaba el silencio y la tranquilidad. Cada cinco minutos se despeinaba el cabello con las manos, este era de color rubio y le llegaba por los codos. Poseía unos ojos hermosos de color azul zafiro, y unos carnosos labios que según Denise, tenían historia con la mitad de la universidad.

Jamás conocí a dos mejores amigas tan diferentes. Denise era sensata, inteligente y ordenada. Pasaba horas viendo protestas feministas en su laptop, o leyendo en una aplicación llamada Wattpad. Su cabello era de un negro azabache hermoso, siempre lo traía recogido y usaba lentes sin necesitarlos para evitar que los chicos se fijaran en ella. Además de aquellos ojos grises también ocultaba su hermosa figura debajo de ropas anchas y holgadas.

—Baboso desesperado por sexo a la vista—le dijo Denise a Brenda, la cual comenzó a observar en todas direcciones sonriente—. Allí, en el grupo de chicos junto a las escaleras.

Brenda observó fijamente al chico y este alzó repetidamente las cejas. La rubia le guiñó un ojo, mojó sus labios y en cuestión de segundos el chico comenzó a avanzar en dirección al baño.

—Las veo luego chicas—cuando volteamos a ver a Brenda ya iba encaminada, dió una vuelta sobre sus pies y exclamó—¡Time to shine!

Denise respiraba pesadamente intentando reunir paciencia cuando deposité mi mirada en el grupo de chicos. No se necesitaba ser investigador para deducir que venían de familias adineradas, todos traían relojes y anillos llamativos. Actuaban con altivez y arrogancia. Imcluso podía imaginar el cartel en sus frentes que decía:

SOMOS LOS DUEÑOS DEL MUNDO

Pero debo ser sincera, había un chico que no era como los demás. Mientras todos reían, fumaban y se burlaban de otros, él se dedicaba a observar el suelo con sus manos en los bolsillos. No podía dejar de preguntarme ¿Cómo puede una persona estar y no estar presente a la vez?. A pesar de su altura pasaba desaparecido, observarlo se sentía como observar a una sombra, a la sombra más llamativa y enigmática que hubiera visto.

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora