22. El campamento

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Recostada a la ventana de cristal observaba el exterior de la cabaña con nostalgia. Deleitaba mis ojos en la suavidad del vaivén con que las copas de los árboles se movían. Sin importar que estuviéramos en invierno, los bosques de Richmond continuaban siendo majestuosos.

—¿Qué ocurre?—inquirió Denise. Luego de tanta insistencia Brenda y yo la convencimos de acompañarnos al campamento.

—No dejo de pensar en que este viaje debió ser de cuatro—respondí mientras me alejaba de la ventana y secaba una débil lágrima.

—Lo que sucedió con Donna no fue tu culpa, Adriana—la pelinegra se levantó de la mesa y avanzó en mi dirección—. Ella decidió traicionarte, traicionarnos. También me duele que aún no despierte, pero debemos continuar.

—Tienes razón—formé un leve sonrisa, a lo que Denise me guiñó un ojo, satisfecha—. Creo que tomaré un poco de aire fresco.

—Está bien, solo no olvides abrigarte—volvió a la mesa para continuar con su lectura—¿A quién se le ocurre planear un campamento en pleno invierno?

Dejé escapar una carcajada y tomé el abrigo más grueso que encontré en el armario de la cabaña para luego salir. Una gélida brisa me recibió al hacerlo. Denise tenía razón. La idea de un campamento en invierno era una locura, pero los chicos de "Deseo y Libertad" buscaban con desesperación una manera de probar que habían "recapacitado". Por suerte en Richmond no nevaba, pero nos encontrábamos a 11 grados centígrados.

Busqué con mi vista el rostro de Brenda, pero no lo hallé. Entonces noté como algunos chicos avanzaban con sigilo, temerosos de ser vistos, para luego ingresar a una cabaña frente a la nuestra. La intriga provocó que agudizara mi vista y entonces descubrí hilos de humo provenientes del interior de aquella cabaña.

Rodé los ojos, deduciendo que Brenda se encontraba allí junto a muchos otros chicos que no tardaron 2 horas en crear su propia fiesta, para luego avanzar al centro del campamento. Quizás ser útil mantendría a mi cabeza ocupada.

—Sr Walker—llamé al profesor de deportes. Este era el tutor enviado por la universidad para evaluar si la hermandad realmente había cambiado—¿Puedo ser de ayuda en algo?

—Srt Griffin—sonrió con satisfacción— es bueno tener estudiantes como usted. Si lo desea puede ayudar a lo demás con la fogata de esta noche—me encogí de hombros para después asentir.

Unas 5 personas tomaban pequeños troncos y los acomodan en el centro de aquel llano, dándole forma a la estructura que en la noche sería prendida. Me dirigía hacia ellos cuando el Sr Walker habló de nuevo:

—Por cierto, Srt Griffin—tragué grueso—¿La Srt Hamilton y los demás continúan en sus cabañas?

—Sí—mentí con algo de nervios, no deseaba que los descubrieran por mi culpa—. Ya sabe, el viaje suele ser agotador.

Un débil asintiendo de su parte fue suficiente para que me alejase de allí con rapidez. Tomé un tronco—el más pequeño siendo sincera— y con algo de dificultad avancé hasta el centro del llano para acomodarlo junto a los demás.

Por desgracia no estaba siendo tan fácil como parecía, y las demás personas eran chicas. Las mismas que ignoraban mi existencia desde que me convertí en "novia" de Mark. El tronco siempre terminaba resbalándose y por unos segundos la idea de desistir cruzó mi mente. Hasta que de un momento a otro alguien lo enterró en el suelo con fuerza, provocándome un micro infarto del susto.

—De nada—soltó el chico con indiferencia y comenzó a alejarse.

Este llevaba un abrigo oscuro con gorro, por lo que me era imposible apreciar su rostro. Aún así habría reconocido esa voz a kilómetros de distancia. Distante, fría y algo grave. La había escuchado en tantas ocasiones, pero lo curioso fue que por primera vez desde que lo conocía, estaba feliz de escucharla.

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora