09. Un encuentro a escondidas

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Mark

—Aún no puedo creer que hayamos llegado a esto—se quejaba Félix—¿Una relación abierta? Joder, debiste advertirme.

—¿Me echarás la culpa?—cuestioné con ganas de ahogarlo en su malteada—. Te he repetido que la dejes cada día desde que decidiste ser su novio. No me culpes y termina esa relación.

El reloj de la cafetería marcaba las 10:12 am. Supuestamemte debíamos encontrarnos en la clase de matemática, pero Félix quería charlar con tranquilidad sobre Brenda. Saltarnos una clase no traería problemas, nada de lo que hiciéramos los traía. "Beneficios" por ser hijos de los mayores accionistas de la universidad.

—No es tan fácil, me gusta demasiado—se recostó en el espaldar de la silla con sus manos en la cara, después las retiró y se giró hacia mí—. Acabo de recordar.. Brenda me contó que sufrieron un accidente en el teatro. También dijo que el decano chantajeó a Adriana para que no dijera nada.

—¿Un accidente?—le di un sorbo a mi Coca Cola, sin prestarle mucha importancia—¿Qué tipo de accidente?

—Conmigo no tienes que fingir, te conozco más de lo que me gustaría—en ese instante comprendí a donde se dirigía la conversación—¿Tuviste algo que ver?

—Precisamente porque me conoces deberías saber que yo actúo de frente—busqué un porro en el bolsillo derecho de mi chaqueta, pero no quedaba ninguno.

No planeaba fumarme allí el "cigarrillo", pero necesitaba asegurarme de que lo traía encima para tener tranquilidad. Desgraciadamente no era el caso, y en cuestión de segundos la ansiedad decidió aparecer. Sentía como mi frente comenzaba a sudar, las palabras de Félix apenas llegaban a mis oídos, mis ojos pesaban, y al intentar sostenerme de la mesa noté que mi mano temblaba sin control.

—¿Qué ocurre?—inquirió Félix, después de unos segundos lo comprendió y con rapidez se acercó a mí—. Está ocurriendo de nuevo. Joder, Mark, tienes que ir a un hospital.

—¡Deja de decir estupideces!—me levanté de la silla y me concentré en mantener mi mano bajo control—. Solo necesito un porro y todo solucionado.

—Debes detenerte o terminarás mal—su mirada reflejada preocupación—¿De dónde sacarás un porro tan rápido?

—El chico que conozco no está en la ciudad, pero tengo algunos en la mansión— tomé las llaves de mi auto y le lancé una mirada asesina a Félix—. Deja de observarme con lástima, lo tengo controlado.

Negó con la cabeza manifestando su desaprobación. Recogió sus cosas, dejó un billete en la mesa y se largó de allí, enfadado. Me di la vuelta para marcharme, e inesperadamente mis ojos encontraron a ese rostro que tanto me entretenía.

Adriana, Denise, y una chica que no conocía caminaban apresuradas en dirección a la sección donde vendían cafés. Cuando estuvieron allí decidí acercarme y realizar uno de mis entradas inesperadas, pero Denise notó que me acercaba y después de informar a Adriana, ella junto a lo otra chica se alejaron.

—¿A dónde vas con tanta prisa, maleducada?—sus ojos se llenaron de furia, como en cada ocasión que la llamaba así—. Supe que sufriste un accidente en el teatro.

—Sí, pero no te preocupes, tú novia de juguete continúa viva—habló de mala gana para después voltearse y pedir tres cafés—. Hoy no tengo tiempo para ti, Mark. Voy tarde para Biología.

—Solo deseaba preguntarte cómo está Brian—aprecié como su rostro se tensaba—. Mi querido primo no nos ha vuelto a visitar ¿sabes por qué?

—¿Jamás te cansarás de eso?—la chica de la cafetería le alcanzó los cafés, y después de tomarlos se acercó a mi rostro—. Deberías conocer que es lamentable disfrutar con el sufrimiento de otras personas—dejó una gélido y distante beso en mi mejilla—. Cuidado con el karma.

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora