02. La feria secreta II

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O más bien, una fogata.

La luz que esta proporcionaba mantenía iluminado un enorme llano cubierto de césped. Carpas exactamente iguales a la que acababa de atravesar rodeaban el lugar, dándole un ambiente íntimo y privado. Fue entonces que los vi, alrededor de sesenta personas que conversaban tranquilamente entre ellos, vestidos de extrañas túnicas blancas con detalles dorados en los bordes. A medida que los segundos transcurrían la idea de la secta se afirmaba aún más.

—Solo otro trago, sé que lo estás deseando—le susurraba un chico que se encontraba cerca a otra persona.

—Ya.. ya fue suficiente—respondió una voz femenina, algo ronca y tartamudeante. La sensación de familiaridad hizo que agudizara mi vista dentro de la túnica de la chica, para terminar descubriendo que se trataba de Brenda.

Con rapidez avancé hacia ellos y separé al chico de mi amiga con fuerza, este—aún no sé cómo—cayó sentado en el suelo por el impulso. Sujeté a Brenda por los hombros y fue entonces que distinguí en su rostro la obvia presencia del alcohol.

—¿Qué les pasa a las mujeres joder?—hablaba para si mismo aquel imbécil mientras se acomodaba su túnica y luego se marchó.

—¡Brenda!—la llamé pero solo balbuceaba incoherencias—¿Brenda que ocurre? ¿Te hizo algo?

—Shhh, espera a que se vaya—me guiñó un ojo y volvió a su papel de borracha. Se mantuvo así unos treinta segundos para luego erguirse con normalidad—. Te animaste a venir listilla, siempre supe que eras de las mías.

—¿Es en serio Brenda? ¿Fingiste que estabas borracha?— se encogió de hombros con esa sonrisa maliciosa que la caracterizaba.

—Los chicos de aquí, aunque muy guapos, llegan a ser demasiado insistentes—rodó los ojos con dramatismo—. En ocasiones debo recurrir a estrategias desesperadas.

—No tienes remedio—me fue imposible contener un risa—. Ahora dime ¿Qué es este lugar ? ¿Por qué todos llevan esas túnicas?

—Creí que ya lo sabías—con sus manos me hizo dar la vuelta y contemplar toda el área—. Nada más y nada menos que la magnífica feria secreta.

Por supuesto, la famosa feria. El nombre continuaba sin tener mucho sentido, pero lo que no acababa de comprender eran los motivos de Mark. ¿Por qué me había llevado hasta allí para luego desaparecer?

Debido a la cercanía con Brenda noté que los bordes dorados en su túnica eran palabras: η λαγνεία είναι ελευθερία. La frase, que al parecer estaba escrita en un idioma antiguo, se repetía por toda la tela dando un toque elegante y extraño a la vez.

El estruendoso sonido de un tambor gigante resonó por el lugar haciéndome dar un pequeño brinco del susto. Acto seguido todas las personas allí presentes comenzaron a caminar hacia la fogata, incluida Brenda que corría emocionada en dirección a los demás.

—¿A dónde vas?—le pregunté sin moverme del sitio debido a los nervios—. ¡Brenda, ven aquí!

—¡Ahora no puedo Adriana!—ni siquiera se volteó para responderme—¡Debo disfrutar de los mejores 90 minutos de mi vida!

—¿Qué?—la rubia se encontraba tan lejos que no escuchó mi pregunta—¡Explícame al menos qué era esa tienda con telas! ... ¡¡Brendaa!!

En un abrir y cerrar de ojos se coló ágilmente entre las personas que rodeaban la fogata y la perdí de vista. Pasé ambas manos por mi cabeza intentando pensar en lo haría y dándole un poco de orden a mi cabello. No reunía el valor suficiente para atravesar una vez más el bosque, pero tampoco quería quedarme en aquel lugar. Sus vestimentas me causaban escalofríos.

Solo una noche©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora